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Opinión

Los Pelados

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Largos han de ser los días más recientes para el doctor Lorenzo Córdova Vianello. Los medios de comunicación, electrónicos y escritos, siguen dando cuenta de un infortunado suceso, en el que el académico, con licencia, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha visto involucrado.

Al actual consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), se le ha puesto en la picota para que la muchedumbre lo condene en un juicio popular. La masa y quienes la encabezan, lo acusan de haberse mofado de un representante de los pueblos originarios de México: Hipólito Arriaga Pote, quien dice pertenecer a la indómita y nunca sometida nación chichimeca.

En un video de escasos dos minutos se mira y escucha al posgraduado en Turín, Italia, llamando desde un teléfono que se presume pertenece al inventario oficial; con crédito suficiente de tiempo aire, cuyo costo se carga al erario del Estado; desde una oficina bastante cómoda ubicada en un espacio institucional; el destinatario es un empleado de alto rango del INE, y el tema de la conversación tiene que ver con el trabajo que ambos desempeñan en dicho instituto. ¿Dónde está el carácter privado de la llamada?

El aludido en este zafarrancho montó en cólera, y cual Llanero Solitario, cabalgó raudo en su fiel Plata a la Procuraduría General de la República (PGR) para interponer una denuncia contra quien resulte responsable del delito de espionaje telefónico. La burocracia dorada y una parte importante de la clase política del país dieron el espaldarazo al joven aprendiz de brujo, ingenuo como el que más, que se niega a admitir que los del Partido Verde se lo están chamaqueando, y que pudieran ser los orejones en el alambre.

Con el respaldo de los dinosaurios, el abogado y maestro en ciencia política pensó que ya todo caminaría sin tropiezos. Mas, otro de los ofendidos, Daniel Salazar (Neikisima), representante de la tribu Kikapú ante la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, sentenció: “Las burlas de Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, sobre la forma en que hablan los indígenas de México, no es un asunto menor y se trata de una conducta cuyo desenlace debe ser la separación del cargo”.

Echándole una pizca de cerebro al asunto, es poco factible que Córdova Vianello pase a la reserva del desempleo, cuando ya forma parte de la élite del poder. En esta circunstancia, resulta más redituable aprovechar su léxico tan selecto para redimir a los párvulos que pululan por las oficinas de la administración pública, donde es común que mujeres y hombres, que ocupan puestos de cierta relevancia, hacen esfuerzos notables por incluir en sus conversaciones una que otra palabra altisonante. Con el doctor como docente, muy pronto dejarían de lado la estorbosa hipocresía y el lenguaje de “los pelados” fluiría como el de su mentor.

Dos lustros atrás investigadores del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM, publicaron un informe que daba cuenta del tamaño del vocabulario utilizado por estudiantes de ese nivel. Con sorpresa descubrieron que el léxico no rebasaba los 90 vocablos. Con las aportaciones de Lorenzo Córdova quizá lleguen algún día a las 95 palabras. Sería meritoria su aportación como para considerarlo un miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua.

POR  / COLUMNASMISCELÁNEA / elarsenal.net

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