Desde el búnker de San Lázaro

¿Indignados o infiltrados? Para las fuerzas policiacas que trataban de contener a los manifestantes del #1SMx –la protesta ciudadana (sic) que tomó las calles en el Distrito Federal para protestar contra el gobierno federal– era la pesadilla materializada: los contingentes del movimiento #YoSoy132 y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación habían decidido fusionarse y avanzar hacia el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Faltaban menos de cuatro horas para la sesión de Congreso General que daría inicio al segundo año de la 62 Legislatura federal, tras de la cual Ricardo Anaya (PAN) en su calidad de presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, recibiría el primer informe de Enrique Peña Nieto.

Uno de los momentos climáticos del “día de furia” pronosticado por los oficiales encargados del aparato de seguridad estatal, se quedó en un amago: los maestros y los universitarios deciden marchar por separado, en parte porque sus dirigentes no alcanzaron un acuerdo, en parte porque quieren evitar que los “infiltrados” –jóvenes vestidos de negro y embozados, quienes temprano habían protagonizado un choque violento con el cuerpo de granaderos, en Venustiano Carranza– provoquen más problemas.

El dispositivo de seguridad de la policía capitalina inicialmente tuvo más intenciones preventivas que disuasivas. La jornada inicia con la captura de quienes están identificados como los “líderes de los violentos”, entre ellos Yesiel Alejandro Montaño Sánchez. Pero también son detenidos otros activistas sociales, como Amado Miguel Barrera Rocha, de Marabunta, quienes acudieron como observadores.

La CNTE condiciona a que los “anarquistas” –así se les ha identificado– se despojen de sus capuchas para fusionar los contingentes. Lleva una hora sobre Fray Servando Teresa de Mier y a cruce con la avenida 20 de Noviembre –a menos de un kilómetro de la Plaza de la Constitución– frena su marcha para dejar pasar a los rijosos. Originalmente había decidido marchar rumbo a Los Pinos, pero el rumor de que esta misma tarde en San Lázaro será votada la nueva Ley de Servicio Profesional Docente corrige su rumbo.

Vaya forma de legislar. Bajo la proyección de miles de policías, diputados y senadores se acuartelan en el búnker de San Lázaro, donde aprobarán de madrugada la polémica reforma educativa. Emilio Gamboa Patrón, líder de la mayoría priista en el Senado de la República se muestra cándidamente optimista. “Vamos al próximo periodo ordinario de sesiones, conscientes de que será complejo, difícil, pero también lleno de transformaciones que permitirán a México  ingresar de lleno  a la modernidad para recuperar el crecimiento económico, abatir el desempleo, la desigualdad, la pobreza y el hambre”, augura, con su retórica meliflua.

Más cercanos a las interpretaciones de Hernando de Soto y otros defensores del Estado de Derecho, en el gobierno peñista observan en el movimiento social emergente –concitado por las reformas estructurales– a un conglomerado de enemigos del Estado. Nada de una “primavera azteca”. El regreso del PRI a Los Pinos –argumentan– no implica el retorno del régimen autoritario; ni los cambios constitucionales conllevan a una cesión de soberanía…

La administración federal ha optado por la eficiencia en la aplicación de la agenda reformadora, en vez de la aprobación popular. En Los Pinos saben perfectamente –a través de las mediciones que aplican las empresas contratadas por Rodrigo Gallart, por órdenes de Aurelio Nuño– que el ánimo de los ciudadanos está en descenso, que la propuesta modernizadora simplemente no “ha prendido”. ¿Acaso la estrategia y el mensaje gubernamental –planeados en la oficina de Andrés Massieu Fernández, pero producidos y pautados por despachos privados– no han sido completamente comprendidos? ¿Faltó potencia al llamado a los mexicanos a escribir “una nueva historia” o hay algo más de fondo? ¿Quizá una incomprensión a un conglomerado social inevitablemente eludirá a la esclavitud de cualquier tiranía disfrazada pero que tampoco quiere una democracia silvestre?

El poder también está  circunscrito a las leyes. La persistencia de diferenciar a los “violentos” –aprovechando la resistencia civil del movimiento magisterial– del resto de la sociedad civil es altamente riesgosa. Y más, cuando desde el oficialismo alentaron confrontaciones estériles, como la imprudente idea de establecer una “cadena humana” que se opusiera a la marcha de los indignados.

¿Indignados o infiltrados? Ayer resultó evidente queel Estado de Derecho tiene muchos enemigos. Y que la incertidumbre sobre el futuro ha comenzado a pesar sobre el presente.

EFECTOS SECUNDARIOS

INTÉRPRETE. Para nadie es un secreto que la lectura es uno de los pilares de la educación. Las herramientas tecnológicas podrán evolucionar, pero si no leemos o no entendemos lo que leemos no podremos avanzar en uno de los aspectos fundamentales de la educación en México. En este sentido es interesante la labor desarrollada desde hace más de 30 años por IBBY México, una asociación civil sin fines de lucro, enfocada en propiciar el acceso de todos los mexicanos a la cultura escrita a través del gozo por la lectura. Como parte de este esfuerzo y respecto a la reforma educativa, que ha dado tanto de que hablar en los últimos días, la puntualización que hizo hoy Bruno Newman, presidente de esta asociación, es que lo que busca la reforma es mejorar la calidad de los maestros y en ello está al mejorar la calidad  de la educación  en México. Así de sencillo… Desde su trinchera y paralelamente a las reformas que se alcancen en materia educativa, Ibby seguirá trabajando en la creación de comunidades lectoras a través de mediadores capacitados y acervos de calidad, en espacios de diálogo con el fin de contribuir al desarrollo de personas libres y reflexivas que participen en la construcción de una sociedad más justa.

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por Alberto Aguirre / Correo electrónico: aam@mexico.com / elarsenal.net