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Opinión

Drogas y Derechos Humanos. Los errores de Enrique Peña Nieto

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Como lo advertimos en este mismo espacio, resultó sumamente previsible y desangelada la intervención del Presidente Enrique Peña Nieto en la Sesión Especial de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas sobre Drogas (UNGASS). Y no solamente eso: también resultó incoherente e irracional en muchos aspectos.

Desde la máxima tribuna de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Presidente Enrique Peña Nieto se pronunció a favor de la regulación de la marihuana sólo para fines medicinales y científicos. Léanlo muy bien todos ustedes: nuestro Jefe de Estado y de Gobierno ni siquiera fue capaz de postular y defender, en la tribuna de la ONU, el criterio sobre la marihuana recién establecido por nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la cual validó la constitucionalidad del uso lúdico o recreativo de la marihuana.

¿Qué pensar, pues, de un Presidente de la República, de un Jefe de Estado y de Gobierno, que soslaya o minimiza los criterios emitidos por el máximo juzgador del país que representa? El mensaje al mundo es claro y no creo que la SCJN se haya sentido a gusto con las palabras del Presidente Enrique Peña Nieto.

El Presidente Peña Nieto fue a la ONU a hablar como representante de todo el Estado Mexicano, restándole voz y valor a la SCJN, que es una instancia fundamental del Estado Mexicano. Así de absurdo. Y la vergüenza tuvo dimensión planetaria.

Por otra parte, el Presidente Enrique Peña Nieto, no obstante haber reconocido el fracaso del paradigma prohibicionista-punitivo (la infausta “guerra contra las drogas”), no se pronunció por la anulación total de dicho paradigma. Sólo deslizó la idea peregrina de transitar a un enfoque con “perspectiva de derechos humanos” y con “una eficaz regulación”.

Ajá, ¿y eso qué significa? ¿Qué contenido específico tendría?

Pues lo más que llegó a decir el Presidente de México a este respecto fue: a) que hay que actualizar el marco normativo nacional a objeto de autorizar el uso de la marihuana para fines médicos y científicos, y b)que hay que pensar en la posibilidad de elevar la cantidad de droga legalmente permitida para uso personal.

¿Nada más? ¿Cree el Presidente Enrique Peña Nieto que a eso se reduce la “perspectiva de derechos humanos”?

¡Qué pobreza de pensamiento la del señor Presidente de nuestra República!

A ver, hay que decirle al señor Presidente varias cosas, justamente desde el enfoque de derechos humanos, al cual él mismo apeló pero que seguramente desconoce en realidad:

UNO. Desde una perspectiva coherente y congruente de derechos humanos, es el individuo, NO EL GOBIERNO, quien debe decidir qué consume, por qué lo consume, cuánto consume, cada cuándo lo consume, etc. Un gobierno que niega o merma los derechos de los consumidores de drogas, reales o potenciales, es un gobierno anti-democrático, totalitario, fascista. El gobierno sólo debe regular lo necesario para que los gobernados tomen las decisiones que les apetezcan, asumiendo las consecuencias de sus actos, claro está.

DOS. Desde una perspectiva coherente y congruente de derechos humanos, ningún gobierno debería determinar por sí mismo los “usos lícitos” de la marihuana, ni de ninguna otra droga. Esto sería totalitarismo. Son los individuos quienes deben decidir qué uso quieran darle a las drogas, mientras sus decisiones sean estrictamente de alcance individual, y el gobierno sólo debe reconocer los derechos de los gobernados y facilitar su ejercicio. Un gobierno que “autoriza” el uso de la marihuana para fines medicinales pero no para “fines lúdicos”, pero no para “fines de producción”, pero no para “fines de distribución”, pero no para “fines de procesamiento”, simplemente no puede ser considerado un gobierno respetuoso del “enfoque de derechos humanos”.

TRES. Desde una perspectiva coherente y congruente de derechos humanos, ningún gobierno debería fijar la cantidad máxima permitida de droga para consumo personal, porque esto atenta contra los derechos humanos de los consumidores de drogas, reales o potenciales. Se trataría de una medida dictatorial. Cuando vamos a un supermercado, ¿alguien nos restringe la cantidad de productos a comprar? En una situación normal de libre mercado, ¿sólo podemos comprar una pasta de dientes, una botella de vino, un paquete de pañales, una caja de leche, una cajetilla de cigarros o un par de calcetines? ¿Por qué no se podría comprar droga al mayoreo, como bien se puede hacer con los rollos de papel de baño? Sólo una restricción debe ser aplicable en un mercado libre para individuos libres: la de nuestro presupuesto.

CUATRO. Desde una perspectiva coherente y congruente de derechos humanos, resulta absurdo que un gobierno “descriminalice” el consumo de marihuana u otras drogas, pero “penalice” con dureza las actividades económicas de producción, distribución y venta de drogas; actividades que son necesarias para que los consumidores adquieran su mercancía. ¿Acaso las drogas caen del cielo, llegan por paquetería anónima a cada casa o surgen por generación espontánea en los matorrales? ¡No, es obvio que no! Las drogas suelen llegar al mercado mediante un amplio circuito de producción-distribución-venta. Por ello, resulta a todas luces insensato “descriminalizar” el consumo, pero mantener rabiosamente activa la “criminalización” de todas las actividades económicas de producción, distribución y venta de drogas. ¡Simplemente es absurdo! Mínimo, la ley debería considerar la posibilidad de la auto-producción y del comercio controlado de sustancias: ¡mínimo!

CINCO. Desde una perspectiva coherente y congruente de derechos humanos, debe abordarse de forma especial ese sector de la adolescencia que ya consume drogas, o puede consumirlas dado un fácil acceso a las mismas. Me refiero a los adolescente de 14, 15, 16 y 17 años que ya consumen o pueden consumir alcohol, tabaco y marihuana, al menos de forma experimental u ocasional. Este sector de la población merece una atención especial, para que sus hábitos de consumo no coarten su desarrollo integral, ni faciliten conductas anti-sociales. Desde un enfoque de derechos humanos, resulta esencial establecer los alcances de intervención de madres, padres, tutores y autoridades ante este grupo social que, por un criterio jurídico de dudosa valía, sigue siendo considerado como “infantil”.

Concluyendo

La postura que fijó el señor Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en el marco de la Sesión Especial de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas sobre Drogas (UNGASS), se constituye por sí misma como una clara vergüenza nacional de dimensiones planetarias, porque el señor Presidente no sólo le restó importancia a un criterio trascendente fijado por nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sino que, además, apeló a un “enfoque de derechos humanos” que realmente no entiende, lo que lo condujo a incurrir en varios errores de pensamiento, especialmente en términos lógicos y económicos.

Como país, debemos seguir pugnando por un marco regulatorio de drogas más acorde con nuestros principios constitucionales y civilizatorios; un marco sustentado en la racionalidad, la libertad y la responsabilidad individuales. Nos debemos a la gran tradición liberal e ilustrada del siglo XVIII.

Sin duda, y como una sociedad de personas que presumen de ser “libres”, debemos pensar en lalegalización de todas las drogas ya.

POR  / Profesor UAM-Xochimilco y UPN-Ajusco / CIUDADANO CEROCOLUMNAS / elarsenal.net

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