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Opinión

“Políticos de esa calaña

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El gobernador de Guerrero se preocupó ayer por “la clase de calaña que nos presentarán los políticos” para los comicios del primer domingo de julio que elegirán a 500 diputados federales, nueve gobernadores y 17 congresos y alcaldías de 17 estados.

Veamos a qué calaña se refiere Ortega:

—¿A los políticos del PRD, partido que lo eligió para que fuera designado gobernador, en sustitución del perredista Ángel Aguirre?

—¿A Lázaro Mazón, quien como senador del PRD postuló como alcalde de Iguala al perredista José Luis Abarca, hoy preso por ordenar la desaparición de 43 estudiantes para que no sabotearan el acto de destape de su esposa para sustituirlo?

—¿Sí habla de Mazón, quien siendo alcalde de Iguala (1996-99 y 2002-05), tuvo como secretario de Seguridad Pública a Felipe Flores, el cual entregó la Policía Municipal al  cártel Guerreros Unidos? Ah, porque Mazón aspira a la gubernatura por Morena.

—¿O sería que Ortega, cuando habla de “calaña”, piensa en el político a quien sustituyó en la gubernatura? Seguramente no, porque él considera a Aguirre “un tanque de la política”, “seductor”, “coqueto”, “carismático”, “excelente orador” y “uno de los políticos de mayor experiencia”.

Se refiera a quien se refiera, la verdad es que resultó un craso error la colocación de Rogelio Ortega en la gubernatura de Guerrero, no sólo por el PRD, también por los otros partidos. No olvidemos que fue electo en el Congreso estatal por 39 votos a favor y seis en contra.

Un error, porque Ortega ha desprovisto de toda seriedad el cargo que ocupa, al comportarse como un activista de la política y no como un gobernante, haciendo gala de una locuacidad que raya en la irresponsabilidad y encamina a Guerrero a un lamentable deterioro institucional.

Ortega se estrenó con la imprudencia de crear falsas expectativas a los familiares de los 43 desaparecidos, al decir “a las madrecitas y padres de familia” que negociaría con “el cártel que retiene a los normalistas para recuperarlos”.

Luego lanzó tales elogios al destituido Aguirre que sólo faltó pensar en que si éste era tan buen gobernador por qué Ortega Martínez aceptó sustituirlo: “Es un político con reflejos de boxeador”, “articulador de políticas de impacto”, “dejador de huella a través de su obra”, “creador de nuevas instituciones”.

También es repudiado por organizaciones de defensores de derechos humanos, por descalificar al Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, y a la Iglesia, por omisión a la hora de atender la ejecución extrajudicial del activista social Arturo Hernández Cardona.

Con esas credenciales, Ortega tendrá buena parte de la culpa si en Guerrero no son realizadas las elecciones de julio.

Porque, hablando de calaña, él mismo es un político disparatado.

Y sin orden ni concierto.

Por: Rubén Cortés./ elarsenal.net

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