Aborto: argumentos modernos contra las ideas retrógradas del Papa

El papa Francisco ha llegado este martes al estado mexicano de Michoacán para ofrecer una misa ante los creyentes de una de las regiones del país más afectadas por la violencia.

 El lunes 15 de febrero, en su paso por el Estado de Chiapas para hablar, entre otras cosas, de la familia, Jorge Bergoglio hizo, como se esperaba, unaproclama contra el aborto. No podía ser de otro modo, ya que la doctrina moral de la Iglesia Católica defiende “la vida desde la concepción hasta la muerte natural” (Catecismo de la Iglesia Católica, Núm. 2270-2279).

Las ideas esenciales que “dan soporte” a dicha postura retrógrada, están expuestas en la Instrucción Donum Vitae. Sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de la Procreación, que fue elaborada y promulgada en1987 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, siendo Prefecto de la misma el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, quien muchos años después se convertiría en el “Papa Benedicto XVI”.

Dicho documento de la dogmática católica incurre, sistemáticamente, en lafalacia de petición de principio, ya que para defender la veracidad de sus dichos nos exige aceptar como ciertas algunas cosas que no se han probado y que, incluso, son difíciles de probar (si no es que imposible). Cosas que ni siquiera pueden considerarse como axiomas ni como supuestos válidos.

Y aunque el texto eclesiástico continuamente apela al “progreso de las ciencias biológicas y médicas”, sólo es para acomodar dicho progreso a ideas dogmáticas aceptadas de antemano.

La Iglesia da por sentada la existencia de “Dios” (que, dice además, es uno y trino). Da por sentada la capacidad comunicativa de ese “Dios” (la revelación). Da por sentado el medio de transmisión oficial de las comunicaciones de ese “Dios” (la Biblia). Da por sentada la capacidad de interpretación oficial de los mensajes de ese “Dios” (el Magisterio de la Iglesia). Y, finalmente, da por sentada la validez de las normas morales que emanan de la Biblia y del Magisterio de la Iglesia. ¡Casi nada!

Por supuesto, nada de esto podemos aceptar quienes defendemos el valor comprobado del método científico, de la Lógica, del sentido común. No podemos aceptar sino lo que puede ser demostrado por vía empírico-racional, a través de razonamientos y pruebas que están a la vista y al alcance de todos, y que pueden ser comprendidos por un cerebro estándar. En el mundo moderno, pues, no hay lugar más que para ideas, juicios y raciocinios que puedan ser entendibles por todos los seres humanos comunes y corrientes, empleando sus capacidades normales.

Por ello, cuando alguien, por muy pontífice que sea, se apoya en ideas tales como el “don de la vida” que ha sido confiado al ser humano por el “Dios Creador y Padre”, simplemente debemos mostrar rechazo, sobre todo cuando de esas ideas se quiere extraer preceptos morales de injustificada aplicación universal.

¿Por qué los individuos que pertenecemos a la Modernidad somos firmes defensores del aborto? Por razones que tienen asidero en razones lógicas y comprobables.

La idea de “yo”

Como lugar común, convencional y útil, diré que René Descartes (1596-1650)inaugura la filosofía estrictamente moderna, es decir, la filosofía que sustenta y justifica la idea de individuo como punto inicial del conocimiento, de la economía, la política, la psicología, el derecho, la sociología, la medicina, etc. El individuo es el átomo de la sociedad moderna.

Y para que ese individuo sea tal, necesita hacerse una idea de “sí mismo”, del “yo”. Más específicamente de “su propio yo”. Sin esta idea, simplemente no existe el sentido de identidad. Si un individuo existe es porque puede decir“yo”; es porque puede distinguirse de los otros, de los demás, de los “no-yo”.

Y ese “yo” no existe en el vacío, ni flota en el aire: existe siempre con referencia a un cuerpo, a una base orgánica, que es la que le permite pronunciarse a sí mismo como un “yo”, pronunciarse a sí mismo como un ente inteligente, racional, capaz de pensamiento.

De aquí que Descartes haya sido muy enfático al identificar la esencia de nuestro ser: res cogitans (cosa pensante) y res extensa (cosa extensa, que ocupa un lugar en el espacio). Y una no existe sin la otra, porque se remiten y se necesitan mutuamente. Pensar un ser humano sin estas características es un esfuerzo condenado al fracaso.

Progreso médico-biológico

Gracias a la ruptura de los atavismos religiosos, las ciencias médico-biológicas han podido avanzar para entender cada vez mejor cómo funciona la base material (cuerpo) de nuestro ser y qué relación tiene esta base material con nuestra forma de pensar, de entender y de entendernos como “yo”.

Gracias a los adelantos en materia embriológica, desde hace varias décadas sabemos que las funciones mentales relativas a la memoria (información acumulada), funciones básicas para la integración de la idea del “yo”, no pueden desarrollarse si no existe y si no funciona el Sistema Nervioso Central, específicamente el encéfalo y, más todavía, el cerebro.

Eso que llamamos “memoria” e “inteligencia” son funciones de la mente que radican orgánicamente en el encéfalo, cuando éste opera de manera normal. Por ello, resulta impensable hablar de “memoria”, función fundamental para generar la idea de “yo”, cuando el encéfalo no está lo suficientemente formado o cuando está dañado de manera irreversible y total.

Entre los 16 y 20 días de la gestación apenas comienza a formarse el sistema nervioso, a partir de un abultamiento en un extremo del tubo neural. Al final del primer trimestre de gestación, el nivel de desarrollo del órgano llamado“cerebro” sigue siendo insuficiente como para permitir que opere con regularidad el almacenamiento de información, función ésta que resulta esencial para el desarrollo de la “memoria”, sin la cual no puede existir idea del“yo”.

Sin la existencia de una base orgánica lo suficientemente desarrollada como para servir de soporte material a las funciones de memorización, es imposible hablar de “individuo” en tanto “ente con vida estrictamente humana”. Y así lo ha entendido el Derecho Moderno.

El individuo en el Derecho Moderno

En el Derecho Moderno, el individuo se define a partir de la idea del “yo”cartesiano, que ha venido acumulando mejoras conceptuales en virtud del progreso de las ciencias médico-biológicas, porque éstas nos aportan datos reales y demostraciones empírico-racionales que nos permiten mejorar nuestras definiciones de “individuo”, “cuerpo”, “mente”, “memoria”, “yo”,“identidad”, etc.

Lo anterior nos explica por qué en las naciones más desarrolladas del mundo,el aborto es legal antes de la semana 12 de gestación, al menos. Éste fue el criterio que impregnó la reforma legal que se llevó a cabo en la Ciudad de México, en abril de 2007, para permitir la interrupción del embarazo sin consecuencias de tipo penal.

Dicho sea de paso, en las leyes mexicanas ya ha sido incorporado el criterio que establece que la vida estrictamente humana depende del funcionamiento normal del encéfalo. En este sentido, la Ley General de Salud dice:

Artículo 343. Para efectos de este Título, la pérdida de la vida ocurre cuando se presentan la muerte encefálica o el paro cardíaco irreversible.

Nuestra Ley General de Salud reconoce que sin esa base orgánica llamada“encéfalo”, no existe, pues, “individuo”. Por infortunio, no se ha aplicado este criterio en el caso del aborto, no obstante que nos consta científicamente que, al menos durante las doce primeras semanas de gestación, la formación del encéfalo es insuficiente como para hablar de un “ser humano”.

Concluyendo

En Chiapas, el Papa Francisco hizo gala del pensamiento retrógrado inherente a la mitología católica. Incurriendo una y otra vez en la falacia de petición de principio, Bergoglio pretende que aceptemos enunciados que no han sido probados, y que aceptemos, además, disposiciones morales basadas en tales enunciados.

Hoy en día, contamos con suficiente base filosófica, científica y jurídica como para concluir, tajantemente, que el aborto no atenta contra la vida estrictamente humana cuando se realiza dentro de las primeras doce semanas de gestación, al menos.

Para nuestra desgracia nacional, el pensamiento mágico-religioso que promueve el Vaticano sigue ejerciendo mucha influencia sobre amplios sectores de nuestra sociedad.

Columna CIUDADANO CERO /  POR CARLOS ARTURO BAÑOS LEMOINE / Profesor UAM-Xochimilco y UPN-Ajusco /  elarsenal.net