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Opinión

Si quiere alimentos… ¡vaya usted a Colombia!

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A mediados de junio de este año, Cumaná, ciudad del oriente de Venezuela, vivió una ola de saqueos que, entre otras cosas, dejaron un muerto y más de 20 heridos. Esto se dio en una Venezuela que, en el 2015, registró una inflación de 180% y una escasez del 80% de los productos más indispensables y socorridos.

Lo acontecido en Cumaná fue un eslabón más de la crisis económica que han generado las pésimas políticas de producción y distribución de bienes a cargo de la dictadura chavista.

Como se recordará, incluso cuando Chávez todavía vivía, se impuso el control de precios (“régimen de precios justos” lo llamó el gobierno socialista). Resultado: un claro y estrepitoso fracaso. Solamente generó escasez, acaparamiento, especulación, mercado negro y alza de los precios. Y, claro, también violencia.

Después, en abril de 2016, fueron impuestos los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), bajo el control de las bases civiles más fieles al chavismo a nivel barrial, dizque para mejorar la distribución de productos de primera necesidad, especialmente de los alimentos. Nueva estrategia del gobierno de Maduro para mantener obediente, expectante y sumisa a la población, a cambio del acceso a unos cuantos alimentos de primera necesidad. Resultado: otro fracaso estrepitoso, ya que pese a las promesas y al control gubernamental, siguió la escasez, el mercado negro y el descontrol en los precios. Y, claro, también la violencia.

En el colmo de la desesperación, y tras acumular fracaso tras fracaso, el gobierno de Maduro permitió que algunos venezolanos cruzaran a Colombia para comprar artículos de imposible adquisición en la tierra deChávez.

Tras haber permanecido 10 meses cerradas, el domingo 10 de julio fueron reabiertas las fronteras venezolanas hacia los municipios colombianos de Arauca y Cúcuta. Y el flujo durante las primeras horas de ese día fue de 16 mil personas, todas ellas angustiadas por la escasez en su país y ansiosas por comprar productos en la vecina Colombia. Y, no obstante los altos precios del otro lado de la frontera (obvio, los comerciantes colombianos sacaron provecho de la crisis), los consumidores venezolanos abarrotaron los comercios para comprar lo más posible.

El hambre se hizo patente, en primer lugar: la compra de alimentos y más alimentos, ante todo. Pero los pañales, el papel sanitario, las medicinas y los implementos de aseo personal también estaban en las listas.

Por supuesto que hicieron presencia los “bachaqueros”, es decir, los individuos que se dedican a lareventa ilegal de mercancías. Compran en Colombia y venden en Venezuela, al margen de una ley jurídica, pero obedientes a una ley económica. Contrabandistas, pues. La mayoría de ellos, claro está, corrompen con dinero o con productos a funcionarios venezolanos. Las ineficaces políticas de producción y de abasto a cargo del chavismo sólo se han prestado a la delincuencia y a la corrupción.

El Gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, visitó los pasos fronterizos e indicó que el corredor humanitario fue benéfico para no menos de 25 mil personas de manera directa por día, que básicamente adquieren alimentos y medicinas. Obvio es que, por el efecto “derrama”, los beneficiarios finales se multiplican al menos por cuatro.

Estamos, pues, ante la continuación del fracaso del Socialismo del Siglo XXIde un socialismo que sigue reproduciendo el error de la planificación central del viejo socialismo. Las autoridades venezolanas siguen sin poder sustituir exitosamente los “reprobables” mecanismos de producción, distribución y consumo del “sistema capitalista”.

Desde Hugo Chávez, el gobierno socialista de Venezuela ha creado, intervenido y expropiado empresas con el mismo balance final: el fracaso económico. Y, por supuesto, este fracaso se ha querido ocultar mediante la retórica incendiaria, rabiosa y populista del régimen.

Venezuela, dicen los buhoneros del gobierno, está enfrentando una “guerra económica” de cara a “los traidores, los oligarcas y los imperialistas”.

Lo que no ha entendido Maduro es que su peor enemigo es él mismo. Es su pésimo manejo de la economía. Es su obstinación de enfrentar a las empresas privadas a las que no ha podido (y no podrá) sustituir.

Venezuela está padeciendo los típicos errores del socialismo histórico: la planificación central, la hiper-burocratización de la vida económica, la negación de los mecanismos de libre mercado, el control irracional de precios y la desincentivación de la sana competencia.

El más reciente paso en esta ruta de ineficiencia e insensatez, ha sido el de involucrar aún más a las fuerzas armadas en los mecanismos económicos de generación y distribución de mercancías. El lunes 11 de julio, el Presidente Nicolás Maduro anunció la creación de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, a través de la cual se da un control amplio por parte de las Fuerzas Armadas Bolivarianas sobre la producción, la importación y la distribución de alimentos y de medicinas.

Dicha Misión estará a cargo del General en Jefe Vladimir Padrino López, con lo cual este militar de alto rango se vuelve una especie de Súper Ministro dentro del gabinete madurista. Obviamente, también esta medida fracasará.

Como lo hemos dicho antes, queda claro que Nicolás Maduro cada vez se sostiene más en el poder militar. El chavismo, primero, tuvo su soporte en el poder económico del petróleo y, ahora, lo tiene en elpoder represivo de los militares.

El socialismo venezolano ha fracasado. Estamos presenciando sus últimos estertores. A estas alturas ya todo depende de los militares.

POR  / CIUDADANO CEROCOLUMNAS / elarsenal.net

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