#¿celebrando con deschamps?

“Pemex no se vende ni se privatiza”, señaló ayer el presidente Enrique Peña Nieto. Solamente -podría haber añadido-, vamos a dejar impune al cacique sindical Carlos Romero Deschamps.

¿Qué es lo que realmente está fallando en el gobierno del Presidente?

Una forma auténtica de conmemorar el aniversario 75 de la expropiación petrolera (18 de marzo de 1938) por parte de Presidencia, habría sido quitarle un verdadero lastre de encima a Pemex, y terminar de una vez con el cacicazgo del senador del PRI, en lugar de abrazarlo y protegerlo, como hizo Peña Nieto ayer domingo en Salamanca, Guanajuato.

¿Por qué ante una tan documentada vida ejemplarmente corrupta como la de Romero Deschamps, el gobierno de Peña no es capaz de adelantar investigaciones y proceder, justo como hizo con Elba Esther Gordillo?

Ahora ya no hay pretextos. El fuero constitucional no va a proteger más a los legisladores. Romero es senador, lo cual en otro tiempo le hubiera servido de escudo, pero ahora se le ha dado vuelta a esa página en la historia. El fuero hoy es “game over”.

Así, este oscuro personaje petrolero estaría ante la ley como cualquier otro ciudadano mexicano, de no ser porque vende el apoyo de su sindicato al presidente de la República, a cambio de impunidad. Ese es un fuero que no ha desaparecido aún. “¡Siempre unidos, venceremos!”, soltó en el evento, el sindicalista del PRI ante Peña. Con esas palabras, dejó constancia de ese “trueque” tan burdo.

¿Por qué esos senadores de “oposición” que tanto lamentan que sus propios partidos no sean tan duros como ellos quieren frente al gobierno federal, no hacen algo al respecto de Romero Deschamps? Lo tienen a un paso y jamás dicen nada. Nunca lo critican, no lo tocan ni con el pétalo de una duda… qué raro. Son mucho más fijados con sus propios correligionarios.

¿O no hay nada que sepan estos senadores de Romero Deschamps? Podemos ayudarles, de memoria. Por ejemplo, tiene una hija llamada Paulina Romero, que en mayo del año pasado mostró a través de las redes sociales, como si nada, sus viajes en aviones privados por el mundo entero, acompañado como buena socialité, con sus finos perros. Todo un catálogo de opulencia, restaurantes, yate, ropa, bolsas… ¿De dónde saldría todo ese dinero? ¿No es enriquecimiento inexplicable?

Otro ejemplo es, claro, el auto Ferrari Enzo, con un costo de cerca de 25 millones de pesos, que Carlos Romero regaló a su hijo José Carlos Romero Durán, como trascendió en la prensa. Además, para poder comprar uno de esos exclusivos modelos, ya que sólo fueron fabricadas 399 unidades en el periodo 2002-2204, primero hay que haber adquirido cuando menos dos autos Ferrari más. Hagan cuentas…

Y si esos son sus hijos, él no se queda atrás. Investigaciones periodísticas han revelado que Romero Deschamps sería el propietario de un departamento lujoso en Residencial del Mar, en Cancún, cuyo valor se elevaría a un millón y medio de dólares. También, poseería un yate bautizado como El Indomable, de similar precio. No es todo. ¿Relojes? Sí, le gustan. Fue visto con uno de marca Audemars Piguet, de oro de 18 kilates, cuando regresaba de una visita a Las vegas; nevada, en mayo de 2008.

No creo que en el Senado, pero mucho menos en Presidencia, estén tan desinformados como para no notar todo este show ofensivo para los ciudadanos de bien que hay en el país y que sí trabajan y se ganan el pan con el sudor de su frente. Pero todos apapachan al dirigente…

Romero Deschamps es un lastre para la reactivación de Pemex, pero también lo es para el pretendido nuevo PRI, y para el supuesto régimen apegado a derecho, sin excepciones, que en teoría, dicen, ahora vivimos.

El líder sindical es una carga para el nuevo sindicalismo, al que algún día habremos de llegar, uno según el cual los líderes no sean unos depredadores del dinero que no les pertenece, sino que es de los trabajadores. Un sindicalismo que no patrimonialice los bienes sindicales como propios, que no use los recursos de los agremiados como suyos, que no abuse, que no arrebate el bienestar común para enriquecerse personalmente.

Fue de gran cinismo que Romero Deschamps, en el evento con Peña Nieto de ayer, haya declarado que deseaba ver un Pemex fuerte, eficiente y competitivo, cuando su conducta, desde 1993 -cuando inició a dirigir el sindicato-, habla sólo de quien busca su beneficio personal y observa su cargo como una oportunidad muy lejana que la de servir a los trabajadores que supuestamente representa, a la empresa y mucho menos al país.

¿En qué “fortalece” a Pemex alguien como Romero Deschamps? ¿La corrupción, el cinismo, la opulencia, “fortalecen” a México? ¿O hacen ver bien a Peña Nieto?

Durante el uso que hizo de la palabra, luego Carlos Romero tuvo a bien decir que él impulsa el “proyecto modernizador” de Peña Nieto. Tal vez el señor Romero considere que “modernizar” no implique deshacerse primero de quienes obstruyen el verdadero posible crecimiento de un sector tan importante, motor de desarrollo económico a nivel nacional.

Pero eso no fue todo. El cuestionado dirigente sindical también dijo que el presidente era un “joven político con gran sensibilidad personal y una clara visión institucional”, con lo cual deslizó subliminalmente la idea de que estará protegido por Peña Nieto, primero porque éste es sensible ante los que lo apoyan, y segundo porque entiende el término “institucionalidad” como cubrirse unos a otros las irregularidades que se encuentren.

Y si Peña Nieto tiene una gran sensibilidad, Romero Deschamps también parece tenerla, pero para sus propios intereses, claro. Como cuando se vio envuelto en un escándalo más, conocido como Pemexgate, cuando fue señalado por desviar 500 millones de pesos del sindicato de Pemex, para la graciosa campaña a la presidencia de Francisco Labastida Ochoa, quien de todo modos perdió.

¿Entonces? ¿Qué es lo que realmente está fallando en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto?

@raultortolero1

Por: Raúl Tortolero / elarsenal.net