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Opinión

“El terror asoma en Guerrero”

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Terrorismo no es sólo poner bombas: es amedrentar, usar la violencia de las turbas para imponer una voluntad. Es lo que hacen los maestros de Guerrero, atando y obligando a personas a marchar con letreros denigrantes colgados, rompiendo fiestas, forzando a ofrecer disculpas en público…

Vivimos la imposición de una voluntad para conformar una violencia:

–Antier, maestros golpearon y retuvieron a policías federales. Con una camioneta en reversa los arrollaron y ocho resultaron heridos, de los cuales seis se encuentran en estado grave, uno con derrame cerebral.

–El sábado, maestros encapuchados o embozados con paliacates y armados con toletes, rompieron una fiesta de periodistas y retuvieron a más de un centenar al grito de “prensa vendida”. Después los obligaron a marchar y “ofrecer perdón” por bailar y les propinaron toletazos en las costillas.

Estos maestros ya dan órdenes como un grupo terrorista: que no haya elecciones en el estado, que no se celebren fiestas para no manchar la memoria de los 43 normalistas desaparecidos, que los ciudadanos avancen en fila para recibir golpes.

Se trata de un terrorismo que se comete en una sociedad civilizada y da la impresión de que no hay que contestarle, porque se produce en respuesta a otro acto violento: la desaparición de 43 estudiantes a manos del crimen organizado por orden de un ex alcalde del PRD.

El poeta comunista Eraclio Zepeda, quien antes tomó las armas y ha vivido en Cuba, China y la ex URSS, y sí sabe cómo terminan esos excesos, alertó ayer al recibir en el Senado la Medalla Belisario Domínguez:

“Por grande que sea el dolor, el crimen no se combate con más crimen. La arbitrariedad, la violencia, la destrucción de instituciones y propiedades de particulares y el acoso de los trabajadores y la ley, al grado de poner en peligro su propia integridad, es inaceptable”.

Mientras, lo que ocurre en Guerrero adquiere visos de prácticas de Sendero Luminoso en el Perú de los años ochenta, como en el caso del ultraje a los periodistas retenidos el sábado, obligados a disculparse en la plaza del pueblo por estar celebrando mientras Guerrero “está de luto”.

Además de golpearlos, los maestros les robaron cámaras y teléfonos y los obligaron a pagar tres mil 900 pesos para liberarlos. “Nos sacaron del salón, nos hicieron caminar de una forma humillante y nos dieron toletazos para que avanzáramos”, contó ayer la periodista Brenda Nava.

A ese paso, Guerrero se convertirá en un territorio autónomo de facto. Quienes lo pretenden y quienes lo apoyan, deberían haber escuchado ayer a Eraclio Zepeda:

Vivir en sistemas totalitarios me sirvió para saber qué deseaba ayudar a construir en mi país… y qué no deseaba.

Están a tiempo.

POR  / elarsenal.net

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