Opinión
Carta abierta a Jorge Bergoglio
Jorge Bergoglio. / Jefe del Estado Vaticano.
P R E S E N T E.
Hoy termina su visita a México. Por ello, me permito escribirle estas líneas, que quizá no leerá. No importa, porque de todos modos valen. Le escribo como ex católico y ex seminarista. Como una persona que conoce muy bien, pero muy bien, a la Iglesia Católica, desde la piel hasta las entrañas. A mí nadie me dice en dónde quedaron las hostias, pues.
Mis actuales diferencias con la Iglesia Católica, organización que usted dirige, no me impiden reconocer lo mucho que le debo a ella. Ante todo, le agradezco mi beca de estudios en el Seminario Menor de la Arquidiócesis de México y esa biblioteca tan llena de buenos autores como del silencio necesario para leerlos. Cómo no agradecer las tantas amistades que se fraguaron dentro de los muros de esa institución de enseñanza, muchas de las cuales aún conservo. Varios de mis amigos se ordenaron sacerdotes, no sé si para bien o para mal, y son ellos mi contacto más directo con la Iglesia. Conozco muy bien a sus clérigos y a su feligresía, señor Bergoglio.
También debo agradecer las trascendentales experiencias humanas, demasiado humanas, que viví dentro de la Iglesia, sobre todo cuando me tocó hacer apostolado con campesinos de la Sierra de Guerrero, con pepenadores de los tiraderos de basura de Tlayapaca (Santa Fe), con grupos de Alcohólicos Anónimos, con personas en situación de calle, con ex convictos, con internos de los tutelares de menores y con “chavos banda”. Experiencias inolvidables y de enormes aprendizajes.
Bueno, pues por fin terminó usted su visita a México como máximo representante de la iglesia mayoritaria de este país. Cosa no tiene mucho mérito, por cierto, porque usted y yo sabemos que la mayoría de los mexicanos son católicos por inercia cultural, es decir, por actos de reproducción acrítica y colectiva de formas de ser, de pensar y de actuar a través de las generaciones. Los católicos mexicanos son católicos porque desde pequeños han sido sometidos a procesos de condicionamiento, cual si se tratara de perros pavlovianos dentro de un laboratorio conductista.
Aquí, en México, la mayoría de la población es católica porque, a través de muchas generaciones, las familias han reproducido el acto de imposición religiosa que ocurrió por primera vez, y con mucha violencia, hace 500 años. Ya sabe usted que le estoy hablando de eso que se llamó Derecho de Conquista: el pueblo que ganaba la guerra, imponía su religión a los vencidos. ¡Bonita y bondadosa forma de “predicar” el Evangelio! ¿No cree? Y, bueno, a partir de entonces millones de mexicanos han asumido que laimposición religiosa debe perpetuarse generación tras generación. Seguimos inmersos en el conductismo, pues.
Debemos recordar, además, que mucho tiempo antes de la llegada de los españoles a la tierra que hoy llamamos América Latina, el catolicismo se convirtió en religión de masas en Europa, y en regiones vecinas, gracias a que déspotas y sanguinarios emperadores, como Constantino y Teodosio, impusieron la mitología cristiana como la religión oficial del Imperio Romano. Curioso, ¿no cree usted? El cristianismo pasó de ser una secta marginal y perseguida a una religión imperial y perseguidora.
La clave esencial de la expansión de la mitología católica se halla, por tanto, en la violencia, la guerra y la imposición. No fueron medios persuasivos ni pacíficos los que llevaron al catolicismo a su “máximo esplendor” dentro de la civilización occidental. Y hay más todavía: para mantener su hegemonía ideológica, el catolicismo echó mano de mecanismos y medios crueles, degradantes y represivos, como laSanta Inquisición y el Índice de Libros Prohibidos.
En tales circunstancias, señor Bergoglio, no tiene mucho mérito ser el representante de la mayor organización religiosa de México. Incluso debería resultarle vergonzoso este hecho, porque usted está gozando de muchos beneficios que hunden sus raíces en reprobables actos de violencia y de abuso. Contradictorio, pues, que usted lance tantas diatribas contra el “crimen organizado”, cuando la Iglesia Católica, que usted dirige, ha sacado tanto provecho de actos y de estructuras criminales a lo largo de sus dos mil años de historia. Tenga, pues, un poco de memoria y un poco de vergüenza.
Sinceramente, le confieso que yo creo que las cosas en el mundo caminarían mejor si la mitología que usted representa desapareciera de la faz de la Tierra; que desapareciera por extinción, como efecto del avance del pensamiento moderno. Pero no me engaño. Esto no sucederá; no al menos en el presente siglo, porque son muchos los millones de individuos que todavía necesitan de la “droga” que usted les provee. ¡Para mucha gente es muy difícil vivir sin fantasmagorías!
Y justo porque estoy convencido de que su organización religiosa seguirá presente por muchos años más en nuestro mundo, me permito hacerle algunas recomendaciones, porque, a mi juicio, la Iglesia Católica aniquiló el espíritu de aggiornamento que le fue impreso por el Concilio Vaticano II. La Iglesia dejó de leer los signos de los tiempos.
Señor Bergoglio, a objeto de que su Iglesia sea menos nociva para este mundo, le recomiendo que:
- Permita la ordenación sacerdotal de las mujeres.
- Establezca como opcional el celibato sacerdotal.
- Reconozca el carisma de la “homosexualidad” dentro de su Iglesia y permita el “sacramento del matrimonio” para parejas del mismo sexo.
- Ataque a fondo el abuso sexual infantil.
- Fortalezca la formación intelectual de los laicos.
- Respete los derechos laborales y de seguridad social de quienes trabajan en las parroquias (secretarias, sacristanes, afanadores, etc.).
- Acepte sin discriminación los distintos tipos de familia que existen dentro de su propia feligresía.
- Transparente los ingresos y los egresos de la economía eclesial.
- Estimule sistemáticamente el ecumenismo.
- No se oponga dogmáticamente al aborto ni a la eutanasia. Mejor aporte elementos de juicio para que los fieles tomen sus propias decisiones, de cara al tribunal de su propia conciencia. Confíe en la “acción del Espíritu Santo”.
- No trate de influir en los poderes civiles para que éstos se vuelvan correa de transmisión de sus dogmas. Mejor aspire a que los fieles tomen decisiones de inspiración evangélica en los órdenes ético y moral. Recuerde que la “virtud” no puede ser impuesta, porque deja de ser “virtud”.
Son sólo algunas recomendaciones, que le hago en reciprocidad a las varias recomendaciones que usted le hace a todo el mundo, todo el tiempo.
En fin, hasta aquí la carta. Espero que regrese con bien a su casa y que tome la decisión de variar un poco el rumbo de su Iglesia, para bien de ella misma y del resto de la humanidad.
P.D. Le hago saber que usted y yo cumplimos años el mismo día: el 17 de diciembre. Así que, si en su próxima visita le toca en suerte cumplir años por acá, dese un tiempo para ir a tomarnos un café y platicar, yo qué sé, de Sandro de América, de Jorge Luis Borges o de Soda Stereo.
Carlos Arturo Baños Lemoine / Profesor UAM-Xochimilco y UPN-Ajusco / CIUDADANO CERO / elarsenal.net
-
Zitácuaro3 días agoProyectan creación de 1,500 empleos por construcción de nuevo hospital en Zitácuaro
-
Zitácuaro3 días agoZitácuaro liquida aguinaldos y programa pagos a proveedores para diciembre
-
Regionales2 días agoAlcalde de Tuzantla, Fernando Ocampo Mercado, entrega 100 molinos de nixtamal y 30 paquetes de herramientas
-
Zitácuaro3 días agoMunicipio de Zitácuaro eliminará multas de tránsito y presentará nueva estrategia de movilidad
-
Michoacán3 días agoSSM advierte sobre riesgos por uso de pirotecnia en Michoacán
-
Zitácuaro3 días agoZitácuaro celebra el 50 aniversario del Auditorio Municipal con la develación de placas conmemorativas
-
Congreso2 días agoEmma Rivera anuncia plazos de ingreso para la Universidad Rosario Castellanos en Zitácuaro
-
Zitácuaro2 días agoMary Carmen Bernal concluye serie de posadas en Zitácuaro


