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Opinión

El Instituto Nacional Electoral enterrará al IFE

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La actual partidización del IFE -un instituto que alguna vez nos habíamos regalado los ciudadanos con el fin de organizar elecciones transparentes y realmente libres, no controladas por un gobierno o por un partido-, es la nota mayor que hace necesaria su sepultura. De alguna forma, hoy todo dentro de las paredes de ese instituto luce como hecho a la medida de las necesidades del PRI, a quien no osan sancionar aún ante tan evidentes irregularidades como las que se cometieron en las elecciones presidenciales de 2012.

Una salida posible y deseable es, sin duda, la transformación del IFE en el Instituto Nacional Electoral (INE), que además de ser auténticamente ciudadano, ahora sí, sin fallas, con mecanismos que así lo garanticen de la A a la Z, pueda manejar al mismo tiempo las elecciones federales, estatales y municipales, sustituyendo a los 32 institutos electorales estatales, que actúan en innumerables ocasiones a las órdenes de los gobernadores.

Un INE podría de esta manera matar dos pájaros de una sola pedrada: dotar a la sociedad de un nuevo instituto ciudadano transparente que organice las elecciones federales, y que absorba las funciones de todos los actuales institutos estatales electorales, que como se muestra por ejemplo en Veracruz o Zacatecas, se pliegan servilmente a los intereses de los gobernadores en turno, traicionando el espíritu ciudadano y transparente con que fueron creados, como el IFE también lo hace.

Los institutos electorales estatales quedarían como delegaciones del INE en cada una de las entidades del país, y responderían a las instrucciones de las oficinas centrales en el DF, con lo cual se evitarían gravísimos retrocesos gracias a los nuevos señores feudales llamados aún gobernadores, que quitan y ponen candidatos, revientan alianzas, y quieren hacer las veces de consejeros electorales y al mismo tiempo de grandes electores, decidiendo qué candidatos ganan y quiénes pierden.

Asimismo, y pese a lo que pudiera augurarse, el presupuesto del INE sería menor a la suma de lo que gasta anualmente el IFE y los institutos estatales electorales. Bastante menor. La tendencia en todo el mundo democrático es justamente ésta, organizar elecciones con el menor costo posible y las mejores garantías de transparencia. México no tiene por qué ser la excepción.

El nacimiento del INE se daría en el marco de una gran reforma político-electoral, que se concretaría quizá en el siguiente periodo ordinario de sesiones del Congreso, y se daría bajo el techo del Pacto por México, en cuyos compromisos ya ha sido muy claramente delineado y anunciado.

De hecho, el compromiso número 90 del Pacto habla de impulsar una Reforma Electoral que atienda temas como reducir y hacer más transparente el gasto de los partidos, disminuir el monto de los topes de campaña, integrando que sean causales de nulidad de una elección tres puntos: rebasar tales topes, el uso de recursos fuera de las normas, y comprar cobertura informativa.

El compromiso 90 de Pacto también hace referencia a revisar los tiempos oficiales de radio y televisión para impulsar una cultura de debate político y una racionalización del uso de los anuncios publicitarios, prohibir el uso y la entrega de utilitarios de promoción electoral, tales como materiales plásticos, materiales textiles, despensas y materiales de construcción.

El fortalecimiento de la legislación actual para poder evitar el uso de dineros ilícitos o ciertos esquemas financieros tramposos para coaccionar el voto, también está ya considerado en esta reforma que viene.

Y claro está, asimismo, por supuesto, la creación de una autoridad electoral nacional, y con “una legislación única”, que aplique para las elecciones federales, las estatales y las municipales. Esta autoridad sería el INE. Todos los que han visto de cerca cómo operan los institutos electorales actuales, cómo se ciñen al “Señor Gobernador”, a cambio de lo que sea, podrán darle la razón a la llegada del INE. Y también todos quienes están conscientes de que el IFE ha llegado a sus límites, que hoy en día su forma de operar representa un retraso de al menos 12 años, también coincidirán en la necesidad del INE.

Así las cosas, habrá que celebrar que el Instituto Nacional Electoral enterrará al IFE. Sin duda.

Por: Raúl Tortolero @raultortolero1 / elarsenal.net

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