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Política

Sexenios del PAN, catálogo de corrupción: Báez Ceja

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Bastaron sólo dos sexenios para que el partido del “bien común” y las libertades individuales cayera en el peor fango de la corrupción. El panismo ha dejado una estela de corruptelas que será muy difícil de borrar: en las administraciones, muchos de sus más connatados miembros son acusados de enriquecimiento ilícito, de realizar obras inexistentes o mal realizadas, de dejar una montaña de facturas falsificadas,

uso de información privilegiada en licitaciones, irregularidades en el otorgamiento de fianzas previstas en la normatividad en materia de contrataciones públicas. Y este catálogo de corrupción, de probables abusos y fraudes no lo decimos nosotros, sino que las acusaciones son lanzadas entre ellos mismos, como es el caso del ex precandidato presidencial de ese partido y hoy ex senador y candidato a dirigir las riendas del panismo: Ernesto Cordero.

El reciente caso de la cloaca destapa en la empresa Oceanografía, que creció bajo la sombra del panismo y se enriqueció a costa de Petróleos Mexicanos, es sólo una hebra de la enorme madeja de la corrupción azul celeste.

En las corruptelas de esa empresa se mencionan a César Nava, su jefe nacional entre 2009 y 2010, haya sembrado a allegados suyos en el área jurídica de Pemex, que él mismo encabezó durante el foxismo, quienes se dedicaron a justificar todos los incumplimientos de contrato en los que incurrió Oceanografía.

También está el caso ominoso de Mario Ávila Lizárraga, excandidato panista a la gubernatura de Campeche y aliado del senador Ernesto Cordero, quien, después de haber sido señalado como partícipe en el uso indebido del presupuesto de comunicación de la Lotería Nacional —que hizo caer al director de esa dependencia—, fue premiado con un puesto en Pemex desde donde presuntamente benefició a Oceanografía con el otorgamiento de contratos.

El catálogo de impunidades inicia con el primer sexenio panista, cuando los “peces gordos” que deberían estar en la cárcel se convirtieron en socios de las familias en el poder. La riqueza súbita alcanzó a muchos que antes se decían campeones de la honestidad.

En el segundo sexenio se empoderó la figura de la maestra Elba Esther Gordillo, la ex priísta y facilitadora del triunfo electoral de Felipe Calderón,  y que Enrique Peña Nieto se encargó de cobrarle viejas afrentas de partido y la mantiene en la cárcel desde hace un año.

No se nos olviden las acusaciones entre panistas por el caso de las “mordidas”, en donde se señala al diputado Luis Alberto Villarreal, el mismo que pedía la desaparición de poderes en Michoacán. De éste panista conspicuo de dice que cobraba “mochadas” a los municipios de Guanajuato por acercarles dinero federal para la obra pública.

Pero también está la insigne figura de otro de los dedos chiquitos de Felipe Calderón, el malogrado Germán Martínez, el oriundo de Quiroga pasó de no tener ni casa propia al inicio del sexenio de Felipe Calderón, de pronto compró una de 16 millones 200 mil pesos en la Ciudad de México.

Fue efectivamente una prosperidad repentina: Dejó el PAN en julio de 2009 y montó en Coyoacán un lujoso despacho –FGZ Consultores—y, tras diez meses de trabajo, compró su casita en la mejor zona de San Angel a Justino Compeán, presidente de la Federación Mexicana de Futbol (FMF).

Pero que no se los olvide César Nava – un cachorro de El Yunque- quien se transformó en un nuevo rico que no pudo adquirir el departamento que posee en Polanco sólo con su sueldo en el gobierno, menos aún las propiedades que posee en San Antonio, Texas.

Esta estela de corrupción, – a la cual por cierto Enrique Peña parece que no tiene el valor de enfrentar- representó que con los gobiernos del Partido Acción Nacional, PAN, se restaron impulso a indicadores clave de “buen gobierno” en México, según los datos más recientes del Banco Mundial.

La medición del órgano internacional destaca que el país incluso ha retrocedido, en aspectos fundamentales como estabilidad política, efectividad de gobierno, aplicación de las leyes, calidad regulatoria o combate a la corrupción. El informe detalla que otras naciones en vías de desarrollo (muchas de ellas Latinoamericanas) lograron avanzar considerablemente durante el mismo periodo en el que México se estancó e incluso retrocedió.

Como vemos, en su intento de transformar los símbolos del país, el panismo intentó quitar el águila real, símbolo de México, por la efigie de un buitre ambicioso y carroñero.

El juicio de los mexicanos está al acecho, y son las urnas su mejor instrumento.

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