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Opinión

La cuarta hora de Cuauhtémoc

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La propuesta de reforma energética que presenta hoy el PRD tiene tres significados:

1–Mete a ese partido al debate con argumentos técnicos, políticos y sociales.

2–Reflota políticamente a Cuauhtémoc Cárdenas.

3–Aísla a AMLO, no sólo por carecer de tesis, sino porque su guía en el tema no es Lázaro Cárdenas, sino un ex presidente de Ecuador.

Así, están sobre la mesa las cartas de los tres partidos y de Morena:

Propuesta del PRI Gobierno: Modifica el artículo 27 de la Constitución para dejarla tal como la dejó Lázaro Cárdenas en 1940, y el sector privado explote yacimientos por encargo del Estado. En su esquema, las empresas entregan todo el petróleo al Estado, éste lo vende y entrega a las empresas un porcentaje de la utilidad.

Propuesta del PAN: Modifica la Constitución con un nuevo régimen de concesiones manejado por la Secretaría de Energía y pone a Pemex a competir como una más con empresas privadas y público-privadas. Su esquema es privatizador porque “concesiones” y “contratos” son diferentes. Las concesiones son privatizadoras de facto.

Propuesta del PRD: No modifica la Constitución, pero permite la contratación de empresas privadas nacionales y extranjeras sin que Pemex comparta las ganancias con empresas privadas, para las que plantea pago en efectivo. Su esquema, aunque no modifica la Constitución, se parece al del gobierno, que pretende que las empresas le den todo el petróleo que produzcan para él venderlo y luego darles un porcentaje de la utilidad.

Propuesta de AMLO: No tiene, pero asegura poseer información acerca de que el gobierno quiere 60 dólares por barril y dejarle 40 dólares a la nación. Para explicar que la propuesta del gobierno es privatizadora, tiene a Martí Batres leyendo en medios electrónicos y mítines una enciclopedia del ex Presidente de Ecuador Rodrigo Borja, que dice que “privatizar no es sólo vender una empresa, sino transferir al dominio privado lo que es del dominio público”.

El PRD dejó claro que hará lo que decida Cuauhtémoc Cárdenas y, al tener éste una propuesta sustentada, lo convierte en el líder serio de la izquierda: su radicalización es verbal, se cuida de no convocar a movilizaciones violentas y transita por un cauce institucional.

AMLO se queda con los vándalos que llama “estudiantes”, narcoguerrilleros disfrazados de policía comunitaria, y los maestros holgazanes y parásitos de la CNTE, por lo que los actos de violencia se le van a acreditar a él.

De tal suerte, Cárdenas es un político dichoso: a nueve meses de cumplir 80 años y tres derrotas presidenciales, tiene oportunidad de ubicar a la izquierda mexicana en la modernidad, aceptando para el petróleo una economía mixta que beneficie a todos los ciudadanos.

Es la cuarta hora de Cuauhtémoc.

por  / elarsenal.net

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