En Brasil se esfuma el sueño futbolero, viene la pesadilla económica

Los brasileños tenía la certeza de que ganarían el campeonato mundial de futbol. La publicidad y el optimismo de gobierno vendieron ese sueño. Todo quedó en una ficción. Ante los alemanes, el país presentó un equipo sin magia, con un anticuado e ineficiente esquema de juego, dicen los “expertos”.

Pero la noche deportiva que ensombreció a Brasil, podría extenderse a lo económico.

El modelo brasileño de desarrollo también ha perdido magia, está en el límite de su capacidad y ha entrado en su etapa de rendimientos decrecientes. La economía ya no responde, como en el pasado, a los estímulos de gasto público. Pese a que el gobierno le inyecta dinero, la economía crece poco y cada vez sus desequilibrios son mayores. Arrastra deudas, déficit y presiones inflacionarias.

En la década de los ochenta el gasto público era el equivalente al 20% del PIB y hoy llega al 40 por ciento. ¿Qué trastornos financieros dejará el gasto realizado para organizar el mundial de futbol? Difícil saberlo en estos momentos, pero los gastos superaron con mucho a lo presupuestado.

EL PEOR SISTEMA FISCAL

Lo que sí podemos señalar es que el intervencionismo del gobierno en la economía —implantado por Lula da Silva y seguido por Dilma Rousseff— se ha carcomido las fuerzas productivas del país, creando, además, un ambiente negativo para los negocios y la generación de empleos.

Para asegurar ingresos y sostener gastos, el gobierno cobra elevados impuestos, tanto que organismos internacionales colocan al sistema tributario de Brasil como “el más oneroso del mundo”.

Por la pesada carga impositiva o fiscal, los Inversionistas y empresas privadas –los generadores de riqueza y empleos–, sencillamente no podrían competir y ganar mercados en una economía abierta.

El burocratismo, excesos regulatorios y administrativos han creado un ambiente poco propicio para invertir. En cuanto a facilidad para emprender un negocio o una empresa, Brasil ocupa el lugar 116 de 189 países en la clasificación internacional del Banco Mundial.

AL BORDE DEL COLAPSO

Además, el gobierno sobre protege de la competencia externa a las empresas que operan en el país. De ese modo asegura ciertos niveles de recaudación. En el índice de libertad económica 2014 del Fraser Institute, Brasil ocupa el lugar 100 de 177 países, por debajo de Chile, México, Perú, Costa Rica entre otros.

El problema es que ese proteccionismo solapa y subsidia la improductividad de la economía. La prueba es contundente: el PIB per cápita de Brasil lleva dos años cayendo: en 2011 llegó a la cima de 12 mil 576 dólares, pero en 2012 descendió a 11 mil 320 y bajó aún más en 2013, al ubicarse en 11 mil 208 dólares (cifras del Banco Mundial).

Otra señal de que el populismo económico de Brasil entró en el ciclo de rendimientos decreciente, lo vemos en el desplome de su industria automotriz.

 La producción de vehículos se desplomó 16.8% en el periodo enero-junio de 2014, al manufacturar un millón 566 unidades. En México, en cambio, el sector creció 7.4% con una producción de un millón 597 mil 594 vehículos.

La humillante derrota futbolera representa un duro golpe político a las aspiraciones de reelección de la Presidenta Dilma Rousseff –¿buscará Lula da Silva una reelección?–, pero también podría significar el inicio de una pesadilla económica para los brasileños.

por Agustín Rodríguez Trejo / HOY TE RECOMENDAMOS LEER: / elarsenal.net