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Opinión

Caro Quintero, EUA y el Nuevo PRI

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La sorpresiva liberación de Rafael Caro Quintero, muestra falta de coordinación y de eficiencia en un peñanietismo imberbe. Esto generará un problema con los Estados Unidos, donde desde la campaña presidencial de Peña se sospechaba de arreglos entre el PRI y el narco, y dado que EUA había pedido previamente la extradición de “su Caro amigo”.

El gobierno de Barack Obama, destacadamente el mismísimo Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, pero también el Departamento de Justicia, han expresado ya su preocupación sobre el caso Caro Quintero, en menos de tres días. En particular, la DEA ha reaccionado diciendo que continuará buscando a Caro para llevarlo a la justicia estadounidense. Esto les inquieta a los estadounidenses.

Pero la liberación de Caro Quintero parece haber sorprendido no solo a los estadounidenses, sino también a las autoridades mexicanas. La propia Procuraduría General de la República de México se ha lamentado de una decisión del juez que debió prever. Supongo que el peñanietismo sabe para qué sirven los espías…

Pero no lo demostró. Como tampoco demostraron estar debidamente coordinadas las secretarías de Gobernación y la PGR. Inmediatamente después de la sorpresiva liberación, cuando estaba el público esperando la reacción gubernamental al respecto, mandaron los peñanietistas a dar la cara a un subsecretario de gobernación, que se supone que es vocero de asuntos relevantes, quien evadió el tema del caso Caro Quintero y le aventó el problema a la PGR, a pesar de que se trataba de la noticia del día, de la semana y quizá la noticia del sexenio –en su tipo. Pues el señor Caro puede ser a Peña lo que el “Chapo” Guzmán a Vicente Fox: un símbolo viviente de la ineptitud del Poder Ejecutivo Federal, al mismo tiempo que una encarnación de la inoperancia del sistema de justicia mexicano.

Hoy, la PGR se relame las heridas y dice que va a apelar, que revisará los posibles recursos jurídicos ante la liberación de Caro, etc. Cuando debió saber por vía de Gobernación, el Cisen (o ¡alguien, Dios mío!), lo que iba a ocurrir, antes de recibir el zarpazo legal que los dejo disminuidos. Quizá haya rivalidades entre ambas dependencias, quizá simplemente ineficacia.

Otro resultado que deriva del sainete de Caro Quintero, de lo que hay evidencias, es que EL NUEVO PRI SÍ EXISTE. Pero ya no es el PRI de los fieros represores priístas como Díaz Ordaz o su engrendro Luis Echeverría. Ahora es el PRI de los incompetentes.

Este caso en principio no parece tener que ver con el Viejo PRI, que por ejemplo sabía lidiar con la Cuba revolucionaria y con el mismo Fidel Castro. Frente al comandante Castro pusieron los priístas a un viejo lobo de los siete mares: Fernando Gutiérrez Barrios. Yo mismo presencié como departían incluso los cuadros de las juventudes revolucionarias del viejo PRI con el entonces canciller cubano Roberto Robaina, luego defenestrado.

Ahora los priístas son engullidos como en un remolino por problemas muy menores, que debieran saber resolver. No quisiera sumarme a las versiones que en EUA se insinuaron durante la campaña presidencial, acerca de tratos entre Peña Nieto y el narco mexicano, pero esas versiones, inevitablemente, van a resurgir por el caso Caro Quintero.

Dichas versiones surgirán pues tienen algunos elementos de verdad en la historia. Es el propio “Don Fernando”, es decir Gutiérrez Barrios, el que tuvo detenido al Ché Guevara, quien continúa siendo señalado todavía hoy en la clase política, como la persona que negociaba las rutas del narcotráfico con los criminales, durante el priísmo del siglo XX. Pude escucharla en boca de un exvocero presidencial, en una conversación hace solo unos meses.

Pero el Nuevo PRI aquí reaparece. No creo que Peña reparta rutas hoy a nadie, pues para empezar ni siquiera controla todas las rutas de nuestro país. Pero los peñanietistas se las arreglaron para situarse en posición de ser ahora culpados de hacer tratos con la delincuencia. Por no tener capacidad de previsión, por la falta de esa eficacia que presumía Peña Nieto en su campaña. Peña todavía no cumple un año en el poder y ¿dónde quedó esa eficacia?

Peña Nieto perdió Michoacán, hoy un caos. Esto, sumado a la declaración patrimonial torpe, quizá delictuosa y sin duda ridícula de los peñistas, más la escenita de Peña relativa a las correspondientes tropelías de Rosario Robles y ahora agregando la ópera bufa de la liberación de Caro Quintero, me permiten concluir que estamos ante un grupo de inútiles.

Estos incompetentes, que no pueden mantener en orden al parecer ni su cartera ni su país, interpretan una comedia de enredos cada vez más desesperante. No funcionan.
Son los mismos que no pudieron atinar a reaccionar a tiempo ante la liberación del acusado de matar al primer agente de la DEA “caído en combate”: Enrique Camarena, en 1985. Eso tensó en su momento las relaciones entre ambos países, como nunca lo quisiera volver a ver. Hoy Camarena es una especie de “héroe-martir” en los Estados Unidos. Pero los peñanietistas, el Nuevo PRI, están ignorando olímpicamente las preocupaciones de los estadounidenses, y llevan nuestras relaciones con los Estados Unidos hacia el desencuentro.
Por otra parte, el sistema de justicia mexicano es tan inoperante que nos metió ya en problemas con otras potencias, como Francia en el consabido caso Cassez, cuyos ecos resuenan en el caso Caro Quintero. Esto, dado que en ambos casos la violación fundamental esgrimida fue la violación del debido proceso –aunque en modalidades diversas.

Por su parte, el intento de extradición en el caso Caro Quintero ha sido un complejo proceso que éste libró porque fue finalmente negado el pedido de tal extradición de EUA por la “justicia” mexicana, hoy muy devaluada a pesar de los laureles de sus señores Ministros. La negativa a la extradición de Caro Quintero se debió entre otras razones a que hubiera podido derivar en la prisión perpetua del inculpado, o incluso su pena de muerte en los Estados Unidos. Como esas penas no existen en el derecho penal mexicano, la extradición de Caro en principio no procedía.

Para que proceda, la DEA y amigos habrán de buscar en principio nuevas acusaciones contra Caro. No serán las mismas acusaciones pues el propio Caro tiene derecho a garantías penales (una forma de los derechos humanos) que impiden que sea juzgado dos veces por el mismo delito, ni aquí ni en los Estados Unidos. Otras opciones consisten en invalidad la liberación en tanto no se ajustó al precedente que indicaba reponer el procedimiento en el fuero común, en lugar de liberar a Caro en el federal.

Es en este ambiente de rigurosa legalidad, con toda clase de sutilezas y de tretas legaloides, donde el Nuevo PRI no parece saber manejarse con soltura. Está acostumbrado al abuso, a sus casos Atenco, a hacer maleable la ley… Pero fallan cuando la rama ejecutiva se enfrenta efectivamente a un Poder Judicial independiente, aunque un tanto sospechoso si atendemos al curioso hecho de que el señor Caro fue liberado a las dos de la mañana del pasado viernes. Como para engatusar a algún procurador, a obscuras.

La razón de Estado, si no es que la razón a secas, claramente aconsejaba atender los requerimientos, al parecer legítimos, de la DEA estadounidense en esta ocasión. Como no lo hicieron a tiempo, ahora la PGR está intentando apelar la decisión, cuando la paloma respectiva ya ha volado. ¿Quién es el pichón? El peñanietismo: el Nuevo PRI.

El encarcelamiento de Caro Quintero, con un juicio muy prolongado por motivos políticos, se resolvió con la liberación final de Caro, que se dio en síntesis pues se violó su debido proceso en tanto efectivamente hubo errores procesales en el caso. Esto en la modalidad en que se reclama que el reo es juzgado en un fuero distinto del correcto; el caso tomó el cauce federal en lugar del fuero común, como debió ocurrir. Además desde luego de que Caro ya había cumplido buena parte de su condena por otros seis delitos.

Esta liberación sí tuvo bases legales. De hecho, este tipo de recursos para sacar a alguien de prisión se enseña en las escuelas de Derecho, incluso en las primeras sesiones de los cursos respectivos. Pero ¿por qué algo tan básico no tuvo la atención previa de la PGR? Pues precisamente porque ya llego el Nuevo PRI, que al parecer padece también de un cierto “déficit de atención”. Esta imperdonable descortesía para con nuestros vecinos por parte del peñanietismo, al ignorar las preocupaciones de EUA sobre el caso referido, es algo que le van a reclamar a Peña los estadounidenses, con razones para ello.

Todos sabíamos que la DEA había solicitado desde hace años la extradición de Caro Quintero. La PGR también lo sabía y por ello debió haber previsto qué hacer, al menos desde que, como se sabe hoy, la defensa estuvo en contacto con Caro Quintero (al menos los últimos 22 días, según se precisó) para preparar su acción final.

¿No se supone que los priístas eran los grandes sabuesos de la política? ¿Por qué entonces les jalaron el tapete de un modo tan simplón?

Ni siquiera se puede decir que los peñanietistas sean unos carniceros como sus predecesores Díaz Ordaz y similares. A sesenta militares los secuestró en Guerrero hace unos días cierta policía “patito” y los soldados peñistas no los masacraron, como hubiera sido esperable en el Viejo PRI. Pero no aciertan hoy a saber qué hacer, ahora que las Autodefensas de Tecoanapa están pidiendo “que se reconozca a su grupo armado” (!) y “el repliegue del ejército” (?), como en una Guerra de Los Tres Chiflados.

Igual de inesperado fue el caso Caro Quintero. A Caro se le dictó sentencia en 2009, pero fue detenido inicialmente en 1985. Eso indica un uso político de la justicia priísta, pero de los priístas de “antes”. Lo dejaron dentro de la cárcel 28 años porque eso era lo que le convenía al gobierno en turno: seguirlo teniendo en prisión.

Pero ahora, incomprensiblemente, la PGR no hizo uso de las averiguaciones previas amañadas, acusaciones casi literarias o de ficción, penas ilegales y otras lindezas que siempre ha realizado. Toda la vida han metido a la gente a la cárcel con argumentos legaloides de quinta ralea. Pero ahora que sí le convenía al peñanietismo actuar, el peñanietismo no ató ni desató.

¿Cuál es la razón de Estado relacionada con la presente situación? Que el Estado mexicano mantiene una relación estratégica con los Estados Unidos.

No es verdad, como Peña dice cada vez que visita o recibe a todo dignatario extranjero, que México tenga una relación estratégica con cada uno de estos países. Hay una incomprensión de su parte, o un exceso de cortesía de Peña para con los jefes de estado de dichos países, al hacer semejantes declaraciones.

La única relación estratégica que mantiene México en el mundo hoy, es la que tiene con los Estados Unidos. Esto deriva de la relación económica entre los dos países. Pues sin una buena relación entre los dos gobiernos, la estrategia económica mexicana general, de fondo, no funciona. Lo cual no ocurre a México con ningún otro país.

En este mismo espacio esbocé el tipo de relación que considero debe buscar la izquierda y nuestro país en su conjunto, con el gobierno de EUA (Realpolitik: “¿Por qué votaré por AMLO?”). La actual coyuntura se presta incluso para que la izquierda mexicana trate de acercarse al gobierno estadounidense, para reiterarles que no tiene intención ni tiene por qué caer en la rutina del equipo de incompetentes mencionado.

El propio Peña es quien descuidó su flanco internacional. El embajador Montaño, uno de los cuadros internacionales del peñismo, dijo en alguna ocasión que a los estadounidenses ahora se les debería tratar con mayor firmeza. Espero que su desplante haya sido una mera postura retórica, quizá derivada del nacionalismo revolucionario de los priístas, y no sea una postura política de fondo, porque me temo que si el peñanietismo pretende enfrentarse con los Estados Unidos a causa de violaciones al debido proceso de un hombre buscado por la justicia estadounidense, llevan todas las probabilidades de perder el pleito.

El Nuevo PRI no sabe manejar adecuadamente nuestras relaciones con los Estados Unidos. En solo nueve meses han engendrado un fruto lleno de enojosas reclamaciones. Incluso el Departamento de Justicia de los Estados Unidos le está reclamando a Peña con toda razón haber desatendido sus preocupaciones, arguyendo que siempre le dijeron al gobierno mexicano que les preocupaba Caro.

Lo que el peñanietismo está haciendo con los EUA es ignorar sus preocupaciones. Eso no es propio de buenos vecinos. Pero una relación de buena vecindad entre México y los Estados Unidos es precisamente lo que le conviene a México. Por lo tanto, la política de Peña Nieto hacia los estadounidenses, es sencillamente contraproducente.

Esperemos que los Estados Unidos no sientan que el gobierno de Enrique Peña Nieto está ya abusando de su paciencia con sus recurrentes yerros, pues si es así, eventualmente van a considerar la posibilidad de hacerse justicia por su propia mano. Así acostumbran lidiar con la gente que les estorba. Para algo tienen y activan a sus agentes y a sus cazarecompensas. O a sus “drones”.

Por: Ah-Muán Iruegas / elarsenal.net

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