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Opinión

Peñismo 2.0

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En las próximas dos semanas quedará definido el rumbo del proyecto peñista. Al final de la primera decena de agosto habrá de concretarse el reacomodo del gabinete presidencial. La baja popularidad del Ejecutivo federal y el débil posicionamiento de los secretarios de Estado, rumbo al 2018 son evidencia irrefutable de que llegó el tiempo de un ajuste largamente postergado y que para algunos resultaría tardío.

¿Cambio o continuidad? El detonante del ajuste en el proyecto peñista –calculaban a finales de la semana pasada entre la cúpula priista– estallará con la convocatoria para elegir a la dupla que encabezará el Comité Ejecutivo Nacional. El “evento democrático” ocurriría justo de 20 días, de acuerdo a la inminente publicación en estrados de la ordenanza.

Los ajustes, sin embargo, habrían comenzado a mediados de julio con el viaje del entonces subsecretario de América del Norte, Sergio Alcocer Martínez de Castro a Washigton D.C. para presentar la propuesta del nuevo embajador de México ante Estados Unidos.

En ese caso, no habrían prosperado las iniciativas de José Antonio Meade y Luis Videgaray –quienes en los últimos meses han colocado a una veintena de cercanos en posiciones clave, dentro del gobierno federal y buscan zampar más asientos– quienes impulsaron al actual director del Banco de Desarrollo de América del Norte, Gerónimo Gutiérrez. El ala dura del tricolor habría mostrado resistencias a su nominación y a la de cualquier otro funcionario público con antecedentes panistas.

¿El nuevo representante del peñismo ante la administración Obama saldrá del gabinete peñista? De ser el caso –coinciden los informados– la nominación recayó en el actual secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien a finales del año pasado ya había sido contemplado para esa posición, pero solicitó un voto de confianza presidencial para buscar –sin éxito– la candidatura del PRI al gobierno de Nuevo León. “Si tanto piensa en Washington D.C. debería alzar la mano y dejar de estar empujando a otros”, habría dicho el funcionario regiomontano hace unos meses sobre el gobernador de Querétaro, José Calzada Rovirosa, quien no ocultaba sus intenciones de incorporarse al gabinete peñista.

Después de la derrota priista en los comicios de pasado 7 de julio en aquella entidad del centro de la República, Calzada Rovisora se ha resignado a quedar marginado de la feria de cambios. Aunque no está dispuesto a renunciar a sus intenciones de ser nominado dentro de dos años como candidato presidencial. ¿Finalmente comprará el proyecto que elaboran sus estrategas para construir una candidatura independiente?

Justo en territorio queretano, este fin de semana ocurrió un cónclave entre la jerarquía peñista. Todo apunta a que antes del 15 de agosto entraría en funciones la nueva dirigencia partidista, electa sin contienda interna, por unidad y que César Camacho Quiroz será el coordinador de la bancada en San Lázaro. Y en los días subsecuentes tendría que definirse la integración de los órganos de conducción en ambas cámaras del Congreso de la Unión. La presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados recaería en el PRI, mientras que al frente del Senado quedaría un panista. En el primer caso, las opciones son Jorge Carlos Ramírez Marín e Ivonne Ortega, cuyas aspiraciones dependen en quién quede al frente del partido.

La mayoría de las versiones apuntan a que Manlio Fabio Beltrones habría quedado descartado, en esta definición y que el próximo dirigente saldría de Los Pinos o bien, del Palacio de Covián. Para ocupar cualquiera de esas vacantes, un bloque priista se ha pronunciado a favor del actual canciller, quien se convertiría en prospectos, rumbo al 2018.

Enroques, más que una lógica de renovación, es lo que instrumentaría el Ejecutivo federal en las próximas semanas, previo a la presentación del tercer informe de gobierno. Y estaríamos atestiguando el realineamiento de las élites priistas rumbo a la sucesión, más que un relanzamiento del gobierno peñista que paradójicamente, así comenzaría su declive.

EFECTOS SECUNDARIOS

PREPARATIVOS. Aunque lejana, la posibilidad de que Enrique Martínez y Martínez dejara SAGARPA para irse a la dirigencia nacional del PRI entusiasma a mandos medios y superiores del sector agrícola en el gobierno, en parte porque significa que esa vacante podría ser ocupada por Ricardo Aguilar, uno de los peñistas más leales, aunque también sería un espacio para el ex gobernador sinaloense, Jesús Aguilar Padilla. En el sector financiero, por el contrario, se inclinarían por el ascenso de Juan Carlos Cortés, director de la Financiera Rural y en su lugar, Alejandro Vázquez Salido, actual titular de Aserca.

MALOS MODALES. A la oficina del director de Pemex Petroquímica, Manuel Sánchez Guzmán, llegó –a finales de la semana pasada– una misiva admonitoria, firmada por empresarios ligados a la fabricación de bolsas de plástico, ante una eventual fusión de operaciones entre la empresa productiva del Estado mexicano y la brasileña Braskem-IDESA, que encabeza Roberto Bischoff, en el mega proyecto petroquímico Etileno XXI. Actualmente, México importa 1.4 millones de toneladas de polietileno por año y el nuevo consorcio podría traducirse en un aumento del gravamen y la existencia de un sólo proveedor de materia prima, no obstante, resulta paradójico que los empresarios del sector exhiban públicamente sus celos y ansiedades sin acudir a la mediación de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico, que encabeza Francisco de Caso, y de la que Braskem-IDESA es socia con plenos derechos.

POR  / COLUMNASSIGNOS VITALES /  elarsenal.net

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