Opinión
¿Obama “populista”?
En el acto de clausura (miércoles 29 de junio) de la Cumbre de Líderes de América del Norte, celebrada en Ottawa, Canadá, los presidentes de México y EEUU tuvieron un desencuentro de ideas con respecto alpopulismo. Básicamente, la prensa destacó que mientras Peña Nieto desacreditaba al populismo, Obamase congratulaba de él.
La versión completa se puede consultar en la siguiente liga:
https://www.youtube.com/watch?v=iO-8e7zTMc4
La historia del concepto populismo es rica y tiene múltiples vetas. Pero, en esencia, remite a un fenómeno político que consiste en excitar a las masas mediante la demagogia, haciendo uso de ideas y de propuestas que son sumamente atractivas, pero que, en la realidad, son inviables dada la imposibilidad de contar con los medios y recursos necesarios para concretarlas. Por lo mismo, y obviamente, las propuestas populistasterminan representando una enorme sangría económica que, a final de cuentas, impacta negativamente a la sociedad y a la política.
Uno de los casos más famosos de populismo, por estar vivo todavía, es el de la Venezuela chavista.
Vale la pena recordar que la llegada de Hugo Chávez al gobierno de Venezuela, esto en 1999, entre otras cosas fue posible gracias a: 1) la terrible crisis de credibilidad que afectaba al bipartidismo tradicional deVenezuela (COPEI y Acción Democrática); y 2) las propuestas populistas de Chávez, que sonaban dulces a los oídos de los venezolanos frustrados y molestos. Combatir la corrupción y repartir mejor la riqueza fueron banderas fundamentales, en boca de un militar de origen popular con un discurso “patriotero”, que ya había intentado desbancar, mediante un golpe de Estado (1992), a la vieja clase política.
Hugo Chávez tuvo el talento de saber esperar. En la política es básica la “caza de oportunidades”. Y, ya en el gobierno, Chávez concretó dos acciones estratégicas para su gobierno populista: a) elevar de forma colosal el gasto público (sobre todo en materia social), y b) modificar la constitución de forma conveniente para sus planes de permanencia. Para su buena fortuna, los altos ingresos petroleros sufragaron sus intenciones. Y el triunfo continuo estuvo asegurado.
Claro está que los primeros años fueron decisivos para el régimen chavista: la magnificencia presupuestal del Socialismo del Siglo XXI le granjearon a Chávez una base electoral innegable, fiel y movilizada. Y, por si esto fuera poco, Chávez se hizo del control de las fuerzas armadas, como Presidente de Venezuela pero también como militar.
Esto le permitió tener un gran liderazgo dentro del conjunto de las naciones latinoamericanas que, a inicios del presente siglo, comenzaron a migrar políticamente hacia diversas formas de “izquierda”: desde Néstor Kirchner (Argentina, 2003) hasta Fernando Lugo (Paraguay, 2008), pasando por “Lula” da Silva (Brasil, 2003) y Michelle Bachelet (Chile, 2006). ¡Era la fiesta de “las izquierdas” y el maestro de ceremonias era Chávez!
Pero todo se derrumbó cuando, a partir del 2008, el precio del petróleo sufrió un severo revés, al pasar de los 139 dólares por barril a los 45 dólares por barril. Y la inestabilidad siguió y sigue: en enero de 2016, estuvo a 28 dólares por barril. Y, entonces, el populismo chavista pasó del sueño a la pesadilla: se había gastado mucho (y a lo tonto, en buena parte), y el ritmo de gasto resultaba insostenible dado el drástico descenso de los ingresos petroleros.
Esto es lo que suele suceder bajo los regímenes populistas: las masas acríticas jamás se preguntan de dónde sale todo el dinero que les da el “bienestar” del que gozan, y menos se preguntan si las finanzas públicas pueden sostenerse con responsabilidad y equilibrio en los plazos mediano y largo. La borrachera del gasto irresponsable siempre genera una dolorosa resaca.
Esto es lo que está pasando hoy en día en Venezuela. La actual crisis de este país tiene sus orígenes en elpopulismo chavista, que sólo se sostiene gracias a que las fuerzas armadas venezolanas siguen en manos de militares fieles. Antes, el principal sostén del chavismo era el petróleo. Ahora, es la fuerza militar.
Pues bien, cuando hablamos de populismo, la referencia más visible es la Venezuela chavista. Y desde esta perspectiva fue que tuvo que entenderse el mensaje final de Enrique Peña Nieto. Pero Barack Obama quiso hacerse el simpático de la reunión y, para sus efectos personales, identificó al populismocon la simple aspiración política a una justicia social, valiéndose de esta idea para reconocerse como“populista” y, de paso, para echarle flores a su copartidario y amigo “Bernie” Sanders.
Pero la identificación del populismo con la justifica social fue abusiva por parte de Obama, sobre todo refiriéndose a él mismo, porque si algo ha hecho el Presidente de EEUU, aun habiendo salido de las filas demócratas, ha sido evitar que se desborde el gasto público, ha sido evitar la insolvencia del gobierno en el mediano plazo.
Todos recordamos cuando, en el 2009, Obama anunció la ejecución de medidas para reducir el déficit público a través de la eliminación de programas, del aumento de la eficiencia del aparato burocrático e, incluso, de una eventual elevación de los impuestos. ¡Y todo esto dista mucho del populismo del que se vanaglorió hace apenas unos días!
Aquí una nota alusiva al asunto referido:
http://eleconomista.com.mx/finanzas/2009/04/26/obama-anuncia-medidas-fiscales-disciplinar-gasto
Se nota, pues, que Obama ya va de salida. De hecho él mismo reconoció que su boca floja debe entenderse como un capricho de retiro, como cuando a los trabajadores próximos a la jubilación se les permite hablar pestes de su última empresa y su último patrón.
Así que para nada debemos tomar en serio las palabras de Obama. Sólo fueron un “desliz político”.
Y, para terminar, también debemos darle un raspón al Presidente de México, porque sí que resulta de mal gusto que vaya por todo el mundo hablando pestes del populismo, cuando nuestro país acumula muchosprogramas sociales dispendiosos y carentes de óptimos resultados.
Año tras año, los mexicanos destinamos millones y millones de pesos al dichoso gasto social, y el hecho es que la pobreza no disminuye, la marginación no cesa y la desigualdad parece acrecentarse.
Además, no se le debe olvidar al Presidente Enrique Peña Nieto que para evitar que políticos populistas, como Andrés Manuel López Obrador, lleguen a la Presidencia de la República, deviene esencial combatir de tajo y a fondo la corrupción gubernamental, la opacidad del gasto público y la deficiente rendición de cuentas, asignaturas en las que su gobierno sigue acumulando varios pendientes.
POR CARLOS ARTURO BAÑOS LEMOINE / CIUDADANO CERO, COLUMNAS / elarsenal.net
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