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Opinión

Michoacán: la tumba del Estado

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No es nueva la situación de ingobernabilidad en el estado de Michoacán. Ahí los problemas causados por agrupaciones armadas datan de varias décadas atrás. La violencia que incidía directamente contra los ciudadanos, contras las familias, se acentuó al inicio del pasado sexenio, y esa fue la causa de que Felipe Calderón decidiera empezar esa lucha, contra el crimen organizado, a nivel nacional, en su estado natal, el 11 de diciembre de 2006.

Pero seis años más tarde, en Michoacán las cosas no parecen haber mejorado mucho. Antes bien, han empeorado. Ahora ya no sólo siguen existiendo como en el poblado de la Nueva Jerusalén en el municipio de Turicato desde hace 35 años, sectas seudo-religiosas de “iluminados” que secuestran un pueblo entero al que le imponen sus propias reglas, sin que nadie intervenga, y cuyos no tan espirituales operadores han sido capaces de quemar escuelas donde se enseña lo mismo que en el resto del país.

Y ya no sólo se trata de la gente armada históricamente en Apatzingán y en Aguililla. Ya tampoco es que nunca se resolvió la presencia de La Familia michoacana y de Los Caballeros Templarios.

Si no que todo se fue complicando y ahora además hay que lidiar con la justa y legítima, o tal vez ilegal e injustificable presencia, según sea el caso, de las llamadas autodefensas y policías comunitarias, algunas señaladas por ser expresiones del terror ciudadano, y otras, por estar del lado de los narcos.

No sólo eso. La dependencia a cargo de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal en el pasado gobierno, anunció el 10 de diciembre de 2010, la supuesta muerte de Nazario Moreno, alias “El más loco”, o alias “El Chayo”, líder de La Familia michoacana y también de Los Templarios, pero múltiples versiones apuntan con insistencia, todos los días, a que este personaje sigue vivo y operando de la misma forma que siempre.

El pasado martes 23, en el municipio de Los Reyes,  un grupo de hombres con armas largas, supuestamente pertenecientes a Los Templarios, disparó contra manifestantes de Autodefensas que se oponían al cobro de cuotas por parte de esa agrupación criminal.

No es la primera vez que en Michoacán las mafias atacan a la población civil. Basta recordar los tristemente icónicos granadazos en plena conmemoración de la Independencia, aquel 15 de septiembre de 2008, bajo el muy fallido gobierno de Leonel Godoy.

El mismo 23 de julio pasado, además, ocurrieron emboscadas en distintos puntos de Michoacán, contra las autoridades federales, que causaron no pocos muertos. Miembros armados de las mafias que tienen penetrado ese estado se apostaron en Aquila, El Carrizo, El Aguaje, Arteaga y el Infiernillo, y bloquearon carreteras en Lázaro Cárdenas, Apatzingán, Uruapan, y hasta en la propia Morelia. Incluida la Autopista Siglo XXI.

Emboscadas realizadas por el crimen organizado que suponen estrategia militar, armas, coordinación, uso de tecnología de comunicación, soporte de base social, conocimiento y ocupación de la geografía local, y dinero. Y eso que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto lanzó un operativo de seguridad en Michoacán en mayo. Pese a eso, se dieron por desgracia estas bien organizadas emboscadas.

Y los ciudadanos, las familias, quedaron en medio de todo este caos. Tienen miedo de las represalias que pudieran perpetrar Los Templarios. Han declarado que temen una masacre ante la negativa de muchos poblados de no pagar más cuotas a ese grupo. A su vez, los Templarios han argumentado que las Autodefensas están financiadas y armadas por el cártel Jalisco Nueva Generación, que querría sacarlos de esa entidad.

Todos los grupos criminales en Michoacán, además, cuentan con una nutrida base social que los apoya y les sirve como el río al pez, de acuerdo con la teoría clásica guerra de guerrillas. La tiene la Familia Michoacana, la tienen los Templarios, las autodefensas y Jalisco Nueva Generación también. Todos.

La presunta estrategia del gobierno federal para arreglar todo este caos cada vez más oscuro no se estaría basando en privilegiar el uso de las armas, sino la inteligencia.

Aún así, no se pueden apreciar ningunos resultados aún.

Huelga decir que el gobernador ausente por enfermedad hepática -Fausto Vallejo-, tanto como el que dice que gobierna ahí, su émulo en incapacidad -Jesús Reyna García-, ambos del PRI, no han logrado hacer absolutamente nada para cumplir con su obligación de dotar a las familias la más básica seguridad.

Dicho de otro modo, Michoacán es un verdadero estado fallido, como lo dijimos en esta columna el pasado lunes 27 de mayo. Realmente Michoacán es la tumba del Estado. Un lugar terrible para vivir.

Se vive ahí el desaliento, la ausencia de apoyo, de institucionalidad. Una situación de crisis tan fuerte que conlleva desplazamientos sociales, migración acentuada. Miedo a ir a la escuela y por tanto educación deficiente, miedo a ir a trabajar y por tanto ingresos dudosos. Inversión a la baja. Miedo de los empresarios. Y pago de cuotas, extorsión, emboscadas, muertos… Impunidad. E inutilidad.

Michocán es hoy por hoy donde el Estado en su conjunto no pudo. O al menos, no ha podido. ¿Podrá?

 

Por: Enviado por /   /elarsenal.net

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