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Opinión

“La mega urbe de Mancera”

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“¿Cómo es gobernar al DF?”, suelta Andrew Selee, vicepresidente ejecutivo del Instituto México, con más desembarazo que candidez. A un lado, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, se apresta a responder media docena de preguntas de los asistentes a la conferencia que ofrece –al mediodía del pasado jueves 15– en el Woodrow Wilson Center de la capital de Estados Unidos.

Funcionarios de organismos internacionales, diplomáticos y académicos, casi todos mexicanos, muestran curiosidad por escuchar al gobernante de una de las ciudades más pobladas del mundo. Les parece más parecido a Andrés Manuel López Obrador que a Marcelo Ebrard y pronto descubrirán que es conciso. La conversación –totalmente en español– dura menos de una hora.

“Es un deporte extremo”, responde el abogado, “nunca duermes, siempre estás con alguna tensión. Todo lo que pasa en el DF trasciende con mucha fuerza, se vuelve muy grande”. Es más como un partido de hockey, que de beisbol”, complementa Selee, pero Mancera sigue de largo y ejemplifica: “entre octubre y diciembre del 2014 hubo 700,000 personas en las manifestaciones y tuvimos 0.1% de conflictos”.

A pesar de su mesura, el jefe de gobierno abordará durante su visita a Washington D.C. temas que normalmente esquiva en la megalópolis. “No hay muy buen humor entre la gente”, acepta cuando le piden un comentario sobre la situación del país, “¿Qué tenemos que hacer? Darle buenas noticias a la gente. Y en eso tenemos una tarea, no podemos esperar que todo lo haga el gobierno federal”.

Ese mismo día, los voceros del GDF divulgarán las declaraciones patrimoniales de Mancera y el resto del gabinete capitalino. Salvo que quisieran que su viaje pasara inadvertido, resulta inexplicable ese esfuerzo del equipo de Oscar Kauffman.

Para que sean buenas, las noticias deben divulgarse: a mediados de la próxima semana, los accionistas de la empresa Calidad de Vida –encargada de un paquete de obras de infraestructura de última generación– están convocados a una asamblea extraordinaria. En vísperas de su publicación en la Gaceta Oficial, la convocatoria recibió el visto bueno del consejero jurídico y de servicios legales, José Ramón Amieva Gálvez.

La reunión tendrá lugar en la sala de juntas de la secretaría de Finanzas, y el primer punto de la orden del día contempla la discusión “y en su caso, aprobación” del cambio de denominación de la entidad gubernamental, que ahora se llamará ProCDMX. La modificación no solo será cosmética, sino que el director de la paraestatal capitalina, Simón Levy Dabbah también ha propuesta modificar el objeto social y ampliar sus facultades, entre las que estarían la promoción de inversiones foráneas y la apertura de oficinas de representación del GDF en una docena de ciudades en Estados Unidos, Europa y Asia.

En el mediano plazo, ProCDMX activaría los proyectos del Corredor Chapultepec –con la construcción de dos centros de transferencia multimodal, uno junto a la Secretaría de Salud y otro en el Metro Insurgentes, y la recuperación de un tramo de esa concurrida avenida, paralela al Paseo de la Reforma, que se transformaría una zona recreativa y comercial–, el Corredor Chapultepec, la Planta de Asfalto y la Ciudad de la Salud, cada uno de los cuales desarrollará economías a escala y satisfactores para los trabajadores y residentes en esas zonas.

En el horizonte, los directivos de ProCDMX han visualizado la reconversión del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, donde podría desarrollarse el concepto de “epicentro de desarrollo urbano” a gran escala, luego de la desocupación de las terminales aéreas. Allí deberá construirse un vaso regulador y garantizarse la conservación del área lacustre.

El proyecto de una “ciudad policéntrica”, compacta y en repoblamiento, que tanto ha pregonado Miguel Ángel Mancera vivirá su etapa decisiva, en las próximas semanas. En materia de infraestructura, sustentabilidad y desarrollo social, la administración perredista ha tomado ritmo y rumbo. ¿El gran pendiente? La erección de la Ciudad de México, producto de la reforma política-electoral.

EFECTOS SECUNDARIOS

ORÍGENES. El pasado viernes 16 sesionó el cabildo de La Paz. El único punto en la orden del día era la solicitud de licencia de la alcaldesa priista, Estela Ponce Beltrán, quien busca la candidatura de su partido a la gubernatura de Baja California. Desde esa noche corre un plazo de una semana para que la triada aspirantes –que completan los senadores Ricardo Barroso Agramont e Isaías González– alcancen un acuerdo de unidad, como ha exigido la cúpula partidista. ¿Podrán?

RIVALES. Heredero de una de las familias fundadoras del comunismo partidista en Chilpancingo y convertido al lopezobradorismo desde hace una década, el economista Amílcar Sandoval Ballesteros busca ser nominado por MORENA al gobierno de Guerrero, mientras que el PRD aun negocia con PT y Movimiento Ciudadano una candidatura común, que podría postular al senador Sofío Ramírez o al alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto. Con la izquierda dispersa y el PAN sin aspirantes consolidados (ante la sustracción de Florencio Salazar), el PRI enfila hacia la designación de Manuel Añorve Baños.

AJUSTE. Por tercera ocasión en menos de un año, el gobernador de Aguascalientes, Carlos Lozano de la Torre, hizo cambios en su equipo de comunicación. Héctor David Sánchez Rodríguez entra a la coordinación de Comunicación Social, en lugar de Jaime Toscano Morfín, al tiempo que Carlos Penna Charolet regresa como director general de Radio y Televisión de Aguascalientes.

— Correo electrónico: aam@mexico.com

POR  / elarsenal.net

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