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Opinión

Fuga del Chapo, máximo desprestigio de Peña Nieto

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Nos despertamos este domingo 12 de julio con una noticia en muchas primeras planas, que parecía una broma. Parecía, pero no lo fue. La segunda fuga del Chapo Guzmán es algo increíble, inaceptable, pero también es un hecho irreparable para el ya de por sí muy desgastado prestigio del gobierno federal y pone en evidencia el fracaso de toda política de seguridad y procuración de justicia.

El hollywoodense escape del Chapo Guzmán representa una burla para las instituciones mexicanas, y es un desafío al gobierno de Peña, y a la fuerza y credibilidad del Estado mexicano. Pero sobre todo, revela la falta total de compromiso del gobierno peñista con la ciudadanía, la falta de compromiso para combatir la corrupción y la inseguridad, para mantener presos a quienes deben estar presos por sus delitos, para proveer seguridad, para contener la acción del crimen.

Por supuesto, la fuga dio la vuelta al mundo de inmediato, y los principales y más influyentes medios asumieron la noticia como un duro golpe al gobierno de Peña Nieto. El NYT publicó que la captura del principal capo del cártel de Sinaloa, anunciada con trompetas el año pasado como una victoria en la campaña en contra del comercio de narcóticos, hoy devino en un escape… en un fracaso.

CNN resaltó que para fugarse el líder narcotraficante usó un largo túnel de cerca de un kilómetro y medio de largo, provisto de luz eléctrica y ventilación. Todo lo cual significó para Peña Nieto caer en el ridículo internacional. Mientras permanece de viaje en Francia -en un viaje por demás criticado por su comitiva de cerca de 400 personas-, el Chapo simplemente desaparece de su encierro de “alta seguridad”.

De esta manera, el gobierno no puede pararse el cuello en Europa, mientras en casa pasan cosas tan graves. Sobre todo, si nos ubicamos en el contexto de que Peña declaró en una entrevista en 2014, cuando el Chapo fue detenido, que una nueva fuga sería “lamentable e imperdonable” (Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=gvs8qGrA1Co ).

Entre las consecuencias negativas directas de la fuga del Chapo podemos contar el descrédito de muchas instituciones, como de la Secretaría de Gobernación, por no haber podido conservar el control de los penales federales de supuesta máxima seguridad, aún cuando en el pasado había ocurrido ya una fuga del mismo personaje; y en otra vertiente que involucra a esa misma dependencia, el CISEN ha fallado rotundamente al no haber contado con la investigación suficiente para desactivar una fuga que iba a golpear directamente en el corazón de la administración peñista.

La gobernabilidad ha quedado ciertamente socavada, ya que la legitimidad y fuerza de interlocución de la Secretaría de Gobernación se ha debilitado al mostrar fallas tan inexplicables, o sólo explicables por corrupción. La inteligencia de otras áreas del gobierno, como la de la Policía Federal, del Ejército y la Marina, también ha sido puesta en tela de juicio con este inaceptable evento.

Asimismo, por supuesto, una vez más, ha sido demostrado que las prisiones de máxima seguridad en México son un cuento chino. No hay paredes por gruesas que sean, celdas y puertas reforzadas, autoridades y guardias con pruebas de confianza, que puedan contra el poder corruptor del dinero del Chapo Guzmán, cuya fuga, no puede entenderse sin la complicidad, sin la decidida colaboración de muchos elementos que laboran en esa prisión.

Recordemos que en su anterior encierro, el Chapo tenía en nómina a decenas de elementos que laboraban en Puente Grande, de donde se fugó el 19 de enero de 2001, con un método más sencillo, pero igualmente aceitado por el dinero, como lo fue salir a través de una lavandería, con un vehículo.

Y es que, hasta donde se sabe, jamás han sido afectados a fondo los intereses económicos del Cártel de Sinaloa en nuestro país y en el mundo, no han sido congeladas las cuentas, sus infinitas empresas fachada siguen operando como si nada, y por lo tanto, el motor financiero de ese imperio del crimen está intacto y fresco para actuar a favor de su máximo líder en cualquier momento.

Por ello, el Chapo ha tenido todo lo necesario para planear y operar sus fugas: tiene todo el dinero, los ingenieros, la tecnología, la capacidad operativa, la gente armada… Lamentable, por decir lo menos, que una organización que opera al margen de la ley, pero con la connivencia de muchos en el gobierno y en todos los demás frentes, pueda planear y cavar un túnel en las narices de todo un país. Se trata de una organización que, valga la redundancia, ha sabido hacer honor a su nombre y se ha organizado mucho mejor que la suma de las instituciones del Estado mexicano.

Por desgracia, sin duda hoy en día el Cártel de Sinaloa luce mejor organizado y con mayor control de sus operaciones, en especial esta fuga del Chapo, que miles de empleados del gobierno, de inteligencia, custodia, procuración de justicia y seguridad.

No hay solución al desprestigio que esta fuga acarrea para Peña, su gobierno y el PRI, ni siquiera volviendo a capturar a quien hoy vuelve a ser el enemigo público número de México y Estados Unidos. La ausencia de prevención, el no haber tomado las medidas indispensables para evitar hacer este ridículo, evidencian claramente falta de liderazgo, descuido y frivolidad. En suma, no hay compromiso con las familias mexicanas para ir de frente contra el crimen, la corrupción, la ilegalidad.

Por todo esto, es previsible que habrán de rodar cabezas. Haciendo rodar algunas, el gobierno de Peña intentará desesperadamente desfacer sus propios entuertos. La opinión pública no quedará conforme con el despido y tal vez encarcelamiento de funcionarios medios y de mandos menores, por lo que cabe presuponer que la cabeza de algún secretario de estado podría ser cortada en los próximos días.

Y esto tiene de la misma manera consecuencias de cara al 2018. Pensemos un poco, quiénes se verán beneficiados directa o indirectamente con esta fuga, quiénes son los más golpeados, y quiénes deben asumir las culpas de estos acontecimientos. Las respuestas nos darán luces.

Por último, el factor Estados Unidos se hace cada vez más presente. Ante la incapacidad de las instituciones mexicanas para mantener preso a un delincuente del calibre del Chapo, el gobierno del vecino norteño se ofrece a colaborar en su recaptura, y en recibirlo si es extraditado, para ponerlo preso en una cárcel de donde muy probablemente no saldría jamás.

Aceptar la ayuda de Estados Unidos en la búsqueda del Chapo luego de su segunda fuga, no es nada ajeno a la participación que ya tiene ese país en asuntos de seguridad nacionales; la colaboración actual es muy estrecha, lo es más en algunas instituciones que en otras, pero ahí está, a todo galope.

La ayuda norteamericana no puede entenderse como ningún intervencionismo, sino como una obligación regional de salvaguardar los intereses de ambos países, para lo cual sus diversos organismos de seguridad suman esfuerzos. Sin embargo, la extradición del Chapo sí estaría investida de un halo de fracaso mexicano para ejercer el estado de derecho en su propio territorio y hacer cumplir la ley y mantener presos a quienes hayan sido juzgados.

La extradición, aunque no es nueva, y aunque hay varios capos mexicanos presos por sus delitos en Estados Unidos, en el caso del Chapo, extraditarlo -en el remoto caso que puedan volver a detenerlo- sí equivaldría a reconocer la debilidad de las instituciones mexicanas, su estado de postración ante el crimen organizado, y el alto grado de corrupción que prevalece, que no es combatido, y que por tanto no se detiene ante nada.

POR  / COLUMNASPARADOJAS DEL PODER / @raultortolero1 / elarsenal.net

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