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Opinión

Los guardianes de Los Pinos

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En Los Pinos lo recuerdan como un funcionario discreto y eficiente. Estuvo desde el principio y se fue hasta el último día del sexenio calderonista. Moreliano, “súper panista”, le gustaba que lo llamara por su nombre compuesto. Jorge Alejandro Arciga Anzo fue director general de tecnologías de la información de la Presidencia de la República y presumía ser el “encargado de la seguridad de la información y la privacidad en todo el gobierno federal”.

En términos jerárquicos, dependía de la coordinación general de administración de Los Pinos,  quien a su vez estaba subordinado al Jefe de la Oficina de la Presidencia, que en el sexenio anterior vio pasar sucesivamente a Juan Camilo Mouriño, Patricia Flores y Gerardo Ruiz Mateos.

Pero el joven ingeniero en electrónica y comunicaciones, egresado del Instituto Tecnológico de Morelia, tenía autonomía de gestión e independencia para instalar programas y otorgar los protocolos –passwords y accesos a servidores– de seguridad en todas y cada una de las computadoras que fueron instaladas en la residencia oficial.

Antes, cumplió un programa de liderazgo y gerenciamiento en la Sloan School del MIT, en Boston. Y mucho antes había completado un posgrado en administración y tecnologías de la información en la Escuela Nacional Superior de Telecomunicaciones de Bretaña, en Rennes, Francia.

En el servicio público se inició como técnico en operaciones y soporte en telecomunicaciones para aplicaciones presupuestales, en la Secretaría de Hacienda. Una primera –y breve experiencia– que derivó en su ingreso como “asesor tecnológico” a la Cámara de Diputados, en 1998, durante la 56 Legislatura del Congreso de la Unión.

Cuando Patricia Flores fungió como secretaria general, trabajó directamente para la Junta de Coordinación Política del Congreso en las 57 y 58 legislaturas. Y del 2007 al 2012 –de acuerdo con su currículum– “sirvió como asesor tecnólogico del presidente Calderón y también de la primera dama, Margarita Zavala. Fue el responsable de la dirección de la política y la planeación estratégica de las TI del gobierno federal, establecida por la Oficina de la Presidencia”.

Y no solo eso. Jorge Alejandro también se involucró en la definición del nuevo sistema de acceso para el personal y los convidados a la residencia oficial –que incluyó la sistematización del registro de visitas, además de la instalación de lectores ópticos y arcos detectores de metales–, los sistemas de video vigilancia, y la instalación de las redes de comunicación, tanto en las cabañas como en la “situation room”, en el sótano de Los Pinos.

Tenía un lugar en la junta de gobierno del Consejo Nacional del Seguridad y del consejo asesor de Tipping Point. También fue “líder en proyectos estratégicos” como la reunión de la COP 16 en Cancún y el G-20 en Los Cabos, así como Plataforma México, de la Policía Federal, la Red Privada del Gobierno Federal  y la “Red Federal de Telepresencia” que en su momento desplegó 40 “hosts” en la Ciudad de México.

Después de Los Pinos, Jorge Alejandro –como casi todos sus ex compañeros– incursionó en la iniciativa privada y se puso al frente de Jarciga Consulting Group, una firma que cuenta con oficinas en la Ciudad de México, Boston y San Francisco, que está orientada a asuntos de seguridad, asesoría, coaching en negocios y desarrollo estratégico de las TI.

El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció que por instrucciones presidenciales, investigará al personal que estuvo encargado de la seguridad de las redes informáticas del gobierno federal en el sexenio pasado. Uno de los personajes clave fue Arziga Anzo –quien salvo sus aficiones al ecoturismo y a la aviación, no puede generar mayores sospechas– y, en términos de proveeduría, al Network Information Center (NIC) de México, empresa responsable de administrar los dominios .mx en internet.

A la fecha, las direcciones electrónicas con esa terminación sobrepasan las 600,000, pero de ellas solo el 2% tienen el genérico gob.mx, lo que posibilita su fiscalización y rastreo.

De acuerdo a los documentos internos de la NSA procedentes del archivo de Edward Snowden, a los que Der Spiegel ha tenido acceso, los servicios de inteligencia estadounidenses no solo obtuvieron información desde los bug embassies y el acceso a datos desde cables submarinos.

“La NSA también está extremadamente interesada en los smarth phones”, reportó el semanario alemán. En Los Pinos, en aquellos años, era más frecuente el uso de BlackBerry, pero la intrusión de la CIA y la NSA también se extendió al sistema operativo iOS, así como el sistema operativo móvil Android de Google.

La información disponible apunta al despliegue de media docena de operaciones simultáneas –bajo los nombres clave de DancingOasisOakStarPrism, Blarney o Rampant-T– para cumplir un objetivo “tradicional”: el espionaje a gobiernos extranjeros.

Las pesquisas sobre las acciones y las omisiones de los funcionarios calderonistas están en curso. Y podrían dejar una estela de “damnificados”, entre ellos –apuntan jerarcas en el área de inteligencia de la actual administración– al actual embajador de México en Washington, Eduardo Medina Mora-Icaza.

“Su paso por el CISEN y sus vínculos con el aparato de inteligencia de Estados Unidos, en su calidad de procurador general de la República, lo hacen también responsable por la omisión en la protección de las comunicaciones del gobierno federal”, refirieron.

EFECTOS SECUNDARIOS

RATIFICADOS. Hay fiesta en el CEN del PAN, que encabeza Gustavo Madero. Los nuevos estatutos del partido quedaron firmes, después de que las autoridades electorales desecharan las impugnaciones promovidas por “los calderonistas malquerientes”. Están en vigor la cuota de género, la sanción a militantes y servidores públicos corruptos y –principalmente– elección de dirigentes y candidatos por voto secreto y directo de la militancia.

Por: Alberto Aguirre M. / Correo electrónico: aam@mexico.com / elarsenal.net

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