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Estrés y Obesidad:  Soluciones para Romper el Ciclo

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La obesidad y el estrés forman un círculo vicioso que afecta a millones de personas en el mundo. En 2025, con la prevalencia de obesidad alcanzando niveles alarmantes —según la OMS, 1 de cada 8 adultos vive con obesidad— y el estrés crónico en aumento debido a estilos de vida acelerados, entender su relación es crucial. Este artículo explora cómo el estrés contribuye a la obesidad, los desafíos para bajar de peso y estrategias basadas en evidencia para abordar ambos problemas, destacando su impacto en la salud pública y el bienestar individual.

Contexto y Antecedentes

La obesidad, definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30, es una enfermedad crónica multifactorial. Desde 1990, su prevalencia global se ha duplicado, afectando a más de 650 millones de adultos en 2022. Paralelamente, el estrés crónico, impulsado por factores como presiones laborales, inestabilidad económica y entornos sociales, se ha convertido en un problema de salud pública. Estudios recientes vinculan el estrés psicológico en la infancia con el desarrollo de obesidad y enfermedades metabólicas en la edad adulta, según investigadores del Tecnológico de Monterrey.

La relación entre ambos se explica por mecanismos fisiológicos y conductuales. El estrés activa el eje hipotalámico-pituitario-adrenal, aumentando la producción de cortisol, una hormona que promueve el almacenamiento de grasa abdominal y estimula el apetito por alimentos ricos en grasas y azúcares. Además, el estrés psicológico puede llevar a hábitos alimenticios emocionales, como comer por ansiedad, y a un estilo de vida sedentario, agravando el riesgo de obesidad.

En México, la situación es crítica: el 70% de los adultos y el 33% de los niños tienen sobrepeso u obesidad, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición. La pandemia de COVID-19 evidenció cómo la obesidad, combinada con enfermedades crónicas, aumenta la mortalidad, lo que resalta la urgencia de abordar este problema desde un enfoque integral.

Análisis Crítico

Mecanismos Biológicos: El cortisol, conocido como la “hormona del estrés”, no solo favorece la acumulación de grasa visceral, sino que también altera el metabolismo de la glucosa, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2. Un estudio publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology (2024) señala que el estrés crónico puede desencadenar inflamación sistémica, un factor clave en las complicaciones de la obesidad. Sin embargo, la dirección de la causalidad no está clara: mientras el estrés puede provocar obesidad, el estigma social asociado al peso excesivo también genera estrés, perpetuando el ciclo.

Factores Psicosociales: La OMS destaca que los entornos sociales y económicos limitan las opciones individuales. En comunidades de bajos ingresos, el acceso a alimentos saludables es reducido, y el estrés por inseguridad alimentaria o laboral fomenta el consumo de ultraprocesados. Además, la estigmatización de las personas con obesidad, como señaló la Federación Mundial de Obesidad, agrava problemas de salud mental, lo que dificulta la adherencia a tratamientos.

Desafíos para Bajar de Peso: Las soluciones tradicionales, como dietas restrictivas y ejercicio, a menudo fracasan si no se aborda el estrés. Según un informe de la BBC, el IMC como medida única es impreciso, ya que no distingue entre grasa y músculo ni considera la salud metabólica. Expertos como Ricardo Cohen, del Hospital Alemán Oswaldo Cruz, abogan por clasificar la obesidad en “preclínica” (sin daño orgánico) y “clínica” (con complicaciones), permitiendo intervenciones personalizadas. Sin embargo, el acceso a tratamientos como fármacos antiobesidad (por ejemplo, semaglutida) está limitado por costos y disponibilidad, especialmente en países de ingresos bajos.

Intervenciones Efectivas: La Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda políticas públicas como impuestos a bebidas azucaradas, etiquetado frontal de alimentos y promoción de entornos escolares saludables. A nivel individual, estrategias como la terapia cognitivo-conductual para manejar el estrés, junto con programas de alimentación consciente (mindful eating), han mostrado resultados prometedores. El ejercicio regular, además de reducir el peso, disminuye los niveles de cortisol y mejora el bienestar mental, según Laparoscopic.MD. En México, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) promueve programas integrales que combinan nutrición, actividad física y educación, aunque su alcance sigue siendo limitado.

Críticas a las Soluciones Actuales: Algunos expertos advierten que el enfoque en tratamientos farmacológicos, como los propuestos en The Lancet, puede estar influenciado por intereses de la industria farmacéutica, como Novo Nordisk. Además, el modelo pesocentrista, que prioriza la pérdida de peso sobre la salud integral, perpetúa el estigma y puede generar ciclos de peso perjudiciales. Un enfoque de “salud en todas las tallas” (HAES) promueve el bienestar sin discriminar por tamaño corporal, pero enfrenta resistencia en sistemas de salud tradicionales.

Relevancia

La relación entre estrés y obesidad trasciende lo individual, afectando sistemas de salud, economías y sociedades. Según el Atlas Mundial de la Obesidad (2023), el costo global de la obesidad asciende a 4.3 billones de dólares anuales, equivalente al 3% del PIB mundial. En México, los gastos médicos asociados representan una carga significativa para el sector salud. A nivel social, el estigma de la obesidad exacerba desigualdades, especialmente en mujeres y comunidades marginadas. Abordar este problema requiere un enfoque multisectorial que combine políticas públicas, educación y apoyo psicológico, con impacto directo en la calidad de vida y la sostenibilidad de los sistemas de salud.

Conclusión

La obesidad y el estrés están profundamente interconectados, alimentando un ciclo que requiere soluciones integrales. Combatir el estrés mediante terapias, ejercicio y entornos saludables es tan crucial como mejorar la dieta y el acceso a alimentos nutritivos. Las políticas públicas deben priorizar la prevención y la equidad, mientras que los individuos necesitan herramientas para gestionar el estrés sin recurrir a hábitos perjudiciales. En 2025, el desafío es claro: romper este ciclo no solo mejorará la salud, sino que fortalecerá sociedades más resilientes. Es hora de actuar con empatía, evidencia y compromiso.

Fuentes

  1. Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2025). Prevención de la obesidad. https://www.paho.org/es/temas/prevencion-obesidad
  2. Organización Mundial de la Salud (OMS). (2025). Obesidad y sobrepeso. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight
  3. The Lancet Diabetes & Endocrinology. (2024). Redefining obesity: A new clinical and pre-clinical framework. https://www.thelancet.com/journals/landia/article/PIIS2213-8587(24)00245-6/fulltext
  4. El Economista. (2025). Estiman 4,005 millones de personas con sobrepeso y obesidad en el 2035. https://www.eleconomista.com.mx/salud/Estiman-4005-millones-de-personas-con-sobrepeso-y-obesidad-en-el-2035-20250304-0002.html
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