Don Amado y Doña Verónica

La escena ocurrió apenas el año pasado, en la primera reunión de presidentes de los 18 clubes de fútbol que conforman la Liga MX: el “benjamín” era Amado Yáñez Osuna, quien llegó a la misma mesa en la que participan Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim con una chamarra Gucci, con el escudo de los Gallos Blancos.

 Entre la excentricidad, el dueño de Oceanografía ingresó a las grandes ligas de los hombres de negocios.

Detrás de esa personalidad –luminiscente para algunos, indigna para otros– estaba su esposa, a quien muchos atribuyen la mayoría de las excentricidades que hicieron que Yáñez Osuna levantara comentarios morbosos entre los poderosos.

Don Amado y Doña Verónica compartían su gusto por la alta relojería y por las obras de arte contemporáneo. Ambos estaban asociados en el Grupo Delfines, que se llevó la franquicia del Pumas Morelos a Ciudad del Carmen, donde además construían un estadio de altas especificaciones, frente a la imponente bahía de la Isla campechana.

Como su esposa, Verónica González de Yáñez Osuna coleccionaba pinturas, esculturas y relojes. Y también es protagonista de las historias de Oceanografía de acuerdo a lo consignado en un reporte de la agencia británica Reuters, que identifica a José Antonio Ortega Rivera como el personaje central de la investigación interna realizada por Banamex sobre los préstamos indebidos a la naviera carmelita, que causaron pérdidas por 500 millones de dólares.

Ortega –al que describen como un “funcionario medio” dentro de Banamex– estaba a cargo de los préstamos a las empresas contratistas de a Pemex. Y de acuerdo con “dos fuentes familiarizadas con la investigación” al mismo tiempo mantenía una relación con Amado Yáñez, pues Oceanografía le había pagado 200,000 dólares, a la esposa del directivo bancario, quien se dedicaría a la compra-venta de piezas artísticas.

Las reporteras de la firma británica no lograron identificarla, aunque otras versiones periodísticas señalaron a la abogada Susana Sabines Córdoba y a la madre de Ortega como beneficiarias de los favores de Oceanografía. La esposa de Ortega Rivera trabajaría actualmente en la firma de Olvera & Monroy, uno de los despachos que lleva los asuntos de Oceanografía.

A mediados del año pasado, cuando dentro de Banamex se detectó el conflicto de intereses, fue despedido. Y de inmediato encontró acomodo dentro del esquema de los Yáñez González, de quienes se convirtió en asesor. ¿Hay algún indicio criminal en esa relación o en la trama financiera que llevó al ingeniero a infiltrar las estructuras de Pemex Exploración y Producción y a algunas instituciones bancarias de primer orden?

¿Ortega Rivera el genio detrás del fraude o un mero chivo expiatorio? “Engañó a todo el mundo de Banamex, cambió la forma de operar… ¿y nadie se dio cuenta? Luego se va a Oceanografía y sigue haciendo lo mismo. Un tipo tan brillante, debería estar en la NASA”, respondió con evidente ironía Jaime González Aguadé, titular de la CNBV, a las reporteras de Reuters.

El organismo regulador, de acuerdo a ese reporte, generó un informe de 77 páginas que fue entregado a la PGR y en que no hay dudas: Banamex no siguió los protocolos internos.

 Pero el “trabajo de campo” que sustenta la investigación ordenada por Citigroup –en la que participó el equipo del abogado Federico Ponce Rojas y una brigada especial, proveniente de Nueva York– ya recabó los elementos que sustentarían una acción penal contra Ortega Rivero, lo que será determinado en la primera semana de agosto, cuando el expediente interno deberá quedar cerrado.

Banamex cree que las pérdidas ocasionadas por Oceanografía no habrían sido posibles si no fuera por las acciones que ellos le atribuyen a Ortega Rivero. En el interin, 12 empleados más fueron despedidos, uno de los cuales hurtó documentos clave para la investigación interna.

Antes de que estallara este escándalo, hubo esfuerzos desesperados por mantener los contratos de Oceanografía con Pemex, cuyos pagos permitían mantener el carrusel financiero que Yáñez Osuna recorría desde un lustro anterior, por lo menos, instalado en la utopía de conjuntar a una de las flotas petroleras más grandes del mundo.

Entre el 2013 y el 2017 se trazó la meta de invertir 1,000 millones de dólares y sumar 100 embarcaciones. En marzo del año pasado, llegó a Ciudad del Carmen el buque multipropósito Caballo Marango, por el que erogó 160 millones de dólares, que se sumarían a otros 400 millones de dólares, que serían utilizados para ampliar su infraestructura en la Sonda de Campeche y construir un astillero. En 2012, Yáñez Osuna tenía 84 embarcaciones y cuatro Lear Jet, además del OSA Goliath, el más grande en el mundo para trabajos costa fuera, en plataformas petroleras, que brevemente fue la embarcación emblema de Oceanografía.

Mientras el concurso mercantil enfila a la liquidación de las deudas de Oceanografía con sus acreedores bancarios y sus abastecedores de naves y refacciones, Petróleos Mexicanos comienza a reasignar los contratos para los servicios de alto cabotaje y mantenimiento de las plataformas petroleras. Los primeros sustitutos son Seadrill, la naviera en la que el financiero regio David Martínez.

EFECTOS SECUNDARIOS

MOVIMIENTOS. La apuesta del sexenio peñista es la reforma energética. Así queda plasmado desde el mismo Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018, que contempla la construcción de 19 gasoductos, 13 de los cuales deberán ser desarrollados por Pemex, que encabeza Emilio Lozoya Austin y el resto, por la CFE, que preside Enrique Ochoa Reza.

Los industriales del ramo esperan que haya una derrama de 3,897 millones de pesos en lo que resta del periodo, de los cuales 70% será inversión pública y el resto, privadas. Entre quienes levantan la mano para concursar por los proyectos está Fermaca, de Fernando y Manuel Calvillo, apalancados por su reconocimiento internacional como la Empresa de Energía del año.

Por Alberto Aguirre / La Columna / elarsenal.net