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Opinión

Monsieur, Madame

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Ya llegó el que andaba ausente. Y llegó, según él, con la espada desenvainada, queriendo cortar cabezas, como si trabajara en una pollería. Se siente agraviado, y de paso, embarra a la sociedad mexicana. Con esta cortina de humo quiere difuminar un agravio mayor: el dispendio insultante de su gira reciente por Francia, donde las burbujas de champaña envolvieron a Monsieur Enrique Peña y madame Angélica Rivera.

Dice el dueño de la renta hacendaria, que la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera es la única forma de revertir los agravios a los mexicanos. O no lo sabe, o trata de disimular que la fuga del narco sinaloense estuvo pactada con los mandos supremos de la seguridad nacional. La estructura castrense y policial es netamente vertical. El de abajo cumple lo que le ordena el de arriba y no hay vuelta de hoja.

Las encuestas, desde hace rato, le han advertido al nativo de Atlacomulco, que la gente llana no cree en lo que él dice; que sus giras tumultuarias son un insulto para los millones de depauperados que, con dificultades, se ganan el sustento en el día a día; que sus desplantes y los de madame Rivera son la expresión más acabada de la arrogancia propia de quienes se regodean en la frivolidad.

Las instrucciones giradas por monsieur Peña Nieto y sus subordinados en el mando, resumidas en el desplazamiento de 10 mil elementos federales para la recaptura del mandamás del cártel de Sinaloa, son una bofetada para quienes están pidiendo desde hace diez, ocho, seis, tres años la detención de los responsables de alrededor de 30 mil desaparecidos. Para estas víctimas no hay recursos: policías, vehículos, viáticos, por decir lo menos.

Sin hacer una apología de la delincuencia organizada, el capo de Badiraguato le ha pegado duro en el centro de gravedad al gabinete de seguridad de utilería. Ha dejado al descubierto la fragilidad ética y moral de sus integrantes. No cabe duda de que los cañonazos del artillero sinaloense, siempre han estado cargados de billetes verdes de alta denominación. Cualquiera, sin escrúpulos, se vuelve sordo, ciego y mudo con estos rafagazos.

Las víctimas indirectas de la desaparición de personas claman, persistentemente, por la localización de los ausentes y la captura de los responsables de este delito reiterado. Las autoridades ministeriales y judiciales las dejan siempre con las manos vacías. En contraparte los expedientes que nutren las averiguaciones previas son obesos, repletos de oficios que van y vienen sin cesar. Las líneas de investigación son difusas e inconexas. Los responsables (es un decir) de esta tarea son inexpertos, ayunos de los vericuetos del derecho penal, ajenos al bagaje criminalístico, y sobre todo, carentes de sensibilidad al dolor de los sufrientes. La meta de estos burócratas de la justicia es mantenerse en el puesto y cobrar puntualmente la quincena. La no localización de personas sí es un agravio de lesa humanidad. La fuga de “El Chapo” es una farsa farandulera.

POR  / COLUMNASMISCELÁNEA /  elarsenal.net

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