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México

Migrantes centroamericanos en México: entre el sueño y la pesadilla

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Miles de personas provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y otros países de Centroamérica atraviesan cada año el territorio mexicano con la esperanza de llegar a Estados Unidos y encontrar una vida mejor. Sin embargo, en su travesía se enfrentan a múltiples riesgos y dificultades que ponen en peligro su integridad física, emocional y legal.

¿Por qué migran los centroamericanos?

Las causas que impulsan a los centroamericanos a dejar sus países de origen son diversas y complejas. Entre ellas se encuentran la pobreza, la violencia, la corrupción, la falta de oportunidades, los desastres naturales y las crisis políticas y sociales que afectan a sus naciones.

Según datos del Banco Mundial, el 44% de la población de Honduras vive en condiciones de pobreza extrema, el 20% en Guatemala y el 13% en El Salvador. Estos países también registran altas tasas de homicidios, extorsiones, secuestros y reclutamiento forzado por parte de las pandillas o maras que operan en la región.

Además, en los últimos años se han visto afectados por fenómenos climáticos como sequías, huracanes e inundaciones que han provocado pérdidas de cosechas, viviendas e infraestructura. Asimismo, han sufrido crisis políticas e institucionales que han generado inestabilidad y protestas sociales.

Ante este panorama, muchos centroamericanos ven en Estados Unidos una opción para mejorar su situación económica, familiar y personal. Algunos tienen familiares o conocidos que ya viven allí y les ofrecen apoyo o información. Otros se sienten atraídos por el llamado “sueño americano” que promete libertad, democracia y prosperidad.

¿Cómo es el viaje por México?

El viaje por México no es fácil ni seguro para los migrantes centroamericanos. La mayoría entra al país por la frontera sur, cruzando el río Suchiate o por puntos ciegos donde no hay control migratorio. Algunos solicitan una visa humanitaria o una tarjeta de visitante regional que les permite transitar legalmente por algunos estados del sur del país. Otros optan por seguir su camino sin documentos o con documentos falsos.

Los migrantes se trasladan por diferentes medios: caminando, en autobús, en taxi o en el tren conocido como “La Bestia” que recorre gran parte del territorio nacional. En su trayecto se exponen a ser víctimas de robos, extorsiones, agresiones, violaciones, secuestros o asesinatos por parte de grupos criminales que operan con complicidad o impunidad de las autoridades.

También se enfrentan a las redadas y detenciones del Instituto Nacional de Migración (INM) que puede deportarlos a sus países de origen o enviarlos a estaciones migratorias donde permanecen hacinados y sin garantías legales. Según datos del INM, entre octubre de 2020 y septiembre de 2021 se registraron más de 1.7 millones de encuentros con migrantes irregulares en la frontera norte del país, siendo los mexicanos el grupo que más cruces realizó, seguidos por los hondureños.

Además de los riesgos y obstáculos, los migrantes también encuentran solidaridad y apoyo en su camino. Algunas organizaciones civiles, religiosas y humanitarias les brindan albergue, comida, ropa, atención médica, asesoría legal y acompañamiento. Algunos ciudadanos mexicanos también les ofrecen ayuda o simpatía.

¿Qué pasa al llegar a Estados Unidos?

Llegar a Estados Unidos no significa el final del viaje ni el inicio del sueño para los migrantes centroamericanos. Al cruzar la frontera, se enfrentan a la política migratoria del país vecino que ha cambiado según la administración de turno.

Durante el gobierno de Donald Trump se endurecieron las medidas para frenar la migración irregular, como la construcción del muro fronterizo, la separación de familias, la deportación acelerada y el programa “Quédate en México” que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se resolvía su caso.

Con la llegada de Joe Biden al poder se esperaba una mayor flexibilidad y humanidad en el trato a los migrantes. Sin embargo, el presidente estadounidense ha mantenido algunas de las políticas de su antecesor, como la expulsión inmediata de los migrantes bajo el argumento de la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19.

Además, ha enfrentado una crisis migratoria sin precedentes por el aumento de las llegadas de menores de edad no acompañados y familias que buscan protección en Estados Unidos. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés), entre octubre de 2020 y septiembre de 2021 se registraron más de 1.6 millones de encuentros con migrantes en la frontera sur del país, siendo los hondureños el grupo más numeroso, seguidos por los mexicanos.

Los migrantes que logran entrar a Estados Unidos deben enfrentar un largo y complejo proceso para regularizar su situación legal. Algunos solicitan asilo o refugio por temor a regresar a sus países por persecución o violencia. Otros buscan algún otro tipo de visa o permiso que les permita trabajar y residir en el país. Muchos viven en la incertidumbre y el temor a ser deportados o separados de sus familias.

¿Qué futuro les espera a los migrantes centroamericanos?

El futuro de los migrantes centroamericanos es incierto e impredecible. Depende de muchos factores: las condiciones políticas, económicas y sociales de sus países de origen; las políticas migratorias y las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos; las oportunidades y los desafíos que encuentren en su destino; y las decisiones personales y familiares que tomen en su trayectoria.

Lo que es seguro es que la migración centroamericana no se detendrá ni se resolverá con medidas represivas o paliativas. Se requiere una visión integral y humana que reconozca las causas estructurales del fenómeno, así como los derechos y las necesidades de los migrantes como personas que buscan una vida digna.

Si quieres saber más sobre este tema, puedes visitar estos enlaces:

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