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Opinión

Juárez y el liberalismo que nos hace falta

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Hoy es 21 de marzo, fecha importante para quienes defendemos, en y desde México, la filosofía liberal y el anarquismo que deriva de la misma de modo lógico y natural. El 21 de marzo de 1806 nació, en San Pablo Guelatao, Estado de Oaxaca, Benito Juárez García, quien ostenta el título de “Benemérito de las Américas”.

Se trata de un hombre no exento de contradicciones, ni de errores. Ser humano era, pues. Un hombre que terminó sus días con una clara intención de perpetuarse en la Presidencia de la República, puesto que llegó a creerse un ser indispensable para la recta conducción del destino del país y para la defensa de la soberanía nacional. En la historia sobran los ejemplos de los apasionados demócratas que terminan pisando los terrenos de la autocracia.

Cierto es que Juárez quiso gozar a perpetuidad de los “poderes especiales” que alguna vez le concediera el Congreso, con el objeto de hacerles frente a los enemigos internos y externos de la república.

Pero Benito Juárez también pertenece a la estirpe de los hombres honorables, de los estadistas a carta cabal, de los políticos que tienen un proyecto claro de nación y se empeñan a fondo para materializarlo.Juárez es de los hombres que marcan huellas indelebles en el destino de los pueblos a través de su obra de gobierno. Fue un ejemplar representante de la gran tradición liberal del México decimonónico; tradición que, no sin dificultades y a veces con retrocesos, posibilitó el acceso de nuestro país a la Modernidad.

Méritos individuales tuvo por montones. Fue un ejemplo indiscutible de la “cultura del esfuerzo”. La orfandad y la pobreza le llegaron acompañadas por la discriminación derivada de su condición indígena. Con talento y tesón logró llegar a los principales cargos de gobierno de la naciente república y, desde ellos, conducir los destinos de México con una clara vena liberal.

Desde joven, Juárez sentía desdén, e incluso repugnancia, por lo clerical y lo eclesiástico. Supo identificar en el catolicismo uno de los principales lastres de nuestro desarrollo nacional. Y pudiendo optar por una vida fácil como “cura de misa y olla”, prefirió dejar el Seminario para seguir el camino del Derecho, para lo cual ingresó en la carrera de Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, graduándose en 1834.

Para entonces, el Vicepresidente Valentín Gómez Farías estaba enfrascado en un conflicto con el clero y los conservadores en virtud de que, entre 1833 y 1834, promovió una serie de leyes (la Primera Reforma Liberal) que tenían como finalidad eliminar las bases jurídica, política y económica de la supremacía eclesiástica y mercantilista que dominó durante los tres siglos de la Colonia.

Gracias a las disposiciones de Gómez Farías se logró la secularización de algunos bienes eclesiásticos, los cuales fueron destinados a tareas educativas y productivas. Los diezmos dejaron de ser obligatorios. Desapareció la obligatoriedad civil de los votos eclesiásticos. Se suprimió la censura clerical hacia la prensa. Fue clausurada la Real y Pontificia Universidad de México. Y se acotó la institución colonial del Patronato, mediante la cual la Corona Española se permitía influir sobre el nombramiento de sacerdotes, obispos y arzobispos.

Como resulta notorio, Gómez Farías sentó las bases de la posterior obra de gobierno de Benito Juárez.

Durante la Guerra con EEUU (1846-1848)Juárez fue gobernador interino de su estado natal, Oaxaca, con buenos resultados. En 1853Antonio López de Santa Anna lo hizo apresar para expulsarlo del país, y desde Nueva Orleans, donde conoció a Melchor Ocampo y otros liberales exiliados, urdió planes para acabar con la dictadura.

Estando en el extranjero se sumó al Plan de Ayutla (1854) para derrocar a Santa Anna y regresar a México a los cauces republicanos. Fue asesor y escribiente de Juan N. Álvarez, el caudillo sureño que encabezó la gesta y ocupó provisionalmente la Presidencia tras la caída del autócrata. Juárez formó parte del gabinete del General Álvarez, al lado de una generación de insignes liberales, de la talla de Melchor Ocampo,Ponciano Arriaga y Guillermo Prieto.

Como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Juárez tuvo el honor de dar inicio a las Leyes de Reforma, o sea, al conjunto de normas que perfilaron a México como un país moderno, con base en: la ciencia, la democracia, el liberalismo económico y la laicidad.

El ciclo reformista inicia en 1855, con la Ley Juárez, y termina en 1874, cuando el entonces Presidente Sebastián Lerdo de Tejada eleva las reformas liberales a rango constitucional.

Entre las principales Leyes de Reforma se hallan:

Ley Juárez (1855), que suprimió los tribunales especiales para militares y eclesiásticos.

Ley Lerdo (1856), que obligaba a las corporaciones eclesiásticas y civiles a vender los bienes inmuebles improductivos (de “manos muertas”) a quienes quisieran hacerlos prosperar.

Ley Lafragua (1855), que permitió la libertad de expresión en los medios impresos.

Ley Iglesias (1857), que prohibió el cobro de derechos, obvenciones parroquiales y diezmos.

Constitución de 1857, que estableció las garantías individuales con un enfoque claramente liberal, al tiempo que volvía a organizar al país como una república federal.

Ley de Nacionalización de los Bienes del Clero (1859), que complementó la Ley Lerdo.

Ley del Matrimonio Civil (1859), que determinó que el matrimonio religioso no tenía validez oficial y, en cambio, estableció el matrimonio como un contrato civil reconocido por el Estado.

Ley del Estado Civil de las Personas (1859), que declaró que los nacimientos y defunciones son actos que deben ser registrados ante autoridades civiles 

Ley de Secularización de Cementerios (1859), que retiró de manos del clero la gestión de los lugares para la inhumación de las personas físicas.

Ley de Días Festivos (1859), que estableció un calendario civil en sustitución del calendario eclesiástico.

Ley de Libertad de Cultos (1860), que permitió que cada persona fuera libre de practicar el culto de su preferencia, al tiempo que prohibió la realización de ceremonias religiosas fuera de los templos.

Don Benito Juárez García no sólo inicia ese periplo legal, sino que, como Presidente de la República (1858-1872), fue uno de sus principales puntales.

Para establecer las nuevas bases de nuestro país, Juárez tuvo que enfrentar a los conservadores internos y a los invasores foráneos, estando a punto, en no pocas ocasiones, de perder la vida. Por ello, su estatura política y ética no puede estar sujeta a dudas.

Y de aquí la importancia de rendirle un homenaje cívico y político a don Benito Juárez García, demócrata, liberal y republicano, sobre todo ahora que el país necesita de rumbo claro y que la Ciudad de México está a punto de iniciar un proceso constituyente.

Nos hace falta el espíritu liberal de Juárez, con la actualización que requieren nuestros tiempos, a objeto de:

Uno. Eliminar el uso político de la religión, tan común en nuestros días, y sacar a las mitologías de los asuntos públicos, donde debe dominar la ciencia.

Dos. Estimular la inversión privada, nacional y extranjera, dentro de un auténtico marco de libre mercado.

Tres. Reivindicar el papel de la libertad y la responsabilidad de los individuos en nuestro sistema económico y, en consecuencia, legalizar de manera racional todas las drogas, así como el mercado del sexo y el mercado de armas.

Cuatro. Hacer de la educación un verdadero motor del progreso nacional, ajustando sus contenidos a las necesidades y demandas reales de la sociedad, y eliminando a los parásitos magisteriales y burocráticos del sistema educativo.

Cinco. Exigir, para nuestro país, políticos con una sólida formación intelectual e ideológica, como aquéllos que integraron la generación liberal a la que perteneció Benito Juárez. México ya no soporta a diletantes como Enrique Peña Nieto o Miguel Ángel Mancera.

Concluyamos. Hoy es un día propicio para celebrar a don Benito Juárez García y para recordar lo mucho que este país le debe al liberalismo.

Por: Carlos Arturo Baños Lemoine / Profesor UAM-Xochimilco y UPN-Ajusco / CIUDADANO CEROCOLUMNAS / elarsenal.net

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