Connect with us

Política

Reforma Energética: ¿Evangelizar a las Izquierdas?

Published

on

Soy un lector constante de lo que escribe Héctor Aguilar Camín. En general coincido con sus análisis, pero también disfruto las discrepancias. Me parece uno de los intelectuales y analistas más respetable de México.

Por esta razón, me sorprendió lo que dijo sobre la actuación de las izquierdas mexicanas en el Senado frente a la reforma energética: “Sus argumentos no son buenos, pero sus emociones son genuinas y están diciéndonos que estos cambios, en particular el energético, requieren mucho diálogo y requiere pedagogía publica… Es muy importante que los ganadores y el gobierno inicien un proceso sensato, democrático, abierto de conversación y de pedagogía pública sobre la reforma energética”.

¿Una “evangelización” de la izquierda? Imposible, pensé. Recordé una frase que leí hace tiempo. Por cierto, no recuerdo al autor. Palabras más, palabras menos: “El estancamiento económico de un país termina por deformar a la democracia, convirtiéndola en semillero de frustraciones y extremismos políticos, empujando a los gobiernos hacia las tentaciones del estatismo y la cerrazón económica”.

Si partimos de esta premisa, ¿entenderán las izquierdas parlamentarias que Pemex — en general el sector productor y distribuidor de energía del país– está desfasado de las necesidades del país y de la realidad económica global; que la revolución de la energía no convencional que lleva a cabo EU está alterando el comercio y la producción global de los hidrocarburos? Y si entienden esa realidad ¿no lo hacen a un lado porque antes que nada la democracia representativa les exige ganar votos en las próximas elecciones?

Es posible que la pedagogía pública referida por Héctor Aguilar Camín tenga la intención de abrirle espacios al “dialogo” para evitar que las pugnas legislativas provoquen tal confusión que empujen a sectores sociales hacia posturas extremas.

La realidad es que Pemex está en medio de fuertes corrientes de cambios globales, cuyo epicentro es Estados Unidos. De no ajustar sus tiempos, estructura y operación, será barrido por una revolución que ya está en marcha y va a una gran velocidad.

Echémosle un vistazo al vecino del norte para ubicar la dimensión de las amenazas vs Pemex.

Durante mucho tiempo EU –sobre todo la década de los años setentas del Siglo XX–, estaba inmerso en la constante preocupación de escasez y carestía de hidrocarburos y gas. El país sufrió un duro golpe económico por el embargo petrolero que impusieron los productores árabes, en 1973, al mundo Occidental, en especial contra EU, por su apoyo a Israel durante la guerra de Yom Kippur.

La medida multiplicó por 4 los precios internacionales del barril de petróleo, situación que se agravó aún más en 1979 cuando la revolución iraní derrotó al sha, aliado de occidente pero sobre todo de EU. El suceso, incluso, alteró el suministro internacional de petrolero.

Desde siempre los países ricos tuvieron una alta dependencia de las naciones productoras de petróleo. Ubiquémonos sólo en EU. En la década de los 70’s el vecino del norte importaba 35% del su petróleo, con incrementos crecientes hasta llegar al 60% en 2005. También sufrió una baja en su producción de hidrocarburos de alrededor de 33 por ciento. Lo mismo sucedió con su generación de gas natural.

En ese 2005 había un escenario realmente obscuro para EU en materia petrolera. Parecía estar condenado a ser el gran importador mundial de petróleo y gas natural licuado. La promesa de independencia energética que venía de los tiempos remotos del Presidente Richard Nixon (noviembre de 1973) –y los subsecuentes ocupantes de la Casa Blanca– simplemente habían quedado en letra muerta.

Tres años después de ese 2005, la situación tomó un rumbo radicalmente distinto con el despegue de la producción no convencional de energía, específicamente con los suministros importantes y crecientes de gas shale o roca de esquisto. (una formación sedimentaria que contiene gas y petróleo: shale gas y shale/tigh oil).

Entre 1998 y 2003 se llevaron a cabo los avances tecnológicos que bajaron los costos de producción de gas y petróleo de la roca de esquisto. En ese tiempo, una pequeña empresa petrolera estadounidense: Micthell, descubrió el proceso tecnológico de extracción que bajó los costos del gas shale o roca de esquisto –perforación horizontal con un método llamado fracturación hidráulica—. Proceso que integró en forma definitiva el shale gas a la planta productiva de Estados Unidos.

Ya en 2008 la revolución de Shale Gas en EU no sólo estaba en marcha sino que mostraba avances importantes e irreversibles. En ese año el país reportó un aumento de 50% en su producción de petróleo, con una caída de 60% en sus importaciones. Otro dato espectacular es que el gas de esquisto pasó de un 2 por ciento de la producción en 2000 a casi 45% en la actualidad.

La revolución del Shale gas realmente está perforando de manera profunda en la economía estadunidense. Un estudio reciente estima que 2.1 millones de puestos de trabajo está detrás del auge de la producción no convencional de energía, lo que significó ingresos federales y estatales adicionales de 74 mil millones de dólares. Se prevé que para 2020 aumentará a 3.3 millones de puestos de trabajo.

La nueva realidad del sector petrolero y gas de EU tiene y tendrá un efecto de resonancia global. A simple vista podemos apreciar que la producción no convencional de energía, con precios de gas a un tercio de los de Europa, está convirtiendo al territorio estadunidense en un capo fértil y altamente competitivo para atraer e impulsar inversiones industriales. No es gratuito que ahora el presidente Obama hable del “renacimiento” de la manufactura estadunidense.

Más allá de que el discurso de Obama sea o no electorero, tiene fundamentos reales. Según el Departamento de Energía de EU, la producción de crudo de EU llegará a 9.5 millones de barriles diarios en 2016; la de gas natural será 56% mayor en 2020 a la reportado en 2012, En cuanto a sus importaciones totales de energía, bajarán a sólo 4% del consumo nacional en 2040. El organismo también estima que el precio minorista promedio de la gasolina, en dólares actuales, caerá a 3 dólares por galón en 2017.

México tiene retos claves que cumplir. Las reforma energética aprobada por el Senado debe: uno, convertir a Pemex en una empresa competitiva y rentable, con capacidad para incursionar en la producción del shale gas; y dos, que la apertura a la inversión privada efectivamente suba al sector energético de México a la revolución energética del Siglo XXI.

Agustín Rodríguez Trejo

Más leídas