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Opinión

¿Reprobados en el IFAI?

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Citados por el Senado de la República, los cinco comisionados del IFAI optaron por encubrir sus desavenencias y emplazar a los legisladores a fortalecer a esa institución, más que a limpiarla.

 

Con sus altas y sus bajas, sus encuentros y desencuentros –resumió su presidente, Gerardo Laveaga– el IFAI ha cumplido a cabalidad, en el desempeño de sus funciones como órgano garante del acceso a la información gubernamental y la protección de los datos personales. Y sus dimes y diretes evidencian más bien las personalidades “muy fuertes” de los comisionados, que a su vez son garantía de pluralidad y vivacidad.

Anodinos, al borde de la frivolidad, los comisionados del IFAI fueron reprendidos públicamente por los legisladores en la comparecencia de ayer, quienes más allá de sus conductas personales, reclamaron la “pérdida de colegialidad” en el pleno y pusieron en duda sus habilidades administrativas.

Y en una inversión de roles que les incomodó, los comisionados del IFAI se vieron obligados a responder los cuestionamientos de los legisladores. A regañadientes, en algunos casos. Así ocurrió cuando el senador perredista Armando Ríos Píter tuvo que repetir hasta en tres ocasiones su pregunta a la comisionada Artz Colunga.

¿Salieron de su computadora las 26 solicitudes de información que bajo dos identidades falsas requerían datos de ex servidores públicos de la Federación, académicos y periodistas?, le inquirió. Ella, terminó aceptando ese hecho… en función de lo reportado por el director del Informática y Sistemas, Alfredo Méndez Calatayud.

Sin embargo, la comisionada negó categóricamente haber tramitado esos requerimientos o haber utilizado pseudónimos para hacerlo. Y descalificó los reportes presentados por el funcionario administrativo, al que acusó de un “evidente conflicto de interés”, y censuró públicamente por no haber solicitado una “prueba de penetración” de los sistemas informáticos del IFAI ni haber recurrido a expertos independientes para comprobar la supuesta intrusión de hackers al Infomex.

Con menos estridencia, pero la misma ignominia, los comisionados volvieron a intercambiar invectivas. La senadora Mónica Arriola Gordillo de plano preguntó sobre probables mecanismos de mediación que estuvieran utilizando para reducir el evidente nivel de confrontación.

“Hemos decidido dejar que el trabajo cotidiano sea el que vaya salvando o resanando la relación”, respondió Peschard, quien autocrítica aceptó que la colegialidad del IFAI quedó quebrada, por la renovación de la presidencia, y que actualmente la relación entre los comisionados es mala.

¿Hay modo de restañar las heridas? Difícilmente. En el IFAI hay una ex presidenta que debe salir al quite, ante la indolencia de quien debería haber demostrado ayer que merece estar al frente del IFAI, más allá de las facciones internas, los equilibrios precarios y las lealtades mal entendidas.

Las críticas de la opinión pública y los cuestionamientos de los legisladores se ven rebasados por las desconfianzas mutuas entre los comisionados del IFAI. Ellos son los que han decidido embozarse para ventilar sus conductas no éticas y sus actuaciones ilícitas. En lo oscurito, son ellos los que hablan de los lujos en los viajes al exterior, de las mudanzas millonarias y las zonas VIP, como la sala de juntas anexa a las oficinas de la presidencia, denominada “la narcosala”, por sus detalles alabastrinos.

Ese recinto, curiosamente, iba a llevar el nombre de Alonso Lujambio. Y el enfrentamiento entre quienes apoyaron la moción y quienes la rechazaron ahora mismo empanta al IFAI.
El punto de inflexión, sin duda, surgió con la elección de Gerardo Laveaga como presidente comisionado. Pero antes hubo un evento definitorio: la salida de Mauricio Farah de la secretaría general de ese organismo, quien se incorporó a la Cámara de Diputados.

Jacqueline Peschard y Ángel Trinidad plantearon a los senadores una salida a los conflictos: que los comisionados sean sometidos a una evaluación –de sus conocimientos técnicos y su compromiso ético– y que después de ella, decidan sobre su permanencia en el cargo.

EFECTOS SECUNDARIOS

¿RENUNCIA? A finales de la semana pasada, el CEN del PAN se quedó sin voz. Raúl Reynoso, ex reportero de origen tijuanense, dejó la secretaría de Comunicación que ocupaba desde hace casi tres años, “para retomar sus proyectos personales y empresariales”, segun se explicó oficialmente. Pero malosos blanquiazules indican que detrás de su salida está la intención de blindar al jefe nacional del partido, Gustavo Madero Muñoz, ante cualquier escándalo en ciernes. Y es que Carlos Armando Reynoso Nuño, hermano del ahora ex vocero del PAN, fungió como jefe de la Unidad de Gobierno en la secretaría de Gobernación, durante el último trienio del calderonismo. La polémica por los permisos concedidos durante el sexenio calderonista para operar casinos “salpica” a muchos mandos medios y superiores.

EMBAJADORES. Con la presencia de John Dimitri Negroponte, James Jones y Jeffrey Davidow, la colega Dolia Estévez presentará este mediodía en el Centro Woodrow Wilson, en Washington D.C. su libro sobre los ex embajadores de Estados Unidos en México, que contiene testimonios directos sobre su relación con los presidentes mexicanos.

Por: Alberto Aguirre M. / vivirmexico.com / Correo electrónico: aam@mexico.com

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