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Opinión

Palacio Nacional en llamas ¿caerá Peña Nieto?

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Dos sedes de gobierno fueron atacadas el sábado pasado en nuestro país: el Palacio de Gobierno de Guerrero por la tarde y luego, esa noche… ¡el Palacio Nacional! La puerta Mariana –por Mariano Arista- de la sede presidencial, fue pintada con “spray”, luego le prendieron fuego y le abrieron un boquete de medio metro. ¿Qué está pasando en México hoy?

Vayamos por partes. El ataque en Guerrero fue por la tarde y perpetrado por estudiantes de esa entidad, hasta donde se sabe. La quema de la puerta de Palacio Nacional, ocurrió cerca de las nueve de la noche, luego de una manifestación de protesta capitalina que se dirigió, casi a las 8 pm, desde la Procuraduría General de la República hasta el Zócalo de la Ciudad de México.

La protesta ocurrió un día después de que el Procurador Murillo Karam anunciara que los estudiantes desaparecidos en Iguala el pasado septiembre, fueron, primero, capturados por la policía de esa ciudad. A continuación, entregados a matarifes del narcotráfico. Después, asesinados en masa. Luego, quemados en una pira dantesca. Finalmente, arrojados sus restos a un río.

Esto se anunció el viernes y es el ambiente que privaba el sábado en el centro de México durante la referida protesta. Esa manifestación desembocó en la quema de la puerta del Palacio Nacional, por un grupo de unas cincuenta o sesenta personas. Al menos dieciocho han declarado ya ante las autoridades.

Los organizadores de la protesta estudiantil pidieron a la gente que se retirara, cuando observaron que los ataques radicales al Palacio Nacional eran inminentes.

Pero el grupo mencionado, hizo caso omiso a las solicitudes de calma que se hicieron por altavoces. Pintaron sobre la puerta que querían “Vivos” a los estudiantes -de Ayotzinapa. Luego, virtieron algún líquido inflamable sobre la puerta. Acto seguido, le prendieron fuego.

Por fortuna, alguien dentro de Palacio roció sobre la puerta agua o algún extinguidor de llamas, e impidieron así que el patrimonio cultural que significa la sola puerta Mariana –ya no digamos el Palacio entero- fuera devorada por el fuego.

Mientras tanto, el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Miguel Mancera, convalecía en un hospital por problemas cardiacos. Sin comentarios. (“El Universal TV” denunció posteriormente detenciones ilegales de un “Grupo Especial” de la policía de Mancera, contra los estudiantes).

El Presidente Enrique Peña, por su parte, increíblemente alistaba sus maletas, pues el domingo estaba a punto de salir a uno de su viajes –ya se fue- esta vez a China y Australia, a una reunión del Mecanismo de Cooperación Asia-Pacífico (APEC). De nuevo, sin comentarios.

Justo cuando más se les necesita, ambos están en la luna. ¿Lunáticos o una Nulidad? Ambas “autoridades”, Peña y Mancera, parecen estar en otro planeta. Pero el personaje principal desde luego se llama Enrique Peña Nieto. ¡Un saludo a Enrique Peña, donde quiera que se encuentre!

Quien lo localice, le puede decir al señor Peña que, decididamente, no puede con su puesto. Le están quemando su propia casa, y el señor presidente decide -¡oh, nooo!- salir de viaje. Pero esto no es una broma. Aquí hay asuntos serios. De hecho, asuntos sumamente graves.

Muy grave en sí mismo es que dos –increíble que sean dos- palacios de gobierno fueran atacados el mismo día: el Palacio Nacional y el de Guerrero –cuyos detalles inundan la prensa. Esto habla de un clima de ingobernabilidad, de que no hay Ley, de que el país ya no está en calma.

Es imposible seguir cerrando los ojos ante el absoluto desorden que priva, no solo en esos lugares, sino en Michoacán, Tamaulipas, Estado de México, Veracruz y otros estados-basura que tenemos en el país –desde luego, “gobernados” por el PRI.

Muy grave es también que por todo el territorio mexicano se está dando lo que puede razonablemente calificarse como una rebelión juvenil. Más de ochenta universidades y escuelas se declararon en paro, la semana pasada. Marchas y protestas se suceden unas a otras, por todo México.

Y en el extranjero, la prensa internacional hace polvo al gobierno peñanietista en el Financial Times, The Economist, Der Spiegely los principales diarios del mundo; varios de ellos están del lado de los estudiantes, por cierto.

Muy grave es que los ataques a la PGR se han dado también varias veces, en ocasiones con ciertos petardos, bombas Molotov, o pedradas. ¿Quién le procura al procurador semejante golpiza?

Pero lo más grave de todo, es que ni Enrique Peña, ni el procurador Murillo, ni el alcalde Mancera, ni el resto de las autoridades, juntos ni separados atinan a mantener el orden en nuestro país, que pareciera encaminarse al caos. Al mismo tiempo, la semana pasada surgió en las redes sociales la demanda de que Peña renuncie a su puesto.

Una serie incontenible de marchas y movilizaciones, sí pueden tirar a un Presidente. Yo mismo reporté la caída de alguno, un tiempo que trabajé para el gobierno –en el extranjero. De hecho, algo así fue lo que en Egipto, durante la llamada “Revolución del Facebook” de la Primavera Árabe, ocasionara la caída del líder de ese país, Hosni Mubarak. O similares caídas de gobiernos en Libia, Túnez y Yemen.

Algo parecido a lo de Egipto es lo que está ocurriendo en nuestro México. Una interminable serie de protestas, a las que no se les ve fin y que pueden tirar al gobierno. De hecho, las protestas mexicanas, no parece que vayan a disminuir. Parecen escalar cada vez más.

Los jóvenes mexicanos están hoy en posición de derrocar por vías pacíficas y legales al Presidente Enrique Peña, si aceleran o arrecian sus protestas y/o las generalizan al resto de los habitantes.

Si no se detiene pronto todo esto, Enrique Peña puede ser depuesto legalmente. Y Peña no puede detener el desorden con represión, pues si lo hace, claramente perderá las elecciones en 2015. Con lo cual Peña está atrapado en un círculo vicioso. Es increíble, no pensé que me tocaría presenciar algo así en mi vida. Pero es cierto: PEÑA PUEDE CAER.

La causa de la problemática, es a mi juicio que Peña está entrampado, como dije. No puede o no quiere reprimir, pues sabe que si lo hace, su Partido Revolucionario Institucional perderá las elecciones de medio término, el año que viene.

Pero Peña tampoco puede mantener el orden por vías pacíficas, pues no cuenta con el liderazgo para hacerlo. Hablo de liderazgo real, no de liderazgos pagados, no del PRI y sus ceremonias bobas, ni de campañas televisivas. Sino de que la gente confíe en él, que siga sus directivas, que se le escuche, que se le crea.

Nada de eso está ocurriendo. Por el contrario, hay dudas en el extranjero sobre las capacidades de Peña. Hasta la Casa Blanca ha mostrado su preocupación. Además, según la revista Forbes, Peña cayó en el “ranking” del puesto 37 al 60 entre los poderosos del mundo, caída de 23 lugares en un solo año. Considerado inepto y corrupto por el mundo civilizado, Peña es cada vez más débil.

Pero más allá de eso, está el hecho irrefutable de que Enrique Peña no tiene el control del país. No controla “su” desdichado territorio. El general César Niño, responsable de seguridad destacado en Tamaulipas, fue asesinado en Nuevo León hace solo unos días.

Políticos del propio partido de Peña, como el diputado Michel, han sido también masacrados en Jalisco-Zacatecas. Miembros del Partido Acción Nacional, como su líder guerrerense, fue también muerto –aunque al parecer, a manos de otros panistas. Y el caso emblemático fue el crimen de Estado –desde el punto de vista jurídico, además del político- de más de cuarenta muchachos guerrerenses, a manos del perredista Abarca.

¿Funciona el sistema de partidos, el electoral, o al menos funciona el sistema legal? No, no funciona bien ninguno. Pues el Estado mexicano es disfuncional –tema de un próximo texto.

Tampoco controla Peña la delincuencia organizada, desde luego, ni la delincuencia común. El peor caso es el del estado nativo del presidente Enrique Peña, el Estado de México, un verdadero campo de batalla en municipios como el de Ecatepec.

Miles protestan hoy contra el gobierno ineficaz de Peña, priísta y por tanto corrupto, podrido hasta la médula y quizá… ¿un estorbo para México?

Mientras Peña siga sentado en su silla, las protestas irán contra él, contra su procurador (por la lentísima investigación del caso Iguala), contra su Ejército (y su asesinato masivo de 22 personas en Tlatlaya), quizá contra su Marina incluso (ya ejecutaron a uno, en Ciudad Satélite, la semana pasada) y contra las policías en general (caso Ayotzinapa: el plato fuerte de las protestas).

En cambio, si Peña se va, sería un alivio para todos. Sería una válvula de escape a la creciente violencia, un calmante, un relajante, “un domingo por la tarde”.

Peña Nieto está peor de salud (política) que el represor Mancera. No está Peña en posición de aplicar la ley, pero tampoco le está funcionando –ni tiene sentido- dejarse apedrear eternamente, como un Santo Cristo del siglo XXI.

El peñanietismo ha entrado en crisis, indudablemente. Y ya les quisieron quemar la puerta del Palacio. Creo incluso que lo hubieran quemado todo, que hubieran puesto al Palacio Nacional en llamas, de haber podido.

La duda sigue siendo ¿es ésta una crisis terminal?

POR  /elarsenal.net

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