Opinión
Nochixtlán: la Policía Federal en entredicho
Recuerdo que durante mis estudios de Maestría en Política Criminal (INACIPE-PGR), uno de los temas más recurrentes era el de la policía científica. Todos mis profesores coincidían en que éste era uno de los grandes retos de México. Pese a lo que se dice sexenio tras sexenio, nuestras policías siguen siendo organizaciones a todas luces pedestres. Su falta de profesionalización siempre salta a la vista, por una cosa u otra.
Seguimos siendo unos tercermundistas en materia policíaca. Nos movemos entre traumas sesentayocheros y debilidades institucionales constantes (y evidentes).
El más reciente capítulo de esta tragedia nacional lo vivimos el pasado domingo 19 de junio, enNochixtlán, Oaxaca, durante el fallido operativo llevado a cabo en esta localidad por la Policía Federal, para abrir uno más de los caminos bloqueados por integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y grupos afines a ella.
Con un poco más de elementos para emitir un juicio, y tras un análisis reposado de los acontecimientos, salen a la luz varias deficiencias de la Policía Federal, de entre las cuales destacan las siguientes:
Insurgencia y contrainsurgencia
La Policía Federal carece, a todas luces, de una sección profesional de inteligencia policial. Parece que los policías federales no han leído a fondo los manuales de insurgencia y de contrainsurgencia que, al menos desde la década de los sesenta del siglo pasado, existían en las casuchas de los grupos guerrilleros y en los cuarteles militares, respectivamente.
¿No les queda claro a los federales que la CNTE y sus aliados “civiles” (algunos seguramente con formación guerrillera) están buscando “crear” víctimas a cargo de la “represión sangrienta” del gobierno, para posicionarse favorablemente entre algunos sectores de la población? ¿Los federales no han caído en la cuenta de que deben ser sumamente cautos, para no “ayudar” a los grupos rijosos, violentos y subversivos a “crear” el clima de inestabilidad social que a todos éstos les resulta conveniente?
Caray, parece que los federales ni siquiera han estudiado la historia más reciente de nuestro país en función del perfil de su propio jefe, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, quien sigue cargando el pesado lastre del asunto aquél de San Salvador Atenco (2006).
Parece que tampoco han estudiado los disturbios sociales de Oaxaca en el 2006, encabezados éstos por laAsamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en contra del gobierno de Ulises Ruiz; disturbios que, a la larga, le costaron al PRI la pérdida de la gubernatura de ese Estado sureño.
La Policía Federal debería saber que resultan muy contraproducentes las bajas civiles en momentos de aguda tensión social, sobre todo si estas bajas se presentan en zonas afectadas por la pobreza y por una alta proclividad a la manipulación de masas contra el gobierno, cual es el caso de Oaxaca.
Las lamentables bajas civiles de Nochixtlán sólo han venido a alimentar políticamente a grupos rijosos (como la CNTE y sus aliados), a entorpecer aún más la implementación de la Reforma Educativa y a dificultar la gobernabilidad regional. Se supone que la Policía Federal debe contribuir a mejorar las cosas, no a empeorarlas. Sus acciones positivas para abrir las rutas terrestres a objeto de normalizar el abasto de víveres, insumos y combustibles, se vieron empañadas por claros errores de estrategia defensiva.
¿¡Fueron emboscados!?
Lo mínimo que se puede esperar de un cuerpo profesional de policías es que se comporte como tal. De pena ajena resultan, pues, las declaraciones del Comisionado General de la Policía Federal, Enrique Galindo, en el sentido de que los policías federales “fueron emboscados” en Nochixtlán.
¿Escuchamos bien sus palabras? ¿Fueron embocados?
¿O sea que los policías “preparados, entrenados y certificados” fueron emboscados por hordas de civiles? ¿O sea que los grupos violentos son más hábiles, y pueden más, que los policías federales?
¡De no creerse! Menos, aún, si tomamos en cuenta que los federales contaban con apoyo de tierra y aire, tienen radios de comunicación y cuentan con capacitación “anti-motines”… ¡De no creerse, carajo! ¿De qué policías estamos hablando?
A ver, que quede claro: una policía que se deja “emboscar” tan fácilmente por civiles, es una policía que vale dos cacahuates. Hay que decirlo claro y como es. Insistamos: de pena ajena, sobre todo cuando la constatación sale de la boca misma del Comisionado General de la Policía Federal, quien, tratando de justificarse, terminó empinándose a sí mismo.
Uso legítimo de la fuerza
Una de las grandes estupideces de los “protocolos” que afectan a todas nuestras corporaciones policíacas, es el asunto del uso de la fuerza, sobre todo en relación con el empleo de las armas de fuego.
La teoría moderna del Estado, sobre todo la sustentada en el eje Smith-Kelsen-Heller-Jellinek-Weber, deja en claro que el Estado debe tener el monopolio del uso legítimo de la fuerza. No se puede entender al Estado moderno sin esta característica.
Por esta razón resulta francamente estúpido mandar policías desarmados, sobre todo cuando resulta muy probable la comisión de delitos y la confrontación violenta. Estamos mal entendiendo la teoría de los derechos humanos. Eso de dejar las armas en los gabinetes y dar fe de esto ante notario público, es de imbéciles.
¿A la guerra sin fúsil? ¿A quién se lo ocurre esta insensatez? No hay que confundir el respeto a los derechos humanos con la indefensión de los cuerpos policíacos, porque las armas de éstos muchas veces son esenciales para el restablecimiento del orden público.
Lo que deben hacer las policías, especialmente la Policía Federal, es proceder con prudencia, racionalidad y legalidad en el manejo de los medios de contención y disuasión, a objeto de mantener o restablecer el orden con el menor daño posible.
Sin duda que se debe privilegiar el diálogo. Pero cuando éste no es posible, o se ha roto, se debe proceder a la aplicación de medios disuasivos no letales, como los gases lacrimógenos y las tanquetas de chorros de agua (que, por cierto, parece que en México no existen). Y las medidas de mayor fuerza deben ser siempre proporcionales a las agresiones recibidas y a la belicosidad de la contraparte, y no deben de tener más finalidad que regresar las cosas al orden debido.
Parece que México no está preparado para el uso legítimo de la fuerza dentro de los cauces democráticos, y, por ello, tenemos “estudiantes” cometiendo el delito de robo de autobuses en pandilla (como en el casoAyotzinapa), y “maestros” cometiendo el delito de ataques a las vías generales de comunicación (como en el caso de la CNTE).
Estos grupos delictivos pueden menospreciar nuestro Derecho, porque es un “Derecho burgués” y ellos son “revolucionarios”. Pero quienes pugnamos por una democracia madura, no podemos pasar por alto los principios elementales del Derecho Moderno.
Comunicación social
Una cosa tajante hay que decir sobre la comunicación social de la Policía Federal: ¡es pésima! Tan mala, que colocó en situación de desprestigio institucional y vergüenza pública a la Policía Federal, a laSecretaría de Gobernación y a la Presidencia de la República.
Dejó a la Policía Federal como una institución mentirosa al haber afirmado que los federales no iban armados, cuando algunos sí portaron armas de fuego que después usaron para, se dice, repeler las agresiones en su contra. Están en curso las investigaciones para deslindar responsabilidades, así que nada adelantamos al respecto.
Lo que sí podemos decir es que los burócratas encargados de la comunicación social de la Policía Federal no estuvieron a la altura de las circunstancias, dejando en entredicho a su propia institución. Tras un primer comunicado… ¡nada!
Las problemáticas circunstancias bien merecían la emisión de varios comunicados sobre los acontecimientos del domingo 19 de junio, a lo largo del día mismo. Unos cuantos tuits, al menos. De haber procedido así, la Policía Federal no hubiera incurrido en la “contradicción” que tan cara le ha costado.
Pero, al parecer, después de enviar el Comunicado de Prensa No. 376 (fechado el domingo 19 de junio de 2016), el personal de la Dirección de Comunicación Social de la Policía Federal se fue a festejar a sus “papacitos”. ¿Ése será su nivel de compromiso con la institución?
La comunicación social de la Policía Federal tampoco ha hecho gran cosa para neutralizar la batalla mediática en su contra. Mientras la prensa opositora y las redes sociales están inundadas con imágenes, videos, textos y consignas en contra de la Policía Federal, del gobierno de Peña Nieto y de la Reforma Educativa, la oficina de comunicación social de la Policía Federal parece estar de vacaciones.
¿Nadie les ha explicado a los burócratas comunicacionales de la Policía Federal que “los enfrentamientos” con la CNTE también son mediáticos? Terrible, francamente terrible, el papel de la comunicación social de la Policía Federal.
Conclusión
Los aciagos acontecimientos del domingo 19 de junio de 2016, en Nochixtlán, Oaxaca, vinieron a demostrarnos que la Policía Federal dista mucho de ser una policía científica. Muchas cosas le fallaron, a un costo altísimo.
Su intervención en Nochixtlán vino a empeorar las cosas, cuando se esperaba que fuera parte de la solución a un problema. Hay que hacer ajustes dentro de la Policía Federal. Eso es claro.
POR CARLOS ARTURO BAÑOS LEMOINE / CIUDADANO CERO, COLUMNAS / elarsenal.net
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