Opinión
Peña Nieto, bailando en Cuba II

¿Son entonces meros formalismos las visitas de Peña a los Castro? No, no son solamente eso, si dejamos por un momento las evaluaciones en blanco y negro y por un segundo concedemos que, a diferencia de lo que señala el conocido dístico de don Jesús Reyes Heroles (“en política, la forma es fondo”) en el terreno de la diplomacia la forma no siempre es fondo, aunque a veces sí lo es, como se ve en lo que sigue.
En los protocolos diplomáticos casi siempre hay formas y formulismos, pero a veces las formas están referidas a un fondo y a veces no. Cuando las formas implican cuestiones de fondo, tales formas diplomáticas dejan de ser meros formulismos y se convierten ellas mismas en cuestiones de fondo. Lo cual sí puede afectar las relaciones entre países.
En las relaciones cubano-mexicanas, ambos gobiernos han avanzado estos días, al menos en asuntos de forma, pues ahora las dos partes charlan civilizadamente en un recinto –la casa de descanso de Fidel- en lugar de
aporrearse en los medios como durante el llamado “affaire Comes y te Vas”, entre Castro y Fox. Pero estos formalismos hablan de un acercamiento en las relaciones mexicano-cubanas, lo cual, de consolidarse, nos hablaría de un asunto de más fondo.
Que el acercamiento es algo más que formulismos, se comienza a vislumbrar porque Peña no sólo fue a estrechar la mano de Fidel y Raúl Castro, sino que ese gesto se vio acompañado con que México condonó ciertas deudas a Cuba, pero sobre todo porque el propio canciller cubano Bruno Rodríguez ha mencionado que las recientes reformas económicas cubanas abren oportunidades a los empresarios mexicanos, así como por el hecho de que la Secretaría de Economía mexicana ha gestionado acercamientos en ese mismo sentido.
También tiene su importancia la participación mexicana en la reunión de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Este foro adolece aún de falta de estructura, pues no tiene estatutos, cuotas u organigrama sólidos y además sus decisiones carecen de carácter vinculante. Pero sea como sea, Celac hoy aboga por ejemplo por la independencia de Puerto Rico y se distingue claramente de otros foros como la OEA, pues excluye de sus miembros a Estados Unidos y Canadá.
De ahí que la participación mexicana en la pasada reunión de Celac en La Habana, sin implicar posturas radicales en tanto Peña trató asuntos como los aumentos de productividad, sí conlleva un contacto mexicano con un grupo que ha tomado posturas de corte radical y antiestadounidense.
Por otra parte, Celac se está distanciando de la defensa de los derechos humanos en el continente, pues por ejemplo no trataron a fondo la situación de los derechos humanos en Cuba, cuando la ONU sí lo ha hecho –Ban Ki-moon, Jose Miguel Insulza y una delegación costarricense de bajo perfil sí tocaron brevemente el tema en el marco de la reunión citada. Puede aventurarse que Peña quiere además participar en un foro donde no se repita el tema de los derechos humanos una y otra vez, como ocurre por ejemplo en la OEA, pues en esa materia de los derechos humanos México está reprobado de antemano, a pesar de la retórica hueca de la cancillería al respecto. Discurso hueco de la SRE, pues México no puede garantizar a su propia población –sobre todo en ciertas regiones- ni siquiera el derecho a la vida.
Es decir, Celac parece ser también un foro latinoamericano que ignora olímpicamente el tema de los derechos humanos, y eso para Peña Nieto es lo que la miel a las abejas. Pues a Peña le encanta evitar los temas en los que él es un fiasco –como lo hizo ignorando el tema de la inseguridad mexicana, hasta que le estalló en el rostro el tema de las autodefensas y de los crecientes secuestros en México.
Por todo ello, puede uno estar casi seguro de que Enrique Peña no va a cuestionar durante su mandato, eventuales casos de violaciones a los derechos humanos en la isla caribeña.
Como dije arriba, la Secretaría de Economía promueve la visita de financieros y otros empresarios mexicanos a la isla. Con ello, además, se busca por la parte mexicana equilibrar un poco la creciente presencia de Brasil en Cuba, que ejemplifica la reciente inversión del primero en el puerto de Mariel, por más de mil millones de dólares.
Adicionalmente, Cuba tiene cierto ascendente moral sobre los países bolivarianos del grupo ALBA y esa es una razón más para el acercamiento mexicano-cubano, que le permitirá a México acentuar su acercamiento con la izquierda sudamericana, que Peña busca también.
Sea cual sea la lógica de los razonamientos de la cancillería peñista, todo esto habla de un cierto giro, si bien leve, en la política exterior mexicana, que sería un giro hacia la izquierda de no ser porque Peña, como se dijo, también acudió hace poco a Davos, a congraciarse con la oligarquía mundial.
Por ello, al final, a pesar de ciertos guiños con la izquierda latinoamericana del canciller Meade, creo que puede ubicarse en el “extremo centro” a la política exterior peñanietista.
Por todo ello, puede uno estar casi seguro de que Enrique Peña no va a cuestionar durante su mandato, eventuales casos de violaciones a los derechos humanos en la isla caribeña.
Como dije arriba, la Secretaría de Economía promueve la visita de financieros y otros empresarios mexicanos a la isla. Con ello, además, se busca por la parte mexicana equilibrar un poco la creciente presencia de Brasil en Cuba, que ejemplifica la reciente inversión del primero en el puerto de Mariel, por más de mil millones de dólares.
Adicionalmente, Cuba tiene cierto ascendente moral sobre los países bolivarianos del grupo ALBA y esa es una razón más para el acercamiento mexicano-cubano, que le permitirá a México acentuar su acercamiento con la izquierda sudamericana, que Peña busca también.
Sea cual sea la lógica de los razonamientos de la cancillería peñista, todo esto habla de un cierto giro, si bien leve, en la política exterior mexicana, que sería un giro hacia la izquierda de no ser porque Peña, como se dijo, también acudió hace poco a Davos, a congraciarse con la oligarquía mundial.
Por ello, al final, a pesar de ciertos guiños con la izquierda latinoamericana del canciller Meade, creo que puede ubicarse en el “extremo centro” a la política exterior peñanietista.
Cuba por su parte promueve, con su acercamiento a México, entre otras cosas una diversificación de sus relaciones, ahora que su socio venezolano parece entrar en recesión económica. Y cosechó un primer fruto cuando la delegación mexicana, hasta donde se sabe, no respondió ante una solicitud de audiencia por parte de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, liderada por el activista opositor Elizardo Sánchez. Por todo lo anterior, Peña no se pronunciará sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, ni sobre sus activistas.
Tal vez también estime Peña que un acercamiento con la élite cubana y no con los activistas, es una postura que permitirá una influencia mexicana mayor en el futuro cubano, por estar en contacto con su dirigencia. Pues según algunos analistas, es previsible que, dado el poco desarrollo de movimientos sociales independientes del Estado en la sociedad cubana, una eventual negociación de cambios políticos en Cuba, se producirá de manera dominante al interior de las élites de ese país
(**).
México nunca tuvo en el siglo XX, como interés principal, defender a la revolución cubana por sí misma. Lo que hizo que México tomara –sobre todo en la OEA- decisiones favorables a la revolución cubana fue quebuscaba: a) conservar para México cierta independencia de criterio frente a los Estados Unidos, b) oponerse a otorgar poderes excesivos a la OEA y c) afianzar el principio de no intervención en los asuntos internos de otros estados (***).
Fue por eso que México tuvo su conocida postura de no aceptar el rompimiento de relaciones diplomáticas mexicanas con Cuba -que promovió en su momento la IX Reunión de consulta de cancilleres de la OEA. Sin embargo, esas y otras decisiones mexicanas relativamente independientes en dicho organismo multilateral, nunca impidieron que México y Estados Unidos cooperaran de modo muy importante. Tanto, que sin esa cooperación mexicano-estadounidense, no puede explicarse el crecimiento económico mexicano más relevante del siglo XX, el llamado “desarrollo estabilizador”. Es decir, México y Estados Unidos llegaron a una suerte de entendimiento, a pesar de las diferencias entre ambos países respecto de Cuba.
Es así que, aunque hoy es evidente un cierto acercamiento mexicano con Cuba, Enrique Peña pretenderá desde luego conservar una relación lo más cordial posible entre México y los Estados Unidos. Todo ello al tiempo que puede buscar, de modo análogo a lo que hizo el PRI en el pasado: a) lograr cierta independencia de criterio mexicana, que se muestra, así sea en las formas o la retórica en este caso, al acercarse Peña a Cuba; b) oponerse también a una preeminencia de la OEA en la política regional, al participar México en una Celac que excluye ostensiblemente de sus miembros a Estados Unidos y Canadá; y c) afianzar los principios constitucionales mexicanos de política exterior, ante todo el principio de no intervención, que parece ser el que más le interesa al presidente mexicano, como Peña mismo se ha encargado de poner en claro, tanto en sus dichos como ahora, con la forma en que realizó su visita a Cuba, en los hechos.
No cambiará por supuesto el fondo de la relación mexicano-estadounidense, solo porque haya ocurrido un pequeño acercamiento de México con Cuba la semana pasada, pero con tal aproximación, claramente se introduce un matiz que parece estar generando una especie de “vals”, una danza diplomática en tres tiempos que pueden interpretar en los próximos años México, Cuba y los Estados Unidos, cada cual a su propia manera.
*”Viajes Presidenciales”, por Soledad Loaeza. México, 30 de enero de 2014. Puede verse en www.soledadloaeza.com.mx
** La Transición Invisible. Sociedad y cambio político en Cuba. Velia Cecilia Bobes y Rafael Rojas (coordinadores). México, Editorial Oceano, 2004, pag. 17
*** Historia de la Revolución Mexicana. El entendimiento con los Estados Unidos y la gestación del desarrollo estabilizador. Olga Pellice y Esteban Mancilla. México, El Colegio de México, 1980, pag. 110-114.
por Ah Muán Iruegas / elarsenal.net
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