México
La tradición matemática iniciada por lo mayas que México está tirando por la borda
El país enfrenta un nivel deficiente en comprensión y formación científica y matemática, convirtiéndose ya en un problema social.
Con un destacado abolengo matemático y el reconocimiento internacional a esta materia, México enfrenta su principal reto en las aulas, donde los estudiantes presentan importantes deficiencias en la formación de las Ciencias y las Matemáticas.
Para el matemático mexicano Luis Montejano Peimbert hay “un hueco en el alma que uno llena con Matemáticas”. Sabedores de eso –y tal vez por ello–, la civilización maya aportó el cero a la matemática mundial, pero no sólo eso: en 1556 se imprimió en Ciudad de México el primer libro conocido de Ciencia en América.
“El mundo le debe a México la invención del cero”, dice orgulloso el matemático Roberto Torres Hernández, de la Universidad Autónoma de Querétaro, al concluir una exposición de apuntes para la historia de la Matemática. Experto en el tema, lamenta que en México no se investigue sobre el pasado y el origen de las matemáticas en la cultura mexicana y que, en cambio, se esté dejando perder la tradición iniciada con los mayas.
Por otro lado, el país también enfrenta una destacada deficiencia en la enseñanza desde los niveles básicos de educación, en la que se enfatiza en la memorización o en la mecanización de fórmulas y conceptos matemáticos. “El problema viene desde muy chiquitos, porque hay desconocimiento en los profesores, y como no conocen bien, no dan ciencias, o como no conocen bien la geometría, la quitan y replican la forma en que a ellos les enseñaron, de manera memorística, y se repite la aversión a las matemáticas y a las ciencias”, apunta Carlos Bosch Giral, jefe del departamento académico de Matemáticas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y fundador de las primeras Olimpiadas Matemáticas celebradas en el país.
En México menos del 1% de los estudiantes de 15 años logran buenos resultados en Ciencias, Matemáticas o lectura, con base en los últimos resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), la cual se realiza cada tres años.
De acuerdo con la prueba, el desempeño de México se encuentra por debajo del promedio de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en Ciencias (416 puntos), lectura (423 puntos) y Matemáticas (408 puntos).
Lo cual contrasta con la historia matemática del país y los resultados que ha obtenido en la Olimpiada Internacional de Matemáticas (OIM), en la que participan 110 países y México está entre los mejores 30.
Se han obtenido tres medallas de oro, 25 de plata, 61 de bronce y 32 menciones honoríficas, siendo 2013 el año con el mejor desempeño, obteniendo el lugar 17, explica Rogelio Valdez, del Centro de Investigación en Ciencias, Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y actual presidente del comité organizador de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas.
Genealogía matemática
En el siglo XVI, explica Torres Hernández, la Matemática era definida como “el modo maravilloso para resolver ecuaciones”. De esa centuria datan el Códice Vergara, un documento catastral azteca, elaborado en 1539 por los conquistadores españoles de México, en nombre del rey de España, con el fin de facilitar la recaudación de impuestos entre la población nativa.
Asimismo, en 1556 se imprimió en Ciudad de México el primer libro conocido de Ciencia en América; las cuatro copias conocidas están todas fuera de México.
Torres habla del pasado matemático de México con una pequeña llama en la mirada, entonces cuenta la anécdota de Fray Diego Rodríguez, quien en el año 1600 se dio a la tarea de tomar en sus manos una labor titánica: descender las campanas de una torre de la catedral de Ciudad de México para subirlas a una nueva, lo cual se vislumbraba desmesurado por el peso de las piezas y lo estrecho de la estructura; lo logró, pero el proyecto de cómo lo hizo hasta hoy está desaparecido.
Por mandamiento expedido el 22 de febrero de 1637, y en reconocimiento de su “solicitud y cuidado” en el estudio de las Matemáticas, a las que había dedicado “más de 30 años”, Fray Diego Rodríguez recibió el nombramiento de catedrático de matemáticas.
Cientos de años más tarde, las Matemáticas toman una notoriedad inusitada, incluso llegan a las primeras planas de los periódicos nacionales: en 1968 se inaugura la Escuela Nacional Preparatoria y, con su apertura, la enseñanza formal de las Matemáticas; por aquel momento, narra el profesor de la UAQ, los periódicos dedicaban planas enteras a analizar cuál libro de Matemáticas era mejor para el aprendizaje.
En México aún hay cosas por estudiar en esta ciencia como la cuadratura del círculo en México, las obras matemáticas de Felipe Ángeles y la criptografía. “Es necesario provocar al gremio a investigar sobre el pasado, el origen, los estudios de las Matemáticas en México (…) Sentirnos orgullosos de nuestra herencia, de nuestros abuelos matemáticos, hay mucho por hacer y por seguir estudiando”, conmina Torres.
Por su parte, el profesor emérito Carlos Bosch lamenta que México esté dejando perder su tradición matemática. “La estamos dejando tirar por la borda. Cuando llegaron aquí los españoles, había una manera de medir los terrenos fantástica, ¡qué decir de los mayas!, somos un país de tradición matemática, tal vez no tan científica, porque sí nos gusta mucho la magia, el esoterismo, pero por distintas razones se fue perdiendo y ahora estamos tratando de recobrar todo eso.”
La enseñanza como problema
En México, el 59% de los alumnos del último grado de educación básica se ubicó en el nivel más bajo en la prueba de Matemáticas del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) 2018.
Es decir, 6 de cada 10 estudiantes tiene problemas para resolver operaciones básicas como sumas, restas o multiplicaciones, reportó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
Para Bosch, el bajo nivel de formación científica y matemática se ha convertido en un problema social, que arranca desde la educación básica, debido a las deficiencias de los propios docentes.
“Los profesores saben enseñar como a ellos les enseñaron, de manera memorística, y repiten el patrón de la aversión a las Matemáticas y a las Ciencias”, expresa el integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Bosch es creador del programa ‘La Ciencia en tu Escuela’, coordinado por la Academia Mexicana de Ciencias, en el cual se “acercan científicos a profesores de educación básica y les explican por qué les gustan las Matemáticas, las Ciencias”, con el fin de mejorar su enseñanza.
“Por eso es que todos los que somos científicos, nos enganchamos en la ciencia, porque son las ciencias las que nos dan las mejores respuestas a la vida y al universo, son las ciencias las que pueden darnos unas respuestas objetivas, no mágicas, con bases sólidas, esto se puede demostrar, se puede ver”, destaca.
Torres, por su parte, destaca que la matemática en México no se muestra como es: “No es tan algorítmica, tan seca. La verdadera cara de la matemática radica, por supuesto, en su utilidad, pero más que nada en su belleza, generalmente, se hace mucho énfasis en la mecanización de las fórmulas y poco se medita en ella”, argumenta.
Ante la ‘impopularidad matemática’, Torres Hernández enfatiza, en contraparte, los sitios destacados del país en las olimpiadas internacionales de Matemáticas y el reconocimiento que tiene la matemática mexicana a nivel internacional.
En México –dice– ocurre algo paradójico: “En las pruebas internacionales de Matemáticas, como la PISA, salimos en los últimos lugares, reprobados, sin embargo, vemos que el país destaca en las Olimpiadas de Matemáticas, muy arriba de España o de países que esperaríamos que estuvieran mejor que nosotros. El problema, a mí gusto, sigue siendo el educativo, el de reformar desde la educación básica los modos de enseñanza de la matemática y la ciencia.”
En este punto, el especialista insiste en que México está dejando perder su capital matemático. Para revertirlo, sugiere un cambio profundo hecho por especialistas: “Mientras la Secretaría de Educación Pública (SEP) no convoque a la sociedad matemática mexicana para ver qué tienen que decir para mejorar, creo que va a ser difícil salir de estos problemas”.
¿Es urgente? –se le cuestiona– “Urgentísimo, pero lamentablemente las decisiones son políticas, no académicas, y mientras no haya ese cambio, se ve difícil cómo incidir, desde nuestra trinchera, en un proyecto de educación más ambicioso“.
México en las olimpiadas
La Olimpiada Mexicana de Matemáticas (OMM) fue creada en 1987. Para llegar a los logros de hoy, tuvieron que pasar todo tipo de cosas: desde no tener sede, organizarla con recursos propios o que, durante años, miembros de la sociedad matemática alojaran en sus propias casas a chicos de todo el país para poder acudir a los entrenamientos. Pero también enfrentar a participantes espurios o que las respuestas a los problemas matemáticos fueran entregadas previamente a algunos de los concursantes.
No había fondos ni lugar para hacerla, así que llegó un ofrecimiento, usar la Academia de Policía. No había otra opción, era la única y era barata. Así que, a pesar de estar a 25 kilómetros de la ciudad de Xalapa (en el estado de Veracruz) y de estar casi bajo un régimen militar, se tomó la oferta y los participantes se reunieron allí”, cuenta Bosch, iniciador de la OMM.
Un año después, México tuvo su primera participación internacional en Camberra, Australia, donde ganó la medalla de bronce.
“Regresamos a México y a todos les gustaban las olimpiadas, a las escuelas, que gritaban a los cuatro vientos que ellas eran las mejores; a los maestros, porque sentían que era gracias a ellos, y al Gobierno, porque con los logros olímpicos argumentaba que el sistema no era tan malo, pues se tenían premios internacionales”, recuerda el científico.
- En la Olimpiada Internacional de Matemáticas (OIM) participan 110 países.
- México está entre los mejores 30.
- El mejor año de desempeño fue 2013, donde el país obtuvo el lugar 17.
Para concluir, Bosch cuenta conmovido una experiencia que lo ha hecho “seguir en esto”.
Un chico de un medio rural fue seleccionado para participar en la OMM y luego a la OIM. “Este joven, gracias a las olimpiadas, visitó la Ciudad de México y luego eso lo llevó a subirse por primera vez en su vida a un avión”. Más tarde, el muchacho fue admitido en la universidad de su estado para estudiar una ingeniería, pero su padre le negó la oportunidad, argumentando que lo requería en el campo. “Finalmente, convencí al padre de que lo dejara estudiar un semestre sí y otro no, logró terminar su carrera y hoy tiene un muy buen trabajo”.
Paola Morales
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