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Opinión

Izquierda inculta: herencia de AMLO

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Entendiendo que nuestra transición democrática acabó en 2012, porque las transiciones acaban cuando se consolida la alternancia en el poder, México necesita contar con una izquierda renovadora y de apertura mental, joven en su lenguaje y ajena a su actual verbalismo rebajado.

Porque el aumento de su nivel político, cultural e ideológico es esencial para hacer contrapeso a la derecha religiosa, favorable al capitalismo competitivo y a la libertad con orden, que representa claramente el PAN; y al pragmatismo aperturista que encarna marcadamente el PRI.

Sin embargo, lo que aquí se hace llamar “izquierda” dista no ya de ser considerada una corriente de pensamiento instruida y apta para el debate político de altura y respetuoso, sino que ella misma no se toma el trabajo de asumirse como tal.

Por ejemplo, el 30 de abril de 2012 se pronunció a favor de que el gobierno asumiera una parte de los pasivos laborales y de pensiones de Pemex y CFE, pero durante los recientes debates en el Congreso sobre la reforma energética se opuso.

Y es su derecho oponerse, sólo que antes estuvo a favor con un proyecto titulado  “Propuesta petrolera 2012: Política petrolera sustentable para el bienestar” (www.ccardenass.org). Pero ahora se opuso tirando una víbora en el salón de plenos, una canción de Gabino Palomares y pemexmínimos.

¿Pero, qué esperar de una izquierda encabezada por un pastiche de priistas que dejaron de serlo por oportunismo o resentimiento: AMLO, Cuauhtémoc Cárdenas, Bartlett, Marcelo Ebrard, Muñoz Ledo, Layda Sansores, Leonel Godoy…?

De cualquier modo, buena parte de esta pobreza de conceptos y criterios es una transmisión de su figura cimera, AMLO, cuyo eslabón más débil como figura política es su bajo nivel educacional, que le crea dificultades para expresarse con fluidez y organizar sus ideas.

Sí, ha firmado la autoría de varios libros, pero es sabido que los políticos tienen equipos de asesores que le escriben libros, discursos, ponencias. Pero la verdad es que sufre para encontrar el momento adecuado en el que debe expresar cada palabra.

Le resulta más fácil ofender, como la ocasión en que para criticar la labor de Agustín Carstens como Secretario de Hacienda le dijo que “no sirve para nada y no sabe ni comer porque toma mucha Coca Cola y Jugos del Valle, puras aguas puercas, come Sabritas y Gansitos, pura chatarra”.

O cuando llamó “chachalaca” a Vicente Fox, “pelele” a Felipe Calderón o “pirrurris” a quienes cree que tienen más dinero que él. Son actitudes insultantes, ofensivas y pedestres con las que demuestra que puede ser más ignorante, pero le falta ambición.

Una ignorancia que permeó a la izquierda actual, que prefiere anular al adversario con lenguaje y actitudes degradantes e inconscientes.

Por herencia de AMLO.

Por  / La Columna / elarsenal.net

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