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Opinión

El expediente Sota

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El 22 de mayo, el buscador del Infomex actualizó la base de datos del caso de Alejandra Sota Mirafuentes. En los últimos 10 meses se habían acumulado al menos 22 solicitudes de información –dirigidas a distintas dependencias de la administración federal–que tenían como protagonista indiscutible a la ex vocera presidencial.

A lo largo del 2013 llegó casi medio centenar de solicitudes de información sobre asignaciones presupuestales, contratos, “entregables” y gastos autorizados por la funcionaria calderonista, durante su estancia en Los Pinos. 

La penúltima oleada de requerimientos de este tipo ocurrió en noviembre pasado, cuando la Secretaría de la Función Pública fue emplazada a resolver si existía alguna investigación “sobre posibles delitos o faltas administrativas” de la ex vocera calderonista y, de ser el caso, si la había motivado alguna denuncia o una acción iniciada por el OCE de esa dependencia o de la Oficina de la Presidencia.

El Comité de Información de la SFP mantuvo esa información como reservada, hasta el 20 de abril pasado, después de que recibiera –el 11 de marzo– sendas solicitudes sobre la resolución de las pesquisas sobre la “evolución patrimonial” de Sota Mirafuentes, su cónyuge, Benjamín Hill Mayoral, y sus dependientes económicos. 

Ambas solicitudes fueron radicadas en el expendiente CI/210/2014, pero las autoridades federales nunca informaron públicamente sobre la conclusión de las indagatorias.

Así, el pasado jueves 29 de mayo –un día antes de la clausura de cursos en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard– la ex vocera calderonista ejerció su derecho de réplica y a través de una misiva que remitió a Noticias MVS –“a quien corresponda”, decía en el destinatario– solicitó la publicación de un comunicado, “como una manera de resarcir los daños y perjuicios hechos a mi honor, vida privada e imagen pública derivados de los señalamientos que respecto a mi persona fueron publicados en ese medio”.

Sota Mirafuentes aludió indirectamente al trabajo de la periodista Dolia Estévez –quien hace cinco meses divulgó un ranking con los 10 mexicanos más corruptos del 2013 en Forbes.com y sostuvo que la ex vocera presidencial era investigada por presunta malversación de fondos y tráfico de influencias– y de los equipos periodísticos de Noticias MVS.

Hace dos meses, el periodista Luis Cárdenas presentó un programa especial sobre el “caso Sota”, en el programa punto-cero, un espacio de periodismo de investigación que a finales del año pasado estrenó el canal 52MX y que promocionaba en sus espacios de televisión y radio con una pauta de spots que, debido las exigencias de Sota Mirafuentes, tuvieron que ser retirados del aire, lo mismo que el video, de 24 minutos de duración, que se exhibía en las redes sociales.

En ese serial se describía a la ex funcionaria de esta forma: “ella manejaba un modesto automóvil y vivía un humilde departamento… De estar entre las mujeres más poderosas del país, se encuentra entre las más corruptas”.

El punto álgido estaba en la adquisición de una vivienda en Bosques de las Lomas.

¿Que mintió para ser Mason Fellow e ingresar a Harvard? Peccata minuta. ¿Que sus colaboradores más cercanos –María Fernanda Vergara, Mayra Colín y, principalmente, Yamil Nares– dobletearon en cargos públicos y negocios privados y obtuvieron contratos gubernamentales? Tampoco. La ex vocera presidencial y sus amanuenses sostuvieron que la SFP no pudo reunir evidencias que comprueben tráfico de influencias y conflictos de intereses.

Nada más falso.

Por lo demás, el expediente laboral de Sota Mirafuentes ratifica lo que se ha divulgado profusamente desde hace un año: no obstante haber dejado truncos sus estudios de licenciatura en el ITAM, obtuvo sueldos millonarios, gracias a sus posiciones relevantes dentro de la alta burocracia panista durante 13 años ininterrumpidos.

Nada de meritocrático hay en la década de la “licenciada Sota Mirafuentes” (sic) dentro de la administración pública. Su breve paso por la Secretaría de Energía, por ejemplo, muestra que por dos meses de trabajo como “asesora externa”, adscrita a la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, recibió 212,649 pesos.

Y que los seis meses que estuvo en la nómina de esa dependencia, le fue asignada la clave KC1 –director general–, con la que pasó a percibir 17,629 pesos de salario mensual, más 135,853 adicionales, por “compensaciones garantizadas”. En junio del 2004 y hasta dos años después regresó a la nómina gubernamental, con la misma clave presupuestal, cuando el equipo de transición comenzó a devengar salarios.

Sota Mirafuentes no salió de Los Pinos, entre diciembre del 2006 y diciembre del 2012. En ese lapso ocupó consecutivamente las coordinaciones de estrategia y mensaje gubernamental y de imagen y opinión pública, para finalmente hacerse cargo de la coordinación de comunicación social y la vocería del gobierno federal.

No obstante, mantuvo su plaza (HC2) –equiparada a subsecretario de Estado– y su percepción neta ascendía a 203,487 pesos mensuales.

“No existen elementos para presumir incongruencia entre mis ingresos y erogaciones, y mucho menos un aumento ilegítimo de mi patrimonio”, interpretó Sota Mirafuentes quien omitió una frase que le da sentido al texto: en materia de evolución patrimonial no se advierten  inconsistencias. Ni más ni menos.

Otra lectura posible de la resolución de Luna Alonso: la ex funcionaria calderonista enriqueció, en efecto. Pero lo hizo con los ingresos que obtuvo de su salario, quien después de un sexenio en la alta burocracia, a principios del año pasado se estrenó como asesora integral de comunicación, con el gobierno mexiquense.

El expediente de la SFP no explica sus constantes cambios de domicilio ni sus frecuentes viajes –pasaba los fines de semana en uno de los spas más caros de Miami Beach–, ni su vestimenta de oropel ni sus joyas, ni las fiestotas –a las que acudían el presidente Calderón y su esposa, secretarios de Estado, gobernadores, directivos de medios informativos y columnistas–, que justamente fueron las que comenzara a celos y suspicacias entre sus ex compañeros de Los Pinos.

Por cierto, solo la última de esas fiestas tuvo lugar en la casona de Bosques de las Lomas y de la que únicamente reportó su valor comercial, mas no lo que invirtió para la “remodelación integral” que sufrió ese inmueble y que ya está lista, para el retorno de sus dueños.

Paradojas de las comunicadoras panistas. Sota Mirafuentes hizo todo lo posible por distanciarse del modelo Marta Sagahún y es lo más cercano a la ex primera dama.

Por  / elarsenal.net

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