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Opinión

¿El principio del fin del chavismo?

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En una elección sin precedentes, el domingo 06 de diciembre salieron los venezolanos a elegir 167 diputados para la Asamblea Nacional de Venezuela, órgano unicameral que, formalmente, se encarga de elaborar las leyes de ese país, aprobar el presupuesto público y contrapesar al Ejecutivo Nacional. El Senado dejó de existir tras la entrada en vigor de la Constitución de 1999.

Los resultados oficiales son históricos y apabullantes: el chavismo ha perdido la mayoría en la Asamblea Nacional, ya que la oposición alcanzó 99 de 167 escaños, con una participación ciudadana del orden del74.25% del electorado. Por primera vez, el gobierno “socialista” tendrá que entendérselas con un parlamento opositor. Y este hecho, además, está siendo interpretado como un pronóstico para el 2019: la derrota definitiva del chavismo.

Los resultados de la reciente elección parlamentaria son sumamente importantes, porque dejaron en una situación complicada al gobierno que encabeza Nicolás Maduro (2013-2019), el fallido sucesor de Hugo Chávez. El sentido de la elección no era para menos, porque la gestión de Maduro ha sido un fracaso, por donde se la vea. Como nunca antes, Venezuela padece: a) escasez de productos básicos (con su respectivo mercado negro), b) inflación alta y galopante, c) inseguridad pública aguda, d) represión a las posturas disidentes, e) caída del gasto social, f) corrupción burocrática y g) polarización social. El aparato productivo y distributivo de índole privado, está colapsado. Y las “empresas públicas” son auténticos nidos de burócratas ineficientes y serviles, por decir lo menos. Además, el cuerno de la abundancia petrolera se secó tras la continua y escalonada caída de los precios del petróleo a nivel internacional, a partir del 2008-2009.

Estas elecciones parlamentarias están demostrando, cabalmente, la fragilidad estructural del modelo chavista, esa cosa que fue llamada oficialmente “Socialismo del Siglo XXI”, pero que, en realidad, ha sido y es el socialismo fracasado del siglo XX. Es el socialismo de la URSS, de Cuba, de Corea del Norte, de China(en su tiempo), etc. El socialismo de la planificación central, de la ideocracia “revolucionaria”, del aparato burocrático autoritario y controlador en extremo, de las empresas públicas ineficientes y corruptas, de la sistemática represión política, del partido único o hegemónico, de la élite político-militar que vive con lujos mientras fastidia de hambre al resto de la población, de los gulags, de la ficticia separación de poderes, del líder mesiánico, de las abusivas estrategias propagandísticas del régimen, etc.

En su momento, Hugo Chávez supo capitalizar el descontento de los venezolanos con respecto a las gestiones presidenciales de la élite bipartidista: el Comité de Organización Política Electoral Independiente(COPEI), de naturaleza demócrata-cristiana, y la Acción Democrática (AD), de línea socialdemócrata. Estas dos instituciones partidarias, son sus múltiples aliados, terminaron por establecer una especie de alternancia pactada bipartidista, caracterizada por la corrupción y la pobreza. La riqueza petrolera sólo servía para unos cuantos que, finalmente, siempre eran los mismos: las mismas familias, los mismos apellidos.

A lo largo de la década de los noventa del siglo XX, Chávez logró colocarse como “tercerista”, fijando la idea de que COPEI y AD eran la misma cosa, con matices. La idea prendió en un pueblo venezolano harto y cansado de las cúpulas políticas tradicionales, y se lanzó a la aventura chavista.

Después de un fracasado golpe de Estado, en 1992, Chávez pasó dos años en la cárcel. Ya libre, en 1994, fue ganando más popularidad. Mucho ayudó para ello el desaseo y los malos resultados del gobierno deRafael Caldera (1994-1999), un ex COPEI. Y con una facha artificial de candidato civil, educado y moderado, totalmente ajeno a las élites políticas venezolanas, Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales de1998, para jurar el cargo en 1999.

La amplia ventaja electoral que tuvo su Movimiento V República (MVR), le permitió a Chávez emitir una nueva constitución en 1999 (la hoy vigente), con la cual afianzó y aseguró el poder gubernamental de Venezuela prácticamente hasta el día de su muerte (05 de marzo de 2013). La separación de poderes (cinco, en vez de los tres clásicos) resultó una ficción, porque Chávez ejercía el control de los mismos.

Para su fortuna, el precio internacional del petróleo se fue a las nubes durante sus primero (1999-2001) y segundo (2001-2007) períodos presidenciales, lo que le permitió a Chávez ejercer un gasto público faraónico en “obras y servicios sociales”, dando la impresión de que los tiempos de pobreza y marginación habían quedado atrás. La gente quedó maravillada por los beneficios recibidos; todos ellos, claro está, dentro de la más pura dinámica populistadar y dar para conquistar votos y para allegarse de una amplia base de apoyo popular. Los ingresos petroleros dieron para eso y más.

También corrió a su favor el hecho de que, en América Latina, se experimentó una cascada de triunfos electorales afines a su sello: Néstor Kirchner (Argentina, 2003); Inácio “Lula” da Silva (Brasil, 2003); Evo Morales (Bolivia, 2005); José Manuel Zelaya (Honduras, 2005); Rafael Correa (Ecuador, 2006); Michelle Bachelet (Chile, 2006); Daniel Ortega (Nicaragua, 2007); y Fernando Lugo (Paraguay, 2008).

Todo parecía indicar que América Latina se corría “a la izquierda” para, en conjunto, enfrentar al“imperialismo yanqui” y establecer una nueva soberanía continental (“La Patria Grande”). Obviamente, la Venezuela de Chávez llevaba mano, no sólo por ser la primera nación en vivir esa experiencia, sino porque los caudalosos ingresos petroleros le permitieron ser la “tía dadivosa” del nuevo izquierdismo latinoamericano, al que se sumó la Cuba castrista en calidad de decana y madrina.

Chávez adquirió la fuerza necesaria para volverse, incluso, un bocón y un bravucón de primera línea, dentro y fuera de Venezuela. Condena, fustiga, recrimina, maldice, mienta madres, insulta, amenaza y se cree el centro del nuevo mundo socialista. Habla hasta por los codos y dice cualquier cantidad de sandeces. Las circunstancias están a su favor, finalmente. Su megalomanía se vuelve extrema. Y su demagogia no conoce límites. Y las masas acríticas lo endiosan.

Pero la verdad es que todo el “bienestar” que presume la Venezuela de Chávez es endeble y pasajero. Con tantos millones de dólares en los bolsillos, Chávez no logró apuntalar un aparato económico que, al menos, indujera la sustitución de importaciones. Tampoco consiguió diversificar significativamente sus exportaciones, ni sentar las bases para desarrollar tecnología propia.

En su paranoia populista, Chávez comienza a expropiar a tontas y a locas, así como a atacar a las empresas privadas. Crasos errores que han llevado a Venezuela al estado de penuria económica en el que se encuentra actualmente; al estado de las largas filas, de las políticas de racionamiento, de la perversión del sistema de precios, del irracional control de cambios y de la deuda disfrazada.

Cuando Chávez da inicio a su tercer mandato (2007-2013), el precio del petróleo comenzó a descender a nivel mundial, lo que se dejó sentir de inmediato en la economía venezolana. Resultó contradictorio, por ejemplo, que desde finales del 2009 la Venezuela “petrolera” sufriera una profunda crisis energética, la cual obligó al gobierno a aplicar el “racionamiento eléctrico”. La crisis generalizada comenzó a mostrar sus signos. La inseguridad pública se fue hacia arriba en tanto que se acentuó la represión política hacia los grupos disidentes.

En un escenario complicado por su desgaste político y su delicado estado de salud, Hugo Chávez aseguró el triunfo en las elecciones presidenciales de 2012, para el período 2013-2019: 55% contra el 44.3% deHenrique Capriles. Pero el cáncer acabó prematuramente con él, dando paso a una nueva elección que apenas ganó, también contra Henrique Capriles, Nicolás Maduro (50.6% sobre 49.1%). El mandato presidencial de Maduro termina en el 2019.

La gestión de Nicolás Maduro no ha venido sino a acrecentar la crisis del chavismo. Una crisis económica, social, jurídica, política y cultural. La retórica dizque revolucionaria también se ha desgastado, al igual que la “base popular” del fracasado experimento socialista venezolano. La gente cada vez está más harta de un gobierno que quiere tapar la carestía y la ineficiencia con encendidos (y fastidiosos) discursos que mencionan hasta el hartazgo al “Comandante Supremo y Presidente Eterno de Venezuela, Hugo Chávez”.

Las elecciones parlamentarias del domingo 06 de diciembre son un eslabón importantísimo en función del previsible y anunciado colapso de un experimento fallido: el chavismo, el “Socialismo del Siglo XXI”. Pero hay que decir, para finalizar, que si bien estamos atestiguando el inicio del fin de un embuste, los resultados electorales apuntan a que volverán a posicionarse, en el mapa político de Venezuela, las viejas oligarquías locales, pero con nuevos rostros.

Al parecer, a Venezuela le está pasando lo mismo que a Argentina hace unos días: está pasando de un extremo detestable a otro no menos vituperable. Me da la impresión que Venezuela está pasando de un populismo vomitivo y despilfarrador a un nuevo mercantilismo oligárquico. Al tiempo.

Por Carlos Arturo Baños Lemoine /  Profesor UAM-Xochimilco y UPN-Ajusco / CIUDADANO CERO / elarsenal.net

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