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Opinión

“Es que… es que, no son demócratas”

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Ante las derrotas en Argentina y Venezuela, ha sido de intolerancia la reacción del populismo (incluido su tótem en México: Morena) que desde la “izquierda”  frena las libertades de prensa y empresa y únicamente logra que los electores identifiquen a la izquierda con saqueo, autoritarismo y represión.

Aquí, Morena puso el martes patas arriba la Cámara de Diputados por la aprobación de la reforma al sistema de ahorro de los trabajadores al servicio del Estado, para conformar una entidad paraestatal con autonomía, pero perteneciente al Gobierno federal, lo que evitará su privatización.

Y antier votó en contra de que el DF abandone su actual régimen de excepción política y se convierta en el estado 32, con Congreso, Constitución local desde 2017, facultades en la deuda pública y nombramiento y remoción del secretario de Seguridad Pública y del Procurador General de Justicia.

Ayer el régimen cubano reprimió a golpes una manifestación de madres, hermanas y esposas de prisioneros de conciencia: detuvo a ocho de ellas y a ex presos políticos por celebrar el Día de los Derechos Humanos, además de cerrar el diario digital 14ymedio para evitar que cubriera los sucesos.

También ayer, la presidenta saliente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner se negó a colocar la banda a su sucesor, el liberal Mauricio Macri, que ganó por tres puntos de diferencia las elecciones: un boicoteo a la democracia que le permitió a ella y a su marido gobernar 12 años seguidos.

Un acto de hostilidad a la democracia que imita Nicolás Maduro en Venezuela (aunque aceptó la derrota el domingo) tras perder la mayoría en la Asamblea Nacional, advirtiendo que “a cada medida que tome la Asamblea tendremos una reacción revolucionaria y socialista”.

¿Por qué el populismo actúa así ante las derrotas, ocurran éstas donde ocurran? Porque la marca de la casa de esta corriente política son el autoritarismo, la eternización en el poder y no aceptar los resultados en elecciones.

No entiende la política como el arte de lo posible para controlar las tensiones de las diferentes formas de pensar y de encauzar a las sociedades, de resolver con equilibrios la preeminencia de la empresa privada en la economía y la del Estado en la protección social.

Al contrario, ve la política como un medio para tomar el poder para siempre. De ahí los cambios constitucionales realizados desde el 2000 por el chavismo en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua para reelegir de por vida a sus presidentes. El castrismo lo decidió en Cuba hace 56 años.

Y entonces responden con iracundia a las derrotas, con el No a todo, represión, negándose a perder, amenazando con “revolución” y “socialismo”.

Porque no son demócratas.
Son sólo post soviéticos trasnochados.

POR  / MESA REVUELTA / elarsenal.net

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