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Opinión

Chávez: su legado en AMLO

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Más allá de su estridencia como gobernante, que en 14 años redujo la mitad de la pobreza, pero dejó a Venezuela en quiebra con una inflación ya casi de tres dígitos, el legado de Hugo Chávez es veneno para la democracia.

 

Chávez abrió en 1998 el único camino para gobernar a perpetuidad tras la caída del Muro de Berlín sin establecer una dictadura militar: respetando la Constitución vieja, para ganar elecciones; y haciendo otra para seguir ganándolas.

¿Cómo? Destruyendo la política tradicional y sembrando el descredito de todas las instituciones establecidas. Poco instruido, sin imaginación (ocurrente no es igual que imaginativo), ideó una fórmula burda, pero eficaz: “los de arriba” son malos y “los de abajo” son buenos.

“Los de arriba” tienen coche, casa propia, vacaciones, hijos en escuela privada: son “burgueses”, “vendepatrias”, “oligarcas”.

“Los de abajo” son “el pueblo trabajador”, aunque no trabaje y su función básica sea apoyarlo para recibir alimentos subsidiados, comedores comunitarios, escuela y medicina gratuitas.

Conectó emocionalmente con las masas pobres, la mayoría de los votantes: les hipotecó la existencia a cambio del voto para imponer una Constitución que le permitiera reelegirse siempre, sin anular el pluripartidismo.

En 2006 emergieron sus primeros émulos: Rafael Correa (Ecuador) y Evo Morales (Bolivia). Tras ganar la Presidencia, crearon una Constitución para reelegirse. Manuel Zelaya (Honduras) lo intentó en 2009, pero los poderes Legislativo y Judicial lo expulsaron del país con ayuda del Ejército.

El chavismo se apuntala en el miedo de los pobres a perder las dádivas oficiales, la adulación de los favorecidos y los que quieren serlo, control de los poderes judicial y legislativo, fuerte aparato policial-militar y chantaje a trabajadores del Estado, obligados a votarlo para mantener sus empleos.

Es lo que intenta AMLO desde que gobernó el DF (2000-05) y en las elecciones de 2006 y 2012, con su “primero los pobres”, llamando a sus adversarios “los de arriba”, “mafia del poder”, “pirruris” y mandando “al diablo a las institruciones.

Sin embargo, Chávez (como AMLO en parte aquí) tuvo cierta razón porque la “oligarquía” venezolana constituyó durante decenios una sarta de políticos y empresarios corruptos que compraban el papel sanitario en Miami, mientras había multitudes empobrecidas.

Por eso, el hombre que embalsaman hoy en Venezuela deja a la izquierda un legado más fácil de digerir que el de Carlos Marx:

Ya no más que “el ser determina la conciencia social”. Ahora es: “Te subsidio la vida a cambio del voto y la mitad de tu libertad”.

Esa sí es la verdadera “dictadura perfecta”. Una oferta irresistible para millones. Su problema es que hay otros millones que no quieren pescado, sino aprender a pescar.

Son los convencidos de que la libertad es única e indivisible.

Por: Rubén Cortés / elarsenal.net

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