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Edel Ulloa Mondragón – “Si no consigues un milagro, conviértete en uno”

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Edel Ulloa, es un joven de 23 años de edad, profesionista, deportista, dinámico, pero sobre todo feliz, Él asegura que “si no consigues un milagro, te debes convertir en uno”. Edel nos cuenta su historia, y de cómo a sus trece años de edad, un evento “desafortunado” cambió no sólo su aspecto físico, sino que modificó su estilo de vida, destruyó sus sueños que de niño había imaginado, cambió toda su perspectiva de vida, tanto la de él como la de su familia.

El accidente

Jueves 8 de mayo del 2003, entre las 5 y 6 de la tarde.

Mi nombre es Edel Ulloa Mondragón, tengo 23 años, soy originario de Parícuaro, municipio de Benito Juárez Michoacán, hace 10 años, recuerdo que estaba en la azotea de mi casa jugando con un tío, un primo y un hermano, todos de la misma edad, se nos ocurrió jugar a agarrar los cables de alta tensión que pasaban cerca de la casa, yo me acerqué pero agarrando una varilla con mi mano derecha, ni siquiera recuerdo haber agarrado o haberme acercado demasiado a los cables, cuando la electricidad me jaló”.

-“¿Qué fue lo que paso ahí? Que la electricidad jala al metal, la varilla era de metal, y por ende me jalo a mí, me dio la descarga trayendo con eso, quemaduras de 3er grado, en un 50% o 45% de mi cuerpo, y consecuencia de esto, me cayó gangrena en ambas piernas, fue la razón por las que me las tuvieron que amputar, si no me las hubieran amputado en ese momento, no estaría el día de hoy aquí, yo creo que en unos 3 días hubiera muerto; mi mano derecha también me la iban a amputar, pero los doctores vieron que mis dos dedos índice y medio, junto con el pulgar, conservaban un buen estado, que circulaba sangre, lo cual no se explicaba, ya que mis tendones estaban dañados y demás, por lo que haya sido, no me la amputaron y yo lo agradezco porque aunque no me sirva para agarrar cosas, aunque no tenga movilidad, dicen por ahí que para todo hay mañas, me sirve para muchas cosas, es muy funcional aunque no desempeña la función como lo hace la mano izquierda, inclusive, hasta se ve la diferencia en cuestión de masa muscular, una está más desarrollada que otra, pero a pesar de eso, yo le echo ganas”.

“Mi papá estaba en Estados Unidos, se tuvo que venir de emergencia, para, junto con mi mamá autorizar la amputación de ambas piernas. Me imagino que les dieron un golpe tremendo a sus vidas, sobre todo, porque él es una persona de rancho, que tiene escasos recursos económicos, y decir: ahora, se está muriendo, y para salvarse se tiene que quedar sin piernas.

Fue una descarga eléctrica con cables de alta tensión que tuvo secuelas muy notables en el cuerpo de Edel, “no hubo previo aviso, no me prepararon, no hubo un trabajo previo psicológico, una preparación para la pérdida de mis piernas, debido a que el día en que me las amputaron fue un sábado 10 de mayo, era fin de semana y era día festivo, y por esa razón no hubo psicólogos que me prepararan para esa pérdida; recuerdo que cuando desperté, estaba en terapia intensiva, no había nadie más, no había doctores, por instinto, presentimiento o por lo que lo quieras llamar, yo quería ver mis piernas, pero no podía levantarme porque tenía quemado el estómago con quemadura de 3er grado, y mis dos manos estaban inmóviles, la izquierda estaba con los músculos, “Engaroñados”, tensos por la electricidad, la mano derecha no se diga, fue la más dañada, entonces no podía hacer fuerza con mi estómago, ni con mis dos manos”.

El impacto

“Yo no sé cómo le hice pero me levanté, me doblé y al momento de doblarme, al ver que no tenía mis extremidades, fue un golpe tremendo en mi vida, empecé a llorar como nunca, se acercaba alguien, y yo no quería escuchar a nadie, lo único que quería en ese momento era morirme, pensé, “¿qué va a ser de mi vida? ¡Ya no voy a volver a caminar! ¡Ya no voy a volver a correr! Ya no voy a hacer nada, voy a estar en una silla de ruedas…” el mundo se me vino abajo, se desbarató, fue muy difícil darme cuenta por mí mismo que no tenía piernas, sufrí mucho, más de lo que debía sufrir”.

“El lunes, estaba un poco calmado por la situación, cuando se acercó la psicóloga, y me dice:

–    Hola Edel ¿cómo estás?

–    Pues, ¿cómo quieres que este?

–   De antemano te pido una disculpa por no haberte preparado, por no haber estado contigo, por no haberte acompañado, debido a que era fin de semana y los fines de semana los psicólogos no trabajamos”

“Me dolió la perdida de mis piernas, pero me dolió más esa respuesta, hubiera preferido, que no se hubiera acercado y que no se hubiera justificado; desde entonces, yo dije, algún día, yo voy a ser psicólogo y lo voy a hacer también los fines de semana, cuando se necesite, cuando se requiera, estoy de acuerdo que hay prioridades en la familia y demás, pero también tienes una responsabilidad profesional.

 

La Familia

Después, quizás hubo más unión en mi familia, más apoyo, ese “estamos aquí, no estás solo, qué necesitas, vamos a verte, vamos a salir adelante, vamos a resolver el problema” fueron sin duda, de gran ayuda; lo que sucedió con mi familia fue que se unió, se unifico y se fortaleció más.

Tengo un hermano con cáncer, siempre lo ha tenido, unos ganglios en el cuello; en ese entonces el cáncer no estaba tan de moda como hoy en día, a mi hermano aun no le diagnosticaban como tal el cáncer, entonces, en ese momento, lo llevaban al doctor, lo curaban entre comillas, le quitaban las bolas, le volvían a salir y demás; mi familia estaba en una situación tensa, mi pueblo, mi casa, imagínate como estaba el resto de la familia; mi hermano entró en depresión, yo estaba en el hospital infantil, y él, en el hospital civil muriéndose. Tenía 13 años en ese momento.

Aceptar su nueva realidad le tomó cierto tiempo, Edel sólo recuerda el dolor y el sufrimiento, que se han quedado en recuerdos solamente, fue difícil por encontrarse en la adolescencia, pues es la etapa en la que defines personalidad, gustos, preferencias, “quieres subir, bajar, correr andar, tener novia, ir aquí y allá y de repente te dicen: ¿Qué crees?, a lo mejor ya no lo vas a hacer, y si lo haces no va a ser igual. Fue algo muy duro, era un niño, apenas creciendo, me costó mucho trabajo los primeros meses, y hasta los primeros años”.

La decisión

“Quise ir a la secundaria, pero mis papas me decían que no, pero yo quería seguir estudiando, sabía que era una decisión fuerte, porque iba llegar a la secundaria, no como el Edel que todo mundo conocía, sino un Edel diferente en cuestión de aspecto físico, sin piernas y en silla de ruedas; cuando llego a la secundaria, y todo mundo se da cuenta que llega Edel, las miradas, quizás de admiración, pero también de morbo, hicieron que agachara la cabeza, pero en ese momento me dije: ¿quieres venir a la escuela, te aguantas?” entonces, levanté la cabeza y decidí una cosa, SONREIR, en ese momento, hubo una aceptación indirecta que yo no comprendí, que hoy en día yo comprendo, cuando yo hice eso, fue que ahí empecé mi aceptación como tal del problema, asimilarlo, todavía no resuelto porque todavía dolía, yo veía que todos corrían en educación física, bailaban y todo, yo ya no, si quería ir a un lugar, me tenían que llevar en silla de ruedas, sentía ´padre´ porque se divertían hasta conmigo llevándome para acá y para allá en la silla de ruedas, pero fue muy difícil”.

“Al poco tiempo, de haber regresado del hospital, fui a rehabilitación y demás, me pusieron mis prótesis, volví a nacer en pocas palabras, di mis primeros pasos nuevamente, yo no las quería, eran muy incomodas, me lastimaban mucho, tenía una ansiedad tremenda de quererme rascar, y no podía, lo agarraba a golpes, para ver si se me quitaba, y luego con el calor era peor, yo me las quitaba, yo no las quería usar, las dejaba a un lado y prefería andar en casa en silla de ruedas hasta que me dije: Bueno Edel,  estás en silla de ruedas, dependes para bajar a la cocina, dependes para ir al baño porque hay escalones, dependes para ir al cuarto ¿Por qué no te acostumbras?, entonces, me las empecé a poner y me empecé a aguantar esa ansiedad tremenda, los dolores y demás, y fue así, que fui aceptando mi nueva situación.

 

La confrontación

“A veces lloraba y me preguntaba ¿por qué a mí? Habiendo tantos en el mundo. Después de eso unifique todo y dije bueno, no voy a estar renegando el por qué me paso a mí, sino para qué me paso, quizás como una oportunidad de hacer un cambio en tu vida, de modificar ciertas actitudes y demás, lo que paso me contrajo una madurez muy rápida, muy temprana; a esa edad ya no pensaba igual que todos mis compañeros, decían “equis cosa” y yo como que preguntaba ¿eso qué?, como que yo ya no era de su edad psicológicamente, quizás en una edad cronológica sí, pero quizás en una edad psicológicamente hablando, ya estaba más maduro.

Llegue a pensar en la muerte, incluso después de la secundaria, pero me detenía el pensar, “no, es que soy bien miedoso”, no hubiera sido capaz de haber hecho eso, y a parte digo, la vida es muy bonita, la música, bailar, disfrutar, respirar, despertar, el comer… yo creo que la vida es así, a algunos nos toca sufrir más que a otros pero la vida es bonita siempre y cuando así la veas, que tienes un problema pero, no te la puedes pasar de amargado, hay que superarlo, aceptarlo y salir adelante.

“Decidí estudiar porque sabía que no iba a poder armarla trabajando en el campo por mi situación,  ese fue otro factor fundamental que me levantó y me motivó a seguir estudiando, no por fresa ni nada, sino porque yo no iba a aguantar en el campo, aparte de que yo me quería superar como persona claro y porque recordaba a la psicóloga que llegó a justificarse conmigo”.

 

Filosofía: “Sólo quiero vivir mientras estoy vivo, y lo haré a mi manera”

El accidente lo volvió más alerta de su cuerpo, quizás perdió las piernas pero desarrolló otras habilidades; “por ejemplo, cuando voy caminando, el tacto con mis prótesis yo identifico cuando un piso está mal, cuando hay un desnivel por muy chico que sea, lo siento porque sé que hay un cambio y eso me hace más consiente, más alerta, o la vista inclusive, tengo que ir concentrado en caminar, en mover las piernas, en moverlas bien y hacer una buena ejecución, saber por dónde está el piso más apropiado para caminar y evitar peligros”.

Para este joven michoacano, su filosofía de vida es que si no consigues un milagro, te debes convertir en uno: “lo pensé, una y mil veces, y es que, no importan las adversidades que has tenido en la vida o en mi caso, que hayas sufrido una discapacidad, importa el sentido que le des a eso, el qué te pasó no importa, no tienes que decir “¿por qué a mí?” sino, “¿para qué a mí?”; ver los problemas de la vida, ver las dificultades que te toca lidiar todos los días, verlos como una oportunidad de conocerte, de auto-explorarte, de descubrirte, de saber hasta dónde podemos llegar y hasta donde no. Yo así veo mi discapacidad y creo que la vida debe de ser algo parecido, vas a tener muchos problemas por los cuales te quieras matar pero va a haber el doble de razones por las cuales quieras estar vivo.

Además de realizarse profesionalmente, Edel Ulloa busca ser grande, ser una persona que deje huella en la sociedad, para que en un futuro, generaciones que vienen, sigan las huellas que él dejó, otro de sus objetivos es ayudar a sus padres, darles una estabilidad económica, y que vivan bien sus últimos años.

Trabajo

En el ámbito laboral, Edel se ha enfrentado a la discriminación hacia las personas que tienen alguna discapacidad, “piensan que eres tonto, de que no piensas bien, de que no puedes hacer las cosas como todo mundo, entonces, como empresa, pues, prefieren contratar a alguien que cumpla bien y que no dé problemas” señaló el joven, “yo digo que vean que la discapacidad no es incapacidad, sino que es sinónimo de capacidad, de hacer las cosas que muchos no se atreven hacer, porque a veces te rompes una mano, y ya quieres estar guardadito en tu casa o no quieres trabajar, en cambio, hay personas que tenemos una discapacidad peor que esa, y por la necesidad, tenemos que salir adelante, no importa el estado físico, lo que importa es que, eres consciente y que pensamos lo suficientemente bien como cualquiera”.

Y concluyó “creo que los jóvenes somos un instrumento de cambio tremendo, un instrumento que debemos hacer valido, y que debemos ponernos a trabajar para que se escuche nuestra voz, porque a veces piensan que como eres joven, también eres inmaduro, pero los jóvenes, siempre tenemos buenas ideas, buenos proyectos, que simplemente se nos tomen en cuenta, y uno mismo tomarnos en cuenta, creérsela  que somos un instrumento de cambio para poder hacer un cambio ante una sociedad”.

Hoy

Actualmente Edel se ha convertido en psicólogo, es egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, tiene un diplomado en terapia breve humanista, es deportista, practica basquetbol en silla de ruedas y natación. También brinda conferencias motivacionales, en diversas instituciones, a empresas y/o organizaciones, tanto en el estado como fuera de él. Este 2013 fue galardonado a nivel estado, con el premio al mérito académico, dentro de la semana de la discapacidad, además de recibir el premio al mérito deportivo que le otorgó el ayuntamiento municipal de Morelia, donde actualmente reside.

Él es un joven dinámico, que sin importar sus condiciones físicas ha decidido salir adelante, a sus 13 años, luego del trágico accidente, él tomó una decisión, fue sonreír, él decidió ser consiente de elegir y decidir que él tenía la capacidad de mejorar constantemente y darle un significado positivo a las adversidades de la vida, a fijarse nuevos sueños y esperanzas para una vida mejor, “es mi vida; es ahora o nunca… no voy a vivir para siempre, sólo quiero vivir mientras estoy vivo, y lo haré a mí manera!” exclamó.

Durante la sesión de fotos para mizitacuaro.com, que tuvieron como sede la capital michoacana, Edel se mostró espontáneo, divertido en todo momento, relajado en cada una de las fotos, cómodo pero sorprendido, debido a que no se lo esperaba.

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