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Opinión

vivods “Iguala: la verdad histórica”

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Jesús Murillo no era el procurador General de la República adecuado para los tiempos del crimen de Iguala, por su tono autosuficiente, de perdonavidas, de hacer creer que hacía un favor con mantenernos al tanto del Tlatelolco de la izquierda.

La última que le permitió el Presidente fue explicar con un tecnicismo exclusivo que el resultado de su investigación era “la verdad histórica”, cuando, al escuchar “historia”, la mayoría entendió que el caso era “historia” y estaba cerrado.

Murillo utilizó lenguaje de abogados, sin tener en cuenta que quien pagaba su salario era la mayoría de la población y estaba obligado a usar términos aptos para todos: pueblo llano, peritos, organizaciones  internacionales.

Pero, en su galleo, Murillo estaba en lo cierto, aunque lo entendieran mal: “verdad histórica” significa que la autoridad cuenta con hechos que no representan un valor jurídico, pero deben ser procesados porque son pruebas para que un juez sentencie.

La verdad histórica en este caso es que continúa abierto, pese a que han sido capturados 100 de los autores intelectuales y materiales, quienes confesaron que asesinaron y quemaron a 43 estudiantes de Ayotnizapa.

Aquello de “verdad histórica”, junto con el “ya me cansé” del propio Murillo, tras ofrecer una conferencia de prensa, porque llevaba más de dos días sin dormir, fueron los principales errores de comunicación del gobierno en un caso en que cedió la iniciativa a los culpables.

Sin dinamismo, el gobierno permitió que quienes medran con la desgracia ajena, como AMLO, sembraran en su contra la “narrativa” de “vivos se fueron, vivos los queremos”, cuando los últimos que los vieron vivos fueron sus asesinos: policías municipales a las órdenes del entonces alcalde del PRD.

Hoy, a seis meses ¿qué sucedió en realidad? Veamos:

—Los 43 estudiantes fueron asesinados y quemados por órdenes del entonces alcalde perredista, para evitar que sabotearan un acto en el que su esposa, consejera del PRD, presentaría su candidatura para sucederlo.

–Por eso, Morena eliminó como candidato al gobierno de Guerrero a Lázaro Mazón, porque su relación con el alcalde “afectó al partido”, ya que siendo edil de Iguala (1996-99 y 2002-05), Mazón tuvo como secretario de Seguridad Pública a Felipe Flores, miembro del cártel Guerreros Unidos.

–Como senador, Mazón postuló a Abarca y su hermano Luis fue el primer suplente de éste; mientras Ángel Aguirre, del PRD, tuvo que renunciar como gobernador de Guerrero.

Luego de medio año, Iguala es un caso triste: los familiares de los muertos jamás mencionan a los 100 autores intelectuales y materiales detenidos ni a los últimos que los vieron vivos. Ahora viajan por el mundo sepa Dios a cuenta de quién. Y exigen que no haya elecciones en Guerrero.

Ahora son políticos.

POR  / elarsenal.net

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