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Opinión

Cordero, ¿misión imposible?

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Nadie sabe todavía cuándo será la elección del próximo presidente nacional del PAN. Tampoco está claro quiénes serán los contendientes. A cuentagotas, la cúpula del blanquiazul resuelve su crisis interna.

La competencia, a todas luces, es desigual. La “aplanadora” panista –la mayoría que respalda al jefe nacional, Gustavo Madero– definió que la campaña dure 60 días y que solo habrá un debate entre los candidatos. Y que si una segunda vuelta fuera necesaria, ocurra el mismo día que la primera votación.

La austeridad, antes que la unidad. Los comicios vendrán –literalmente– para abril o para mayo. Y al cajón de las ignominias partidistas irán las quejas formuladas por panistas de la vieja guardia, como Juan de Dios Castro Lozano, o Fernando Canales Clariond, quienes cuestionaron la integridad moral de los maderistas, quienes controlarán a la Comisión Organizadora de Elecciones.

La aplanadora panista es inversamente proporcional al TUCOM blanquiazul, azuzado por los calderonistas. Madero controla a la burocracia partidista, tiene el respaldo del poblano Rafael Moreno Valle y el sonorense Guillermo Padrés y eventualmente podría sumar al sector más ortodoxo del panismo que aun tiene cuentas pendientes con el grupo que estuvo en Los Pinos hasta noviembre del 2012.

Pero –de acuerdo a tres encuestas levantadas a finales del 2013– Gustavo Madero es rechazado por las bases partidistas. Una de esas mediciones, levantada por la firma Numérika, de Álvaro Mejía Avilés– registra las “preferencias dicotómicas” de los panistas: solo tres de cada 10 militantes panistas está a favor de su reelección.

¿Qué guía a los panistas? Las encuestas reflejan que sus prioridades están lejos del Pacto por México, las reformas estructurales o inclusive, las elecciones estatales. Para ellos resulta imperativo resolver los problemas internos, representar más los intereses de la ciudadanía, que los de grupos de interés y apoyar a los gobiernos locales emanados del partido. ¿Y los problemas que más les afectan? Las divisiones y los conflictos internos, que los líderes solo vean por su beneficio, que impere la corrupción, la desorganización, el abandono a los principios…

Los resultados de esos ejercicios demoscópicos han circulado profusamente entre la cúpula panista. En el cuartel corderista –donde el diputado federal Max Cortázar lleva la batuta, para molestia de muchos– saben que el ex secretario de Hacienda está bien posicionado, pero que la más aventajada es Josefina Vázquez Mota. Y que una alianza derrotaría a Madero.

Eso explica lo que ha pasado al interior del PAN en las últimas semanas. El equipo corderista desplegó una estratégica mediática de presión, para forzar a Gustavo Madero a separarse de la jefatura partidista e influir para una integración “plural” de las comisiones que se encargarán de organizar las elecciones internas. Fracasaron estrepitosamente,

Las fisuras entre los calderonistas pasan necesariamente por su equipo de comunicación política. Algunos panistas suspicaces que sirvieron durante el sexenio anterior en Los Pinos recientemente han manifestado su extrañeza ante lo que califican como una embestida mediática contra Alejandra Sota y sus colaboradores. Eso sí, no meten al mano al fuego por ellos, aunque tampoco lo haría –subrayan– por Max Cortázar, quien sería blanco de próximos ataques y descalificaciones.

Una de las pruebas más contundentes de que hay “dados cargados” ocurrió a finales del año pasado, cuando la secretaria general del CEN panista, Cecilia Romero, rechazó los paquetes de afiliaciones que quiso tramitar la senadora Mariana Gómez del Campo.

En buena medida, Madero ha podido resistir una de las embestidas más virulentas que se hayan visto en la historia reciente del PAN por la solidez de las alianzas que pudo construir con algunos de los líderes locales más importantes del país. Unos –como el senador mexiquense Ulises Ramírez o el presidente del partido, Víctor Hugo Castañeda, habían sido relegados por los corderistas– y otros, como Jorge Romero, Federico Döring y Mauricio Tabe, decidieron alejarse de rancios padrinazgos, para tomar de una vez su lugar dentro de la institución.

Los damnificados del calderonismo, uníos. El nuevo presidente de la Comisión Organizadora, Francisco Gárate Chapa, vuelve a una posición relevante dentro del partido, después de seis años en el ostracismo. Y puede hacerlo con el empuje de Santiago Creel Miranda, quien junto con Juan Molinar Horcasitas y Marco Antonio Adame construyen la estrategia maderista.

Al final, bajo protesta, Cordero y el ex gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva –los dos aspirantes con mayor presencia mediática– aceptaron las definiciones del Consejo Nacional. Mientras, José Luis Luege sigue en la carrera y Josefina Vázquez Mota aun deshoja la margarita.

EFECTOS SECUNDARIOS 

¿DIPLOMÁTICOS? Calmado, sin preocupaciones, se ha visto al embajador del gobierno peñista en Gran Bretaña, Diego Gómez-Pickering, en sus últimos días en el Distrito Federal. Dentro de dos semanas viajará a Londres, para comenzar con los preparativos de su presentación ante la Reina Isabel II y mientras, puntualmente cobra su quincena en Los Pinos.

Menos atemperado reapareció Fernando Castro Trenti en Tijuana. Antes de viajar a Buenos Aires, el perdedor de la elección por la gubernatura de Baja California y futuro embajador en Argentina embistió al grupo hankista, al que fustigó por haberlo traicionado en los comicios del año pasado y ahora, quererse apoderar del PRI en la entidad, a través de Carlos Barbosa, ex líder partidista en la ciudad fronteriza. Con elegancia, el aludido reviró al diplomático: “yo no negocio con las derrotas.

La unidad no se crea con agresiones”… ¡sopas!

por   / elarsenal.net

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