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Opinión

“Lo que deja 2014 para el Presidente”

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El Presidente tardó en atender el caso Iguala y cuando lo hizo lo transfirió, de manera inopinada, a Los Pinos, aunque la desaparición de los 43 normalistas fue generada por rencillas internas entre PRD y Morena, en un municipio y un estado gobernados por el sol azteca.

Resultó su desacierto más notable en un 2014 que, hasta el caso Iguala, el 26 de septiembre, estuvo pletórico de éxitos, teniendo como el principal de éstos la aprobación en el Congreso de la Reforma Energética para permitir capital privado al sector energético.

El Presidente tampoco salió todo lo bien librado que pretendió del affaire surgido tras la divulgación de la compra millonaria de una casa en Las Lomas, por parte de su esposa. Perdió la iniciativa ante el hecho por irse a China y Australia en el peor momento de la crisis.

Pero el año tuvo 12 meses, nueve de los cuales muy buenos para el Presidente, en los que cerró con broche de oro el Pacto por México, basado en el respeto a los otros y la administración civilizada de los desacuerdos con la oposición.

Y completó las reformas que México necesitaba en las materias energética, laboral, fiscal y educativa, y acabó con el monopolio en la telefonía de América Móvil, empresa que dejó de ser “agente económico preponderante”.

Lo mal que le fue en los últimos tres meses es algo que todavía tiene cuatro años para resolver. Lo que es imposible es regatearle triunfos indiscutibles, como el premio Estadista Mundial 2014, por parte de la Appeal of Conscience Foundation.

La entrega del galardón a Enrique Peña, en Nueva York, respondió a su “vigoroso y visionario liderazgo, comprometido con el desarrollo económico, la libertad y la tolerancia, y dar decidido impulso hacia adelante a su país y a su pueblo”.

Tampoco es de cicatearle que, aun viviendo sus horas más bajas en dos años en la Presidencia, el 27 de noviembre recobró el dinamismo con el anunció de 14 medidas en seguridad, justicia y economía para evitar que casos como el de Iguala se repitan.

En la asunción de la responsabilidad de encabezar los esfuerzos necesarios para construir un pleno Estado de derecho, anunció tres iniciativas de reformas ante el Congreso para que la Federación asuma el control de municipios o pueda disolverlos si son infiltrados por el crimen, como Iguala.

Además, para clarificar el sistema de competencias penales y crear policías estatales únicas y un mando único en las 32 entidades y pasar de más de mil 800 policías municipales débiles de ahora, a sólidas y confiables corporaciones de seguridad estatal.

Sin embargo, ya acabó el tiempo de las reformas. Viene el de la gobernabilidad. Será su reto.

POR  / elarsenal.net

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