México
México Retoma el liderazgo en AL

¿La devaluación del peso argentino simboliza el fracaso del populismo económico sudamericano? El planteamiento no es nada descabellado, sobre todo porque la crisis Argentina puede convertirse en el detonador de un colapso que afecte a varios países de esa región. Sus efectos, por lo pronto, ya provocaron una fractura a los intentos de integración de Sudamérica (Mercosur). Un efecto dominó adelantaría la crisis económica en Venezuela y colocaría a Brasil en la lupa crítica de los inversionistas, con la posibilidad de elevar el rango de riesgo país. En este escenario y por primera vez en por lo menos dos décadas, un Presidente de México viajó a Sudamérica en una posición política distinta, favorable, incluso de liderazgo.
En días pasados Enrique Peña Nieto visitó Colombia como protagonista de un bloque económico que surge en Sudamérica y como alternativa de desarrollo para esa región. México pertenece al grupo de países (Chile, Colombia y Perú) cuyo modelo de desarrollo se basa la libertad de mercados y, materia comercial, orienta sus baterías hacia el norte y al Océano Pacífico. Una estrategia que, además, ubica a la globalización como elemento determinante para el desarrollo.
La otra alternativa, nominada como “populismo” económico, (liderado por Brasil, Venezuela y Argentina) vive momentos críticos, colocando bajo sospecha al gigante latinoamericano, a la economía brasileña.
BAJO SOSPECHA
En un interesante análisis –publicado el junio de 2013-, Carlos Alberto Montaner, escribe: “Claro que el PIB brasilero es pequeño o grande, según como se mire… Por su tamaño, (Brasil) es la octava economía del mundo, pero cuando se divide la producción (US$2.374 billones, o trillones si lo decimos en inglés) entre el conjunto de la población (201 millones de angustiados sobrevivientes), el país pasa a ocupar el mediocre puesto 106 del mundo. Incluso, seis países hispanoamericanos tienen mejor per cápita que Brasil, sin contar otra media docena de islas caribeñas que también lo superan”.
En el Foro Económico Mundial Davos, Guido Mantega, ministro brasileño de Hacienda, dijo: “La desconfianza de los mercados hacia Brasil es excesiva”.
La crisis Argentina empuja a pensar que el modelo “populista”, cuyas directrices centrales son la intervención del gobierno en la economía, protección de mercados y a la globalización abierta, está a punto de sufrir una derrota histórica esa Latinoamérica.
FANTASÍA PERVERSA
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se aventuró en un juego muy peligroso. Recreó la fantasía de que su política intervencionista había generado el impresionante despegue económico de Argentina a partir de 2003: el PIB creció 8.8% en ese año; 9.03% en 2003; 9.18% en 2005; y 8.47% en 2006. El populismo económico por lo general esconde distorsiones graves.
En realidad el crecimiento de Argentina fue impulsado por factores externos, fuera del control del gobierno: primero, las bajas tasas de interés (o créditos baratos) en el mercado internacional; segundo, por alzas espectaculares de los precios mundiales de los commodities; y, tercero, por una importante recuperación de la economía global, en particular de los países emergentes.
Después de la crisis global de 2008, el PIB mundial creció 5% en 2010; 4.4% en 2011 y 4.5% en 2012. – En Países Avanzados en avance fue de 3% en 2010; 2.4% en 2011; y 2.6% en 2012. En Países Emergentes la expansión fue mayor: 7.3% en 2010; 2.4% en 2011; y 2.6% en 2012.
Este despegue disparó la demanda y los precios internacionales de commodities, sobre todo de los alimenticios, favoreciendo de una manera sustantiva a la economía Argentina. La demanda de alimentos de China disparó los precios. Recordemos que el 67% de las exportaciones argentinas se encuentran directamente vinculadas a los commodities.
Pero el apetito voraz del gobierno creció más rápido que sus ingresos y los aportes de divisas extranjeras de los commodities. El presupuesto fiscal, como porcentaje del Producto Interno Bruto, se duplicó en los últimos 10 años.
SIN LÍNEA DE CRÉDITO
Los abultados déficits, las deudas acumuladas y la reducción de las reservas de divisas del Banco Central, generaron desconfianza y clausura de las líneas de crédito de la banca internacional.
Pero lejos de aplicar una estrategia de austeridad de reducción de gasto público, el gobierno invocó al populismo y echó mano de recursos internos: en 2008 Kirchner nacionalizó los fondos privados de pensiones (con un valor de 30 mil millones de pesos), una empresa petrolera y hasta una aerolínea.
En lugar de cerrar la llave del gasto público, lo abrió más: saltó de 22 por ciento del PIB en 2002 a 44 por ciento 2013. Finalmente, los déficits público empujaron a la Presidenta a echar mano, primero, de las reservas y, segundo, a imprimir dinero. Cifras no oficiales apunta que la reserva de divisas de Banco Central reportan una caída de 50%: hoy ronda los 25 mil millones de dólares, cuando en el arranque de 2011 reportaron techo de 52 mil 600 millones de dólares.
Me resulta incomprensible cómo los líderes de los gobiernos suponen que imprimir dinero sin respaldo en reserva no despertará al peor de los males: la inflación. La Presidente empujó a los argentinos hacia una trampa letal. El gobierno maquillo las cifras. Informó que era de 11%, cuando análisis independientes calculan una carestía que ronda el 30 por ciento. La amenaza de la hiperinflación está a la vuelta de la esquina.
Un elemento de la mezcla patológica que la volvió altamente explosiva, fue el control de cambios, que al final de cuentas en días pasado la Presidente Cristina dio un paso atrás. Y tuvo que ceder porque el gobierno sabe perfectamente que imprimió dinero sin respaldo, devaluado desde el mismo momento que lo lanzó en circulación. En 2011 el dinero que circulaba en el país tenía un soporte en reserva de 52 mil 600 millones de dólares, hoy existe más dinero en circulación pero con un soporte de sólo 25 mil millones de dólares. Imposible imponer una paridad ficticia por decreto. Eso no controlara la fuga de capitales y la reducción de las reservas del Banco Central.
El populismo económico de Cristina Fernández de Kirchner se encuentra en un callejón sin salida, generando el riesgo de detonar algo que podría contagiar a otros países de la región.
En ese escenario, de lo que parecen los primeros escombros del populismo sudamericano, surge otra alternativa: Alianza del Pacífico que libera o desgrava el 92% del comercio entre México, Colombia, Chile y Perú, y un 8% del sector agroindustrial a un plazo máximo de 15 años.
por Agustín Rodríguez Trejo / elarsenal.net
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