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Opinión

La falta de fe del Papa Benedicto XVI

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Más que un “gesto de nobleza”, como lo justifica el Vaticano, la renuncia del Papa Benedicto XVI, revela el grado de putrefacción y del alejamiento de la Curia Romana de las enseñanzas de Jesucristo, lo que ha derivado en la deserción de cientos de miles de feligreses del seno de la Iglesia Católica.

En octubre del año pasado, al término de un sínodo de 260 obispos, celebrado en el Vaticano, sonó la voz de alarma entre los religiosos ante la preocupación por la fuga de fieles, de manera particular en los países desarrollados:

“La Iglesia Católica está sufriendo deserciones en el número de practicantes en sus antiguos bastiones en Europa, Norteamérica y Latinoamérica debido a los escándalos de abusos sexuales, lo que incrementa el laicismo, las religiones rivales y abre la disidencia respecto de las enseñanzas sobre la homosexualidad y la prohibición del sacerdocio femenino”.

Las desviaciones que ha tenido la jerarquía católica ante la doctrina cristiana, han tenido consecuencias también en México. En 1950 los católicos representaban el 98 por ciento de la población, lo que se vio reducido en el 2010 al 89.3 por ciento, lo que representó una pérdida de 17.4 millones de seguidores.

Uno de los grandes golpes que cimbraron a la Iglesia Católica se registró el año pasado cuando Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI, filtró a Gianluigi Nuzzi, una serie de documentos privados del Papa, que el escritor condensó en su libro “Su santidad, las cartas secretas de Benedicto XVI”, en donde dejaba al descubierto un complot para asesinar al Papa; denuncias contra sacerdotes mexicanos por delitos sexuales, el más representativo el caso Marcial Maciel; anomalías en compras y obras de la Santa Sede y corrupción en el Banco Vaticano.

De acuerdo a los trascendidos que han salido de los pasillos del Vaticano, el Papa se encontraba sumamente deprimido, lo que le imposibilitaba continuar con su labor pastoral. Se asegura también que le preocupaba la pérdida exponencial de fieles en el mundo, y que la puntilla a su estado de ánimo se registró con el robo y filtración de documentos por parte de su mayordomo, lo que a nivel mundial se conoció como el escándalo “Vaticanleaks”.

Hace un año, durante un viaje que hizo a China el arzobispo de Palermo, Paolo Romeo, expresó un escalofriante comentario: “El Papa morirá en 12 meses”. El dicho del religioso lo reveló el cardenal colombiano, Darío Castrillón Hoyos, al periodista de El País, Pablo Ordaz. Transcurridos 12 meses el Papa no falleció, pero sí presentó su renuncia al cargo que le fue conferido por la gracia de Dios.

Tal vez la salida que escogió el Papa Benedicto XVI no fue la más atinada, dado que con ello no refleja congruencia con la responsabilidad que se deriva de ser el representante de Dios en la tierra, como lo fue Jesús hace más de dos mil años.

El hijo de María y José estuvo expuesto a las sugerencias que le hizo el mal durante los 40 días que estuvo en el desierto y luego en el huerto de Getsemaní, para que abandonará la responsabilidad que le confirió su padre, Dios nuestro señor, de ofrecer su palabra para salvar a la humanidad de las tentaciones de Lucifer.

Muy respetable la decisión de Joseph Ratzinger, pero lo mejor era que hubiera redactado un documento donde se comprometiera a retirarse del cargo cuando sus facultades físicas y mentales no fuesen las más adecuadas para ejercer el papado.

Pero no fue así, posiblemente Ratzinger no quiso correr el riesgo de que culminara su papado como aconteció con Juan Pablo I, que a los 33 días de estar al frente de la Iglesia Católica se encontró con la muerte en medio de circunstancias que han dado origen a teorías relacionadas con un posible envenenamiento. A Benedicto le faltó mayor fe en Dios, porque solamente el creador sabe la fecha en que nacemos y en la que morimos.

Ayer el Papa Ratzinger denunció las envidias e hipocresías que aquejan a la jerarquía católica, algo que él ya sabía desde hace muchos años. Ha dicho que después de que deje el pontificado se dedicará a rezar por la humanidad.

Seguramente que ya lo está haciendo con suma intensidad para que el próximo Papa sea afín a sus inquietudes religiosas y políticas.

Por lo pronto en el próximo conclave que se reunirá en marzo para elegir al nuevo representante de Dios en la tierra, Ratzinger cuenta con gran influencia sobre el grupo de Cardenales que seleccionarán al Papa; de los 118 que estarán presentes en el Vaticano, 68 fueron ordenados por él.

Por:Carlos Blanco / Foto: Rinaldo Cornacchini (Fotograf und Bildurheber)  / elarsenal.net

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