Negar lo evidente

El pasado miércoles 16 de diciembre un grupo armado ingresó al edificio ubicado en la calle de Ámsterdan número 25 de la colonia Hipódromo (Condesa). El hecho despertó resquemores entre los habitantes de la demarcación. Para algunos, es un signo claro de que en el zafarrancho nocturno se infiltraron miembros del narcotráfico. Prestos, funcionarios de la Procuraduría General de Justicia del D.F. (PGJDF), descartaron dicha versión.

El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, fue contundente al rechazar que en los intentos de desalojo del inmueble en mención hayan participado grupos organizados vinculados al narcomenudeo. Esa postura la ha mantenido a lo largo de su mandato, frente a hechos que no dejan lugar a duda de tal actividad delictiva en territorio capitalino.

La memoria colectiva de los habitantes del aún Distrito Federal, tiene a su disposición una amplia hemerografía sobre el tema del narcotráfico. En 2013 varios medios de información dieron a conocer que en noviembre de 2012, un mes antes de que concluyera el gobierno de Marcelo Ebrard Casaubon, un grupo de empresarios llegó a su oficina para avisarle que el narco estaba en la colonia Condesa y no en la sierra como se creía.

Para reforzar su dicho, estos hombres de negocios, relataron que una mañana cuatro antros de la zona amanecieron con cabezas de perro en bolsas de plástico y una corona de flores, atadas a las puertas de los establecimientos, con el nombre de los dueños de cada lugar. Le avisaron al jefe de Gobierno que la amenaza de narcomenudistas era constante: “O nos dejan entrar a vender o se mueren”. Dos años, los empresarios fueron víctimas de narcomensajes e intimidaciones.

La cauda de delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes fue creciendo, a pesar de las peripecias de las autoridades para ocultarlos. Para muestra quedaron los ocurridos en el bar Heaven de la Zona Rosa, que trajo como consecuencia la muerte y desaparición de 12 jóvenes de Tepito; el asesinato de cuatro personas en el gimnasio Body Extreme. Estos hechos pusieron al D.F. en el mapa de las ciudades con problemas por venta de droga.

Investigadores interesados en el tema, publicaron informes alusivos en los que sostenían que el diez por ciento de los jóvenes de la ciudad compran drogas. Asimismo, calcularon que los usuarios gastan un promedio de 280 pesos semanales en su recreación. Esto, multiplicado por el número de clientes, arroja la cifra de 100 millones de dólares anuales. Los sitios de venta, mayoritariamente, han estado ubicados en la delegación Cuauhtémoc: La Condesa, la Roma y la Zona Rosa.  

La reiterada resistencia de las autoridades del gobierno capitalino a reconocer que el narco ha sentado sus reales en en la ciudad de México, es vieja. Por muchos años sus mandatarios la han presumido como una zona neutra, sin presencia de los cárteles de la droga. Esa premisa hoy está en entredicho.

Los hechos violentos que han ocurrido en la capital de la nación, han generado zozobra entre sus habitantes tan ajenos a las balaceras y ejecuciones de alto impacto predominantes, por décadas, en los estados del norte del país. Al paso del tiempo, tales escenarios se multiplican a lo largo y a lo ancho de la República Mexicana. Aquí, en el D.F., han aparecido cuerpos de personas asesinadas que portan mensajes cuyo destinatario es el propio doctor Mancera.  Es innegable que estas son prácticas del crimen organizado.

Otro asunto, que no ha sido aclarado del todo, ocurrió en meses recientes en un edificio de departamentos de la colonia Narvarte, donde cinco personas fueron asesinadas con lujo de violencia. No pueden sustraerse a esta cadena de hechos delictivos los decomisos de droga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ni las balaceras ocurridas en la terminal aérea, que ponen en duda la versión oficial de que el narco no opera en la capital del país.

Juan Martín Pérez García, integrante de la Red por los Derechos Humanos de la Infancia en México, sentencia: “Hay una decisión política federal y local, por supuesto, de tener aunque sea de manera ficticia y, como ilusión, una zona neutra”. Nada gana el jefe de Gobierno con negar lo evidente. 

POR JOSÉ C. SERRANO / COLUMNAS, MISCELÁNEA / elarsenal.net