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Opinión

Mexico-China: el congelamiento

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Coincidencias en política, mmm… Como sea, tras la visita del Presidente a la Casa Blanca el 6 de enero, la relación México-China cambió, no sólo por la cancelación del proyecto del tren DF-Querétaro, una inversión de 43 mil 579 millones de pesos que había ganado la empresa China Railway.

El pasado lunes fue suspendido por “cuestiones técnicas” el proyecto Dragon Mart: mega complejo comercial en el Caribe mexicano, que sería inicialmente operado por ocho mil ciudadanos chinos y cuya construcción se encontraba al 70 por ciento.

Y acabó la hegemonía china en Lázaro Cárdenas. Según la PGR, La Tuta, líder del cártel Los caballeros templarios, enviaba 36 buques con hierro a empresas chinas a cambio de químicos para drogas. El costo de cada envío desde el puerto michoacano era de dos mil millones de dólares.

En ese contexto, el presidente Obama declaró el 20 de enero la guerra económica a Pekín: “China desea establecer las reglas del crecimiento más rápido del mundo. Eso pondría a nuestras empresas en desventaja. ¿Por qué deberíamos dejar que eso ocurra? Somos nosotros quienes vamos a hacerlo”.

Al más alto nivel de la actual administración aseguran que la relación con China es inalterablemente buena y así continuará, que las suspensiones de los proyectos del tren y Dragon Mart son entendibles: la primera por recortes del presupuesto y la segunda por razones ecológicas.

Sin embargo, el proyecto del tren era de los más emblemáticos del actual gobierno, por ser el primero de alta velocidad en México y América Latina; y de Dragon Mart se sabía desde 2012 de la deforestación de más de 200 hectáreas, de las cuales 149 eran en zona federal.

Sucede que, con la idea equivocada de una alianza estratégica con China —en detrimento de las relaciones con Estados Unidos—, México consintió y privilegió intereses del gigante asiático aquí. Pero con las decisiones recientes, es inocultable que este viraje tiene razones geopolíticas.

Con el proyecto del tren y el de Dragon Mart, China habría tenido enclaves comerciales de gran calado en las narices de su enemigo económico en el Caribe, sin contar los que, gracias a la Reforma Energética, se le abrirían en el sector estratégico más delicado para Estados Unidos: el petróleo.

Además, en coordinación con Washington, el gobierno del Presidente Peña emprendió una acción judicial de envergadura para acabar con el contrabando chino en textiles, triangulado desde Estados Unidos: una afectación directa a la economía de los fabricantes mexicanos.

Y Obama decidió, de pronto, que “México es imprescindible en la relación con Cuba”, siendo que nos ignoró en ese tema por nuestro idilio chino, pues para acercarse a La Habana prefirió a Canadá y al Papa.

¿Casualidades a esos niveles?

¡Por favor!

POR  / elarsenal.net

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