Religión y Política

En América Latina, Leonardo Boff ha sido uno de los principales motores que empuja el cambio de la Iglesia Católica, no de la religión. La transformación propuesta por el laureado teólogo, profesor y ecologista brasileño apunta a las raíces del evangelio del amor al prójimo, y a que la institución vaticana vuelva a ellas.

Boff no concibe la religión católica como una corriente de pensar y hacer alejada de la política; todo lo contrario. A la luz de las condiciones de miseria, dominación e ignorancia que vive la clase más pobre en los países latinoamericanos, sus escritos abordan los terrenos de la política; habla de lo social y lo espiritual como dos vías para ayudar al oprimido, al marginado, al más pobre. “La política es la forma más alta de realizar la caridad.” En este contexto, queda descartada la caridad como limosna, que llega a ser la entrega de los sobrantes materiales; asume el sentido pleno del término, el solidario, el liberador: como una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno o el auxilio que se presta a los necesitados (diccionario RAE).

Es claro que Boff, cofundador de la Teología de la Liberación, tiene razón al ver en la religión una guía hacia la justicia y un instrumento para alcanzarla; y en la política, también. El guía espiritual no es un ser superior, sino un hermano que se dedica a estar disponible cuando una persona necesita orientación, consejo o consuelo. El político tampoco es superior, sino un ciudadano cuyo trabajo consiste en administrar los esfuerzos y la riqueza social para beneficio de la comunidad.

Y si a organigramas nos remitimos, en ambos casos estos servidores están en los niveles más bajos, en los que sirven al resto del pueblo. Lo que vemos, sin embargo, es lo contrario: que políticos y ministros se sienten, viven y se ostentan como superiores al resto. Eso es una aberración que Boff señala desde la filosofía, la teología y el activismo social con aguda lucidez e inteligencia humanista.

El discurso de la dominación, creado y emitido por el opresor religioso y el político, consiste en convencer al oprimido de que así son las cosas: que le tocó la de perder, y nada puede hacerse. La dominación no se consuma cuando el opresor se traga este discurso, sino cuando él mismo comienza a repetirlo. El discurso de la liberación, el que pregona Boff, apunta en sentido opuesto: busca hacer consciente al oprimido de que existe un discurso del dominador y, sobre todo, de que las cosas no tienen por qué ser así. Esa es la “liber-acción” que propone en su columna semanal (www.servicioskoinonia.org/boff).

Un viejo consejo nos recomienda nunca discutir sobre religión o política. Es válido cuando los interlocutores defienden un partido, a un político, una iglesia, a una divinidad o un botín, porque en todos esos casos hay interés o fanatismo aferrados en vez de apertura. Es diferente cuando se trata de combatir la opresión del fuerte contra el débil, la explotación del hombre por el hombre, porque entonces el marco de análisis está sembrado de derechos humanos, solidaridad, justicia y verdadera caridad. De todas esas cosas que deben guiar a cualquier religión, a cualquier político, porque la liberación sólo puede venir en térmiinos de las verdaderas religión y política.

La columna semanal de Leonardo Boff, en www.servicioskoinonia.org/boff.

 por Alfonso López-Collada / elarsenal.net