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Opinión

“¿Estrategia del olvido en Guerrero?”

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En los próximos días se cumplirán 7 meses de los lamentables sucesos de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, siete meses también de que salió a la luz una disputa entre cárteles de la droga en esta entidad.

Iguala desde donde escribimos estas líneas, sigue su vida tranquila e incluso aburrida de 37-40 grados de temperatura ambiente, aun en el ambiente se siente la inseguridad, se siente el miedo de las personas e incluso cada vez que pasan los elementos de la Gendarmería y Ejército que patrullan el municipio.

Aquí en Iguala se han desatado otros delitos en los últimos meses, delitos como el secuestro y el robo de infante, no rumores y psicosis como en la delegación Coyoacán, aquí los delincuentes en su mayoría pertenecientes a una de las 20 organizaciones criminales que están incrustadas en la entidad han encontrado en el secuestro de campesinos la mano de obra gratuita para cosechar los campos de amapola.

En el caso de los robos de infante, las niñas ocupan el primer lugar de acuerdo a Plácido Bruno líder de la UPOEG, dichos que contrastan con las estadísticas de la Fiscalía General de Guerrero, dichos que para los integrantes de la UPOEG se sustentan con las prendas de vestir infantiles que encuentran en los lugares donde presuntamente hay fosas clandestinas.

Hasta el momento las acusaciones entre las policías comunitarias y las autoridades son mutuas, acusaciones con argumentos sólidos como que hay 300 puntos localizados donde presuntamente puede haber fosas clandestinas, de los cuales solo se han explorado un dos por ciento.

Es cierto que en Guerrero el problema de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, es solo el más pequeño que tiene el actual gobierno y el próximo gobernador que en este momento se disputan la silla entre diversos partidos políticos.

He visto las campañas y los candidatos de todos los partidos apuestan al silencio, al olvido de los sucesos; aquí los dimes y diretes entre candidatos han caído hasta en el robo de papelería y tendones como el caso de Beatriz Mojica que le robaron su papelería en Ayotzinapa.

Todo acá converge, inseguridad y campañas políticas, se mezclan estos dos temas porque incluso el líder de la UPOEG, Bruno Plácido lucha por un escaño en la Cámara de Diputados, es candidato por el Partido Humanista para una diputación Federal.

En Guerrero todos los movimientos sociales son utilizados con una sola finalidad, esa finalidad es obtener una ganancia personal o política, hoy vemos a diversos líderes sociales en movimiento para conseguir ganar la elección.

Mientras esto pasa en los principales municipios y Ciudad de Guerrero, allá en la montaña en esas comunidades alejadas de la civilización el crimen organizado sigue haciendo lo suyo, campos cultivados de amapola custodiados por supuestos “militares”, digo supuestos porque todos saben que esos uniformes se los ponen los integrantes del crimen organizado o los integrantes de los grupos subversivos de la zona conocido como ERPI que cuida los campos de droga a cambio de dinero o armas.

En Guerrero pocos ganan muchos pierden, aquí los caminos han sido concesionarios por las policías comunitarias que pide cuotas módicas con solo extender su brazo a los automovilistas bajo el argumento de “ayuda Pal movimiento, pa la gasolina”, cuotas para no ser revisados.

Guerrero esta entrando en una etapa de efervescencia política y conflicto social, conflicto generado por la CETEG, Ayotzinapa, Guerrilla y crimen organizado, conflicto que las autoridades en turno tratan de olvidar utilizando la estrategia del olvido.

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POR  / elarsenal.net

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