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Opinión

Las miserias del combate a la pobreza

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Conforme transcurre este aciago sexenio con todas sus vicisitudes, se ha generado evidencia más que suficiente para afirmar que el gobierno de Enrique Peña Nieto se está posicionando hasta ahora como uno de los más ineficaces en la historia moderna del país. Nuestro mandatario está mostrándose como un digno sucesor de figuras tan imborrables para la memoria de los mexicanos como Luis Echeverría o José López Portillo.

La incompetencia del gobierno federal la hemos podido observar con toda nitidez en el ámbito coyuntural. La ciudadanía ha contemplado atónita como casi la totalidad las situaciones intempestivas de índole política, social, económica, han sido manejadas de manera absolutamente errónea. Al final, estas pifias han terminado por prolongar los problemas e incrementar costos para el país, ya sea con pérdida de recursos presupuestales, mayor inestabilidad social o el deterioro de nuestra imagen en el exterior.

Sin embargo, es quizá en lo concerniente a las políticas y estrategias destinadas a atacar los múltiples problemas estructurales del país (donde los errores son menos notorios en el corto plazo), en que la incapacidad de gestión de esta administración está provocando el mayor impacto negativo para la sociedad. Para ilustrar lo anterior pueden señalarse una infinidad de ejemplos: Una política tecnológica que no ha mejorado un ápice la capacidad de innovación del aparato productiva; una política fiscal que no ha fortalecido las finanzas públicas; una política comercial que no ha diversificado nuestros mercados y desaprovecha oportunidades como son los países de Oriente. 

Una mención aparte merecen los malos resultados de la política social, área que resulta estratégica debido a las profundas desigualdades que persisten en el país y que lo convierten en uno de los más inequitativos del mundo. Esta situación es como sabemos, otro legado del priismo.

El régimen surgido de la Revolución se encargó de construir una economía altamente monopólica, deficiente, poco competitiva y atada a los intereses de la clase política; algo que como señala DenisseDresser, corresponde a lo que el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz define como capitalismo clientelista o de cuates. Como una de sus consecuencias más negativas, este tipo de capitalismo genera una alta desigualdad en la distribución del ingreso.  

Esta condición estructural, aunada al estancamiento del crecimiento económico y las crisis periódicas que los gobiernos priistas nos regalaron desde 1982,  contribuyeron a que el día de hoy, siendo la décimo tercera economía mundial, 30 millones de mexicanos padezcan pobreza alimentaria, esto es, que sus ingresos son insuficientes para adquirir los alimentos necesarios para su adecuada nutrición. Además, se estima que 11.7 millones se encuentran en pobreza extrema y de ellos 7 millones vivan con menos de 20 pesos diarios.

Para atacar esta situación, como una de sus políticas estrella más publicitadas y ambiciosas, el Presidente desde su toma de posesión instituyó la Cruzada Nacional Contra el Hambre, operada a través de la Secretaría de Desarrollo Social. A dos años de operación, sus resultados son poco menos que desalentadores. 

Según los resultados arrojados por el  Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), el órgano del Estado responsable de evaluar la Cruzada, ésta presenta múltiples problemas que entorpecen el logro de sus objetivos. De hecho, se asevera la posibilidad de que la situación de pobreza alimentaria en México sea la misma que hace dos años.

Con una cobertura actual de 4.2 millones de personas y compuesta por más 70 programas que involucran a 11 dependencias federales, la Cruzada entre otras cosas según CONEVAL, presenta falta de coordinación y duplicidades entre las dependencias y organismos involucrados; muchos de sus programas no llegan a las comunidades con mayor marginación y cuando operan lo hacen brindando un servicio de calidad deficiente. De igual forma, en las áreas prioritarias continúan sin contar con seguridad social.

A lo anterior se agregan otras deficiencias como la falta de cooperación y coordinación de los gobiernos estatales y municipales o la ausencia de proyectos y financiamiento productivos que verdaderamente mejoren las condiciones socioeconómicas de los beneficiarios. Si a eso sumamos el estancamiento de la producción agropecuaria en los municipios atendidos,  el cuadro es desolador.

No sólo CONEVAL da cuenta de los fracasos de la Cruzada Nacional Contra el Hambre. Según la Auditoría Superior de la Federación, en el informe de resultados de la Cuenta pública 2013, de los 120 mil millones pesos presupuestados ese año para los programas que integran la Cruzada, sólo se ejercieron 44 mil millones, esto es, el 37.1%. Con tanto subejercicio y retraso, podemos decir que en política social este gobierno gasta a destiempo, gasta poco y lo poco que gasta lo gasta mal. Esta es una de las razones por lo que se ha estancado la disminución de la pobreza en el país.

De no corregir sus graves deficiencias, la Cruzada Nacional Contra el Hambre engrosará la lista histórica de programas gubernamentales ineficaces, que sólo contribuyeron al despilfarro y uso clientelar de los recursos públicos. Los mexicanos ya no estamos para soportar esto. Hagamos valer nuestra voz. Es la hora de luchar

POR  / @raultortolero1 / COLUMNASPARADOJAS DEL PODER / elarsenal.net

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