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Opinión

Todos los niños del Presidente

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El niño-sicario es fruto exquisito de la nación mexicana, el niño del que te tienes que cuidar. Si agregamos al niño-bully, al niño-halcón, al homicida y al violador, tenemos pruebas de que México produce cada vez más niños monstruosos.

Esta es otra razón para gritar extasiado, como hace Peña Nieto en sus orgásmicos alaridos: ¡Vamos, México!

Un grupo de niños de una escuela del DF, del rumbo del Toreo de Cuatro Caminos, tomó hace poco por costumbre cortarse la piel con las navajas de sus propios sacapuntas. Cuando se les pidió explicación, dieron la respuesta más lunática que he oído en mi vida: “sacarte sangre te relaja”.

Esos infantes llenos de deformidades mentales, como todos los mencionados, son en buena medida producto de la subcultura del PRI.

Esa chiquillada, igual que delincuentes, son un grupo de mocosos que actúan fuera de las normas. A veces fuera de las normas legales, a veces “sólo” fuera de las normas morales. O no las entienden, o no las interiorizan, o no las consideran como algo valioso. Igual que el PRI.

El PRI siempre se ha burlado de las leyes mexicanas, no digamos de las normas morales. Les parece jocoso decir que “La moral es un árbol que da moras”. Les parece que el resto de los mexicanos no tenemos por qué cobrar venganza por lo que dicen, y sobre todo por lo que nos hacen.

El comportamiento del militante del PRI promedio es más o menos el siguiente: robar del erario –y de donde se pueda- tanto como sea posible, confiando en que la justicia mexicana es una broma.

La subcultura del PRI se ajusta, en relación con las normas y en particular las leyes, a lo que los científicos llaman anomia, que implica desobedecer la norma de manera sistemática… como el PRI.

El PRI practica en particular la denominada anomia formalista, es decir un comportamiento donde, solo en apariencia, se observan la normas, pero que en realidad olvida y traiciona los fines que la ley persigue, lo que acaba distorsionando las leyes y haciéndolas inservibles.

Los priístas viven pensando que nunca los van a ajusticiar, encarcelar o derrocar. Violan la constitución y las otras leyes, y todo lo hacen los “nenes” del PRI a diario, entre sus imbéciles risitas…

¡Bravo, idiotas! Están destruyendo al país. Tal como convirtieron los gobernadores priístas en una cloaca los estados de Tamaulipas, Michoacán, Coahuila, Veracruz…

Ustedes, los priístas, son un estorbo, son en México los enemigos “de chicos y grandes”.

Esa es la subcultura del PRI. Y piensan que el ejército los va a seguir soportando para siempre porque “así somos” (¿somos?) y que nunca los va a agarrar a bayonetazos…ya sea el ejército, o las Autodefensas.

Ya se los están advirtiendo últimamente tales Autodefensas en su reciente unificación en el Polyforum Siqueiros. Quienes tienen por cierto un general entre sus filas (el general Gallardo). No olviden que los villistas solo necesitaron un militar profesional (Felipe Ángeles) y con ello fue suficiente para combatir a las lacras… como ahora lo es el PRI.

Así, con la subcultura de la violación constante de la ley, aprobaron los priístas, comandados por el senador David Penchyna, la reforma energética.

Así encumbraron en el PRI a un marrano infecto como su presidente local, que luego conformó una red de “pirujas” (mexicanismo por hetairas, equivale a la “bimbo” en lengua inglesa) para que lamieran a diario los entresijos de su asquerosa humanidad, en una novedosa forma de la tradicional “lambisconería” (es decir, zalamería) de los priístas.

Y luego aparece Peña Nieto, con la cara lavada, cortando listoncitos y haciendo toda clase de boberías en sus ceremonias de escolapio. Luego de comprar la silla en que se sienta –con sus tarjetas Monex-, luego de declarar con total desvergüenza propiedades “donadas” en su declaración patrimonial, luego de no encarcelar a su tío el ratero…

El PRI tiene históricamente un comportamiento disfuncional, que ahora se ha trasladado a los niños de México, quienes ahora son también niños disfuncionales en número creciente, violando las normas a placer. Una especie de niños-priístas…

Debido a esa cultura malsana del priísmo, termina dañando el PRI ahora también a la niñez mexicana. El PRI es el grupo de niños del Presidente Peña Nieto que presume que todo lo que hacen “es legal”, pero siempre acaban chapoteando en el mar de excremento que es su historia y su “cultura”.

Las normas no son caprichos, no son bromas como lo quiere el PRI, sino son lo único que permite la convivencia civilizada y son lo que permite alcanzar fines sociales, como por ejemplo vivir en paz. Pero con el PRI en el poder, la paz se nos está terminando…

Una cultura como la priísta es dañina, es perniciosa, es incapaz de trabajar como grupo, pues sólo opera como mafia en tanto sus aspiraciones consisten en ver qué se pueden robar.

Así, entre risitas, ha hecho el PRI de la sociedad mexicana, en muy buena medida, un territorio de combate. Pues como ellos no respetan las leyes, esa pestilencia se trasminó a la sociedad y favoreció la llamada “delincuencia organizada”, parida por los priístas pues esa delincuencia –que después contrató a niños y los contagió de su propia subcultura- surgió de los políticos del PRI como Fernando Gutiérrez Barrios, quien negociaba con el narcotráfico las rutas de paso de la droga, en la época “clásica” del PRI.

Luego, gobernadores priístas, especialmente de Tamaulipas, fueron acusados en los Estados Unidos de hacer tratos con la mafia del narco. Hace unas semanas, nada menos, el gobernador interino de Michoacán, otro priísta, fue sorprendido y mostrado, negociando con narcotraficantes…

Volviendo al tema de la anomia, ésta se completa cuando se generalizan comportamientos que en nuestro país parecieran ser básicamente anomia de dos tipos: finalista y ritualista. La anomia finalista se concreta en la delincuencia, que busca los mismos fines que muchos –la riqueza material- pero mediante métodos distintos a los del resto de la sociedad. Es decir cercenando cabezas, metiendo a sus rivales a la licuadora, etc.

Ritualista es la forma en que el PRI desvirtúa la ley en México, como se dijo arriba. Cumple las formalidades de las leyes como un ritual, pero destroza sus finalidades. Es así como el PRI destruye la ley.

Y el PRI destruye -con su subcultura- a los niños de México. Pues les enseñó a violar las normas, a que hacerlo no tenga consecuencias, sin reparar desde luego en el daño que le hacen a los demás. Así como al PRI nunca le ha importado todo el daño que le ha hecho a su país.

Como en la multipremiada película “All the President´s men”, conocida en México como “Todos los hombres del Presidente” y protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman, que desnuda el caso Watergate del presidente Richard Nixon, es necesario exhibir las bestialidades que comete hasta el último de los “nenes” de presidente Enrique Peña Nieto.

Hoy mismo, uno de los coordinadores parlamentarios del PRI, un verdadero hombre-basura que funge como uno de los principales aliados del Presidente Peña Nieto, es un conocido amigo y protector de pederastas. A ellos se les cobija y se les han fabricado en el PRI leyes a conveniencia.

Se protege en este último caso, desvirtuando la ley con la pestilente subcultura del PRI, a quienes practican sexo con los niños. Esos niños que serán violados. Esos niños a quienes no protege el Presidente.

Por  / elarsenal.net

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