Democracia cara e ineficiente

De los temas planteados dentro del Pacto por México, se encuentra el relativo a la transformación del Instituto Federal Electoral, para el efecto de proyectarlo como una entidad de carácter nacional, encargado de preparar, organizar y conducir todos los procesos electivos que existan en el país.

La tarea parece sencilla, sin embargo, tiene su dificultad, ya que el diseño pasa por el tamiz de un centralismo y reglas de mayor vigor para los partidos y candidatos. Uno de los puntos de alta complejidad a nivel mundial, para botón de muestra ahí tenemos el reciente caso de Venezuela, donde existe una evidente polarización y un rechazo a los resultados oficiales, consiste en poner sobre la mesa los objetivos primordiales: elecciones limpias, procesos equitativos, partidos, candidatos y autoridades electorales transparentes y, como imperativo fundamental, poner en el centro de todas las acciones el respeto al voto de los ciudadanos.

La concepción y creación del IFE, data de hace veinte años, cuando inicia, el diseño era vanguardista, en realidad el objetivo era ciudadanizar los procesos electorales, todos recordamos que esa función la hacía el Estado, a través de la Secretaría de Gobernación, dejando a la mayoría muy inconforme. Ahora, el instituto se ha visto rebasado en los hechos, tanto por el modelo que aún persiste, como por los avances tecnológicos que deben implementarse para su eficiente operación.

Por otra parte, las réplicas a través de los órganos electorales en las entidades federativas, que se encargan de los procesos locales, se han deteriorado; se fue creando una gran burocracia electoral, obesa y poco eficiente. Se trataba de instituciones que por sus componentes ciudadanos gozaban de prestigio, esa parte comenzó a decaer, lo que ocasionó serios problemas de credibilidad y, el sesgo de singulares determinaciones los ha puesto en entredicho con enorme pérdida de confianza, ahí tenemos los asuntos de Veracruz y Zacatecas a quienes se les ha cuestionado sobre su imparcialidad. Además existe duplicidad en muchas funciones, que tanto el federal como los entes locales desarrollan, provocando una democracia onerosa.

En esa consideración, la idea que se encuentra plasmada como compromiso, es la creación de un nuevo Instituto Nacional Electoral, utilizando como base la estructura actual del IFE, contando con el Consejo General, la Presidencia del Consejo General, la Junta General Ejecutiva, la Secretaria Ejecutiva y los órganos desconcentrados, estatales y distritales.

La propuesta de diseño institucional implica la desaparición de los actuales órganos estatales electorales y sus funciones pasarán al Instituto Nacional Electoral, así como abrogar las leyes y reglamentos que hoy están vigentes en cada entidad, por lo que será necesaria una reforma a las constituciones de los estados.

El planteamiento se debe encaminar a fortalecer la equidad en las competencias electorales, eliminar la perniciosa intromisión de los poderes ejecutivos estatales en la organización, conducción y desarrollo de los procesos electorales, controlar el uso de recursos ilegales en las campañas, transparentar las actividades de organización electoral en todo el país, fortalecer el sistema de partidos y abaratar el costo de la organización y realización de procesos electorales.

Además, deben contar con mayores herramientas para la eficaz fiscalización de los gastos tanto en campaña como a los partidos políticos, bajo principios de exhaustividad y oportunidad, considerando como causal de nulidad de las elecciones el rebase de los topes de campaña y prohibiendo la entrega de utilitarios.

Estos son algunos aspectos sujetos desde luego al escrutinio social, político y legislativo, que deberán tomarse como insumos básicos para el fortalecimiento de la democracia mexicana, misma que debe ser eficaz, menos costosa y con autoridades que inspiren confianza y cuenten con mayor credibilidad institucional.